Archivo de la etiqueta: Historia de la lectura

Caballería, lectura y cultura femenina en la España moderna: De Amadís de Gaula a Don Quijote.

Triplette, Stacey. Chivalry, Reading, and Women’s Culture in Early Modern Spain: From Amadís de Gaula to Don Quixote. Amsterdam University Press, 2018.

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Durante mucho tiempo se ha considerado el romance caballeresco ibérico como un género arcaico y masculino, y su popularidad como una aberración en la historia literaria europea. Chivalry, Reading, and Women’s Culture in Early Modern Spain rebate esta opinión, argumentando que la política de género sorprendentemente igualitaria del romance caballeresco más famoso de España le ha garantizado una larga vida posterior. El Amadís de Gaula tuvo un notorio atractivo para el público femenino, y los primeros autores modernos que lo tomaron prestado variaron en sus reacciones ante su amplio elenco de personajes femeninos alfabetizados. El Quijote y otras obras que sitúan a las mujeres como lectoras trasladan la influencia del Amadís a la novela moderna. Cuando los primeros autores modernos leyeron el romance caballeresco, también leyeron el género, aprovechando los personajes femeninos del texto original para diversos fines políticos y estéticos.

Género, lectura y verdad en el siglo XII: La mujer en el espejo

Powell, Morgan. Gender, Reading, and Truth in the Twelfth Century: The Woman in the Mirror. Arc Humanities Press, 2020.

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El siglo XII fue testigo del nacimiento de la tradición literaria europea occidental moderna: importantes obras narrativas aparecieron tanto en francés como en alemán, fundando una cultura literaria independiente de las tradiciones latinas de la Iglesia y la Antigüedad romana. ¿Qué originó el repentino interés y la legitimación de la literatura en estas «lenguas vulgares»? Hasta ahora, la respuesta se ha centrado en el papel un tanto nebuloso de las nuevas lectoras. Powell argumenta que esta explicación no está adecuadamente documentada ni es suficiente para su objeto; y lo que es más importante, una valoración diferente de las mismas pruebas ofrece una ventana a algo mucho más trascendental: no «mujeres lectoras», sino un acto de lectura concebido como femenino se encuentra detrás de la identificación polisémica de las mujeres como público de los nuevos medios en el siglo XII. Esta mujer está en el centro de una reconcepción del saber cristiano, una verdadera revolución en la mediación del conocimiento y la verdad. Siguiendo a esta figura a través de lecturas detalladas de obras tempranas clave, Powell desvela una sorpresa, una nueva poética del cuerpo destinada a abarcar las capacidades de los nuevos públicos y espectadores de la literatura y el arte visual medievales.

La lectura participativa en la Inglaterra bajomedieval

Blatt, Heather. Participatory Reading in Late-Medieval England. Manchester University Press, 2017. https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/30214.

Este libro explora cómo las prácticas mediáticas modernas pueden iluminar la lectura participativa en Inglaterra desde finales del siglo XIV hasta principios del XVI. La aprehensión no lineal, la inmersión y la personificación son prácticas íntimamente conocidas por los lectores