Archivo de la etiqueta: Librerías

Libros que no son libros

Yo escribo libros, ya sé que en las librerías de hoy se venden muchos libros que no son libros, que los abres y no hay nada escrito en ellos aunque los veas manchados de letras en todas las páginas, una cantidad enorme de frases que no dicen nada. Leer es otra cosa: es una experiencia única, una expedición al fondo de uno mismo, abrirse al mundo y al otro. Eso es la literatura, algo magnífico que te hace ver cosas nuevas que desconocías. Eso se erige frente a la falsa literatura, donde entran todos los llamados fenómenos, ciertos bestsellers, todos esos libros que no se atreven a cruzar el Misisipi, adentrarse en lo profundo.

Peter Handke 

Huronear en bibliotecas y librerías

Solamente hay una manera de leer, que es huronear en bibliotecas y librerías, tomar libros que llamen la atención, leyendo solamente esos, echándolos a un lado cuando aburren, saltándose las partes pesadas y nunca, absolutamente nunca, leer algo por sentido del deber o porque forme parte de una moda o de un movimiento. Recuerde que el libro que le aburre cuando tiene veinte o treinta años, le abrirá perspectivas cuando llegue a los cuarenta o a los cincuenta años, o viceversa. No lea un libro que no sea para usted el momento oportuno […]. Debe saber, por encima de todo, que el hecho de que tenga que pasarse un año o dos con un libro o un autor significa que usted ha sido mal instruido, que usted debía haber sido educado para leer a su manera, de una preferencia a otra; debiera haber aprendido a seguir su propio sentimiento, intuitivamente, acerca de lo que necesita y no la manera como debe citarse a los otros.

Doris Lessing en la nueva farola de Calle del Orco…

El trabajo del librero

OFICIOS: EL TRABAJO DEL LIBRERO | Episodio 5 | MARTÍN LANZÓN | Booktube Argentina Martín Lanzón es uno de los dueños de Libros del Arrabal, una librería de Liniers, en la Ciudad de Buenos Aires, donde se venden ejemplares tanto de las editoriales más grandes como de las pequeñas e independientes. En este capítulo de #OficiosLaSerie nos metemos en uno de los trabajos más visibles pero no tan explorados de la cadena del libro

Llenemos por tanto de librerías las islas desierta

«En estos tiempos de naufragio, el único bote salvavidas válido serían los libros. Llenemos por tanto de librerías las islas desiertas, mi deseo es que cada día nazca una librería, porque fuera del conocimiento, de la cultura, todo es naufragio».

LUIS EDUARDO AUTE
En la presentación del Día de las Librerías
23 noviembre de 2011

Bibliotecas y librerías: entre herencias y futuro

Chartier,Roger «Bibliotecas y librerías: entre herencias y futuro». Cerlalc, 2018

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Aunque su carácter y objetivos sean distintos, la librería y la biblioteca son los lugares desde los que históricamente hemos tenido acceso al libro y a la lectura. Las situaciones que viven hoy estos espacios obligan a repensar su operación para su supervivencia; pero la clave puede radicar justamente en su pasado. En un recorrido por la historia de estos dos espacios, el historiador Roger Chartier plantea los riesgos a los que ya han sobrevivido, las situaciones que ponen en peligro su permanencia hoy en día y cómo analizar su pasado puede ser la clave para su futuro.

Sus incursiones en las librerías de lance y trastiendas semiclandestinas

Sus incursiones en las librerías de lance y trastiendas semiclandestinas partieron de allí. La multiplicación de los mundos al alcance de su curiosidad fue el premio condigno a la voracidad de las lecturas: un catálogo extenso y heterogéneo en el que pasaba de la América de Poe a la Normandía de Proust, de las ambiciones y amores de Julien Sorel a los ejercicios espirituales de un adolescente de Dublín. La literatura unía y destilaba la esencia de las dos pasiones d su niñez -la historia y la geografía- en un ámbito único. La evasión era posible sin moverse del sitio. Las sacudidas del tren, sus aceleraciones y frenazos, en aquel recorrido fijo, la devolvían la imagen de una resistencia redundante de la que quería escapar, y de la que un día escaparía,

Juan Goytisolo

«Telón de boca»

Pages on Pages: sitio web para buscar donde encontrar un libro al mejor precio

https://www.pagesonpages.com/

El sitio Pages on Pages te permite buscar un libro para ver dónde puede encontrarlo al precio más barato. Puedes encontrar libros de texto, novelas, cómics y mucho más, tanto nuevos como de segunda mano. Intenta visitar tu librería local de segunda mano en persona cuando te sea posible, pero si necesitas algo en un apuro, este sitio es un gran lugar para encontrarlo.

Bibliotecas y librerías: entre herencias y futuro

Roger Chartier, «Bibliotecas y librerías: entre herencias y futuro«, -:Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe. Cerlalc. (Bogotá), 2018.

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Presenta una reflexión histórica sobre las bibliotecas y las librerías desde su rol de tender puentes entre la lectura y la palabra. También aborda la preocupación sobre el futuro y la posible desaparición de las bibliotecas y librerías y su contraparte de transformación en el cambiante mundo de los medios escritos.

La biblioteca salvaje

LA BIBLIOTECA SALVAJE

En: Eduardo Halfon. Biblioteca bizarra. Madrid: Jekyll & Jill Editores, 2014


Prefiero los libros de viejo. Me gustan precisamente por el aire de imperfección y misterio que los envuelve: las páginas manchadas o dobladas por los dedos de otro; las frases subrayadas o párrafos marcados en amarillo que le dijeron algo a alguien más; las curiosas anotaciones y reflexiones en los márgenes; la eventual dedicatoria en la primera página, a veces enigmática, a veces absurda, a veces del mismo autor. Decía Virginia Woolf que los libros de viejo son libros salvajes, libros sin casa, y tienen un encanto del que carecen los volúmenes domesticados de una biblioteca.

César Sánchez, amigo, editor y también coleccionista de libros usados, se vanagloria de un ejemplar que compró en una librería de viejo, a finales de los años noventa: Cielos e inviernos, del poeta español Ramón Irigoyen. Un libro publicado por Hiperión, cuando Hiperión, se jacta mi amigo, aún publicaba en offset mate sin plastificar. En la primera página, Irigoyen escribió: “A Manuel Vicent, por tantas horas de lectura dichosa”. La dedicatoria al famoso escritor Manuel Vicent le había pasado inadvertida al vendedor de Madrid —me explica César Sánchez con una expresión de cazador en el rostro y su hermosa presa en las manos—: porque el libro estaba intonso.

A otro amigo, Raúl Eguizábal, le gusta buscar libros de viejo los domingos en la mañana, en el Rastro de Madrid. Allí, un domingo, descubrió una edición antigua de la novela Un adolescente, de Dostoievski. Me contó Eguizábal que no se decidía a comprarla porque el vendedor solo tenía el primero de dos tomos, pero que la decisión se le hizo muy fácil al descubrir que adentro, en la portada interior del libro, estaba la firma del gran poeta español Vicente Aleixandre, y abajo, en su misma letra, el año 1928. No sé si tendrá algo que ver, me dijo Eguizábal en su casa de Madrid, pero ese libro de Dostoievski me recordó a un poema de Aleixandre titulado “Adolescencia”, el único poema que Aleixandre se sabía de memoria de todos los que escribió. Luego, aún de pie mientras liaba hebras de tabaco, Eguizábal me contó que aquel domingo, caminando unas horas más tarde en la cuesta de Moyano, encontró y compró el segundo tomo de la novela de Dostoievski.

