OFICIOS: EL TRABAJO DEL LIBRERO | Episodio 5 | MARTÍN LANZÓN | Booktube Argentina Martín Lanzón es uno de los dueños de Libros del Arrabal, una librería de Liniers, en la Ciudad de Buenos Aires, donde se venden ejemplares tanto de las editoriales más grandes como de las pequeñas e independientes. En este capítulo de #OficiosLaSerie nos metemos en uno de los trabajos más visibles pero no tan explorados de la cadena del libro
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Allí donde los libros son apenas mercado de la desolación

LOS VANOS MUNDOS
Allí donde se agrupan los tenderetes blancos
de los libreros, con mercancía escasa
y a menudo banal;
allí donde más claramente se confunden
palabras y monedas, el desdén y el olvido
hacia autores triviales;
allí donde se mezclan muy raras ediciones
con el libro vulgar;
allí donde está escrita la sombra de una mano
no diestra en dar memoria de su mundo,
no templada en el arte,
que es incierto, y de trato difícil;
allí donde los libros son apenas mercado
de la desolación,
de un hermoso fingir lo que no es cierto
ni tiene falsedad y poco importa,
la sensación de vida es algo extraño
y un gesto no muy noble, allí la vida.
Felipe Benítez Reyes.
El cuento del librero de Martin Latham

Martin Latham : ‘The Bookseller’s Tale’
Penguin Books, september 2020
ISBN 9780241408810, hardcover, 368 pagina’s, € 21,99
Parte historia cultural, parte carta de amor literaria y parte memorias reticentes, esta es la historia de un librero y muchos, muchos libros.
Esta es la historia de nuestra aventura amorosa con los libros, ya sea que los coloquemos en nuestros estantes, inhalemos su olor, garabateemos en sus márgenes o simplemente nos acurrucemos con ellos en la cama. Llevándonos a un viaje a través de lecturas cómodas, puestos de libros callejeros, bibliotecas míticas, vendedores ambulantes, panfletos radicales, clientes extraordinarios de librerías y coleccionistas fanáticos, el librero de Canterbury Martin Latham descubre la curiosa historia de nuestra obsesión por los libros – y la suya propia.
El oficio de librero…

El oficio de librero…
«En toda libreria se venden almas: por un lado cada libro encierra el espiritu de su autor y por el otro el librero responde a un pacto al estilo de Fausto, quien a cambio de sabiduría ofreció su alma a Mefistófeles.
El comercio de libros es una actividad que va más allá de lo mercantil y que exige habilidades especificas. Para vender almas el librero ha de ser no sólo un voraz lector de libros, sino de sus clientes, pues sólo así podrá recomendar tal o cual título, entender la necesidad de quien le pregunta por una obra desconocida para él y seleccionar el acervo que responda a la vez a su apetito personal y a las caracteristicas de su clientela. Ese equilibrio inestable sintetiza el reto y la belleza del oficio del librero que es una hermosa vocación»
Umberto Eco
El mercado de los libros de Sant Antoni
Otro lugar que se parece a estar dentro de un cuento infantil, primero, y después en una gran novela del siglo XIX es el mercado de los libros de Sant Antoni, los domingos por la mañana. Un espacio que respira envejecimiento y alegría. Casi un kilómetro de puestos de libros de segunda mano. Ni las autoridades franquistas ni la Iglesia aparentan tener nada que decir aquí, donde, de algún modo, pervive la riqueza cultural anterior a la guerra. Ninguna librería de la ciudad causa un impacto semejante. Cualquiera sabe que, si busca y pregunta, puede encontrar o encargar libros contemporáneos prohibidos. Me engulle la multitud y me resulta difícil ponerme delante del puesto, el único sitio desde el que puedo ver los libros y las revistas. Avanzo con dificultad, agarrándome a mi padre para no perderlo. Por encima de todos los olores que desprende la multitud, me gusta percibir el olor del papel viejo, y tendrán que pasar muchos años para que de este teatro de los libros ya únicamente me emocione el recuerdo.
JOAN MARGARIT en “Para tener casa hay que ganar la guerra”.
Aventuras de una maestra librera
Gotti, Grazia. Aventuras de una maestra librera. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2015
Aventuras de una maestra librera es el título del texto en el que Grazia Gotti hace un repaso motivador de su biografía como maestra, librera y activista cultural de referencia en la librería Giannino Stopppani en la ciudad de Bolonia, en la que los libros son muy importantes. El eBook ha sido publicado por Lectyo.com, la plataforma social de la gente de la lectura, creada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Para acceder libremente a su lectura solo hace falta registrarse en Lectyo como usuario.
Grazia Gotti es fundadora de la cooperativa cultural Giannino Stoppani de Bolonia (Italia). Dentro de sus actividades se encuentra la creación en 1992 de la famosa librería boloñesa que lleva el mismo nombre y que la ha impulsado a crear una escuela para libreros y la ha convertido en el referente de la constitución de la red de librerías infantil y juvenil independientes. Grazia Gotti es una figura principal en la vida cultural de Bolonia y especialmente en el desarrollo anual de las actividades de la Feria Internacional del Libro infantil y juvenil que se celebra en esa ciudad. Es autora del libro A scuola con i Libri [Una escuela con libros], publicado por Rizzoli en 2013.
Guía de Derecho de autor para editores de libros
Iriarte Ahon, E., R. Medina Plasencia, et al. (2013). [e-Book] Guía de Derecho de autor para editores de libros. Lima, INDECOPI, 2013.
El Derecho de Autor surge con un propósito: contribuir a generar y mantener un incentivo para que los creadores sigan creando; y para que aquéllos quienes opten por invertir en las obras creadas y en la explotación de las mismas, puedan asegurar un retorno a dicha inversión. Así se permite asegurar su continuidad y, por tanto, el crecimiento de las industrias culturales.
Memorias de un librero pornógrafo – Armand Coppens
Memorias de un librero pornógrafo – Armand Coppens
La sonrisa vertical, 1991
Este librero de ocasión pasa de la página al acto, de la biblioteca a la alcoba, del libro a la cama con el desenfado y el tacto de un erudito y de un disoluto. Entre lo que la lectura de ciertos libros suscita en la fantasía sexual de un librero bibliófilo y los actos que su fantasía le conducen irresistiblemente a llevar a cabo, median apenas sutiles fronteras que ningún ser humano sería capaz de delimitar y menos aún de juzgar…
Hay un sentimiento muy extendido entre los compradores de libros eróticos que siempre me ha llamado la atención: la mayoría de ellos considera que el hombre que se halla en la tienda y que satisface sus gustos, el librero, forma parte de un mundo insólito y clandestino en el que reina el vicio. Está claro que esta opinión es sólo producto de su imaginación.
EXTRACTOS
“En mi opinión, Leclerc responde sin duda alguna a la idea que nos hacemos habitualmente de un vendedor de libros eróticos, con la diferencia de que él era consciente del papel que desempeñaba. Estaba completamente convencido de que su éxito se debía a su entrega total. No podía entender que se pudiera escribir y vender mercancía erótica sin compartir el placer del cliente.”
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“Me llamó especialmente la atención aquel joven rubio de ojos azules por su parecido con Henri. Tenía poco menos de veinte años; sin embargo, venía unas dos veces por semana a la tienda y a menudo se quejaba de no poder adquirir los libros de su agrado. Solíamos discutir sobre los autores y sus obras; la seguridad y lógica de sus comentarios siempre me sorprendieron.”
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“Lo único que le diferencia del librero habitual es que no tiene prejuicios morales en cuanto al contenido de los libros que vende, lo que le convierte en un oportunista que no se esconde. Un vendedor de libros eróticos con experiencia nunca fija por adelantado el precio de las obras. Tiene que fiarse de su intuición para captar la personalidad del cliente, hacerse una idea de los medios que dispone y sólo después de haber llevado a cabo este breve examen psicológico puede determinar el valor de un artículo en un momento dado.”
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…uno de los mejores amigos de Ashbee, al cual de hecho había dejado en herencia su maravillosa biblioteca de dos mil volúmenes, clasificados no por orden alfabético, sino según el grado de pornografía.
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Seguí hojeando el libro y me sentí sobrecogido. Estaba completamente desarmado, sin defensas ante algo que, aunque relacionado en parte con el instinto sexual, no tenía nada que ver con el acto sexual propiamente dicho. Debí de parecerle un tanto desconcertado, puesto que empezó a explicarme que la policía hubiera clasificado el libro como obra pornográfica aunque no contuviera ninguna alusión directa al acto sexual.
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Los libreros de obras eróticas conocían ya al profesor, pues sus gustos eran tan extraños y personales que les resultaba muy difícil satisfacer unas exigencias tan poco comunes. De hecho, en la época en que le conocí, prácticamente había renunciado a la esperanza de encontrar un día un libro que contuviera todos los elementos capaces de procurarle un placer total.
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En mi opinión, las obras de Louÿs y de Nerciat son una prueba de que el talento, el buen gusto y la inteligencia son condiciones indispensables para escribir tanto obras eróticas como literarias en general. Una obra que tiene como tema el acto sexual, y todas las situaciones o perversiones eróticas que puede acarrear, exige de su autor tantas, si no más, aptitudes artísticas como una gran novela.
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La inmensa mayoría de los libros que poseo proceden de subastas o de clientes particulares. Sin embargo, no puedo aguantar sin ir de vez en cuando a dar una vuelta por el campo, convencido de que un día u otro descubriré, en el lugar más recóndito de esas tiendas de pueblo, uno de esos ejemplares únicos con el que sueña cualquier coleccionista.
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Pero lo que realmente me excitaba era que Monsieur Berger, cuando fui a visitarle, me había hablado precisamente de aquel libro sobre el travestismo, y lo consideraba como un auténtico tesoro. Parece ser que un día habían estado a punto de comprar un ejemplar. Madame Berger me explicó que un librero había localizado el volumen en el catálogo de una subasta en Alemania y había ofrecido en nombre de ellos cien mil francos, precio que había resultado demasiado bajo, ya que la obra fue adjudicada a otro coleccionista. Al acordarme de aquella anécdota, el descubrimiento me pareció aún más valioso. Tenía la edición original en tres volúmenes encuadernados en piel.
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Me había lanzado a este torneo oratorio para ganar tiempo: quería que vieran los libros para poder observar sus reacciones. No tenía ni la menor idea del precio que iba a pedirles. Dependería del entusiasmo que manifestaran. Esperaba a que me dijeran cuánto estaban dispuestos a pagar
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