(En la biblioteca de Eguizábal, en medio y enfrente de tantos libros, abundan los antiguos afiches y carteles publicitarios, la mayoría también encontrados los domingos por la mañana en el Rastro. De toda su colección, mi favorito es un calendario del jabón facial marca John H. Woodbury —pronúnciese udbery, recomienda abajo, en mayúsculas—, pero es mi favorito no por el calendario en sí, sino por el texto escrito a mano, en una letra perfectamente legible, en la parte trasera. Dice así: “Ángel apostó 50 pesetas que tarda la guerra en terminar por lo menos seis meses; o sea, hasta fin de abril no se termina. Yo aposté 5 pesetas a que se termina antes de los seis meses. Hoy 1 de noviembre 1937”. Eguizábal, al mostrármelo, acotó: Los dos perdieron, todos perdimos.).

Cuando visité la casa de un reconocido editor en Valencia, él me enseñó un antiguo libro de poemas de Rainer Maria Rilke titulado Duineser Elegien, en alemán, Elegías de Duino, en español. Una primera edición, creo recordar. Cuando el editor lo compró (por un precio bastante módico, me dijo) en una librería de viejo de Berlín, el libro no tenía dedicatoria alguna. Pero luego, con el paso del tiempo, en la primera página de aquel libro antiguo fue surgiendo (aflorando, me dijo) el autógrafo, oscuro pero legible, del mismo Rilke. Como por arte de magia. O como firmado un siglo tarde por el fantasma de Rilke. O como si Rilke lo hubiese firmado con una tinta invisible, activada por el paso del tiempo o por el roce de los dedos de un editor o acaso por la húmeda y cítrica brisa valenciana.

Mantengo cerca —a veces sobre mi mesa de trabajo, a veces sobre mi mesa de noche— un gastado libro color púrpura que me obsequió un librero de viejo que a ratos también es rabino: Encuentro en Praga, de Juan Gómez Saavedra, II Premio Alfambra. Ni idea quién es Juan Gómez Saavedra, y jamás he leído su cuento “Encuentro en Praga”. Pero en la parte inferior de la cubierta, justo debajo de una fotografía redonda y borrosa del rostro de Kafka, dice en pequeñas letras negras: “Con cuentos de Antonio Di Benedetto, Ricardo Orozco, Roberto Bolaño, Carlos Pérez Merinero y Margarita Martínez Blanco”. Al final del libro, en la última página ya amarillenta por el paso de los años, el índice explica que, en aquel certamen literario de 1983, Antonio di Benedetto ganó el primer accésit con su cuento “Intensa mirada filial”, y Roberto Bolaño el tercer accésit con su cuento “El contorno del ojo”. Y es que aquel certamen literario provinciano fue el detonante o el punto de partida para el cuento magistral “Sensini”, de Bolaño, en el cual un joven escritor exilado en las afueras de Girona llamado Arturo Belano (Bolaño) establece contacto epistolar con el gran escritor argentino Luis Antonio Sensini (Di Benedetto), tras recibir en el correo postal aquel libro color púrpura (este libro color púrpura) y descubrir que ahí, entre los demás finalistas, también está el cuento de uno de los más grandes escritores latinoamericanos. Años después, desde su casa en Blanes, Bolaño dijo del cuento: “Como muchos otros latinoamericanos, participábamos para ganar dinero y supongo que aceptábamos estoicamente las reglas. Para mí fue una época casi feliz. Lo monstruoso era que Di Benedetto ya era, digamos, un clásico de nuestras letras (Zama es una de las novelas más notables que he leído), y ahí estaba, batiéndose el cobre como los más jóvenes. Que participara de aquellos concursos de provincia era como una bomba de relojería. Se puede argüir que todo, en la realidad, es como una bomba de relojería. Pero esas bombas no suelen explotar. Y las vidas de los escritores, en cambio, sí que explotan”.

A veces, cuando mis palabras se estancan, cuando pierdo la fe en la ficción, que es a menudo, alcanzo el viejo y gastado libro color púrpura y lo sostengo en mis manos durante un rato y todo vuelve a hacerme sentido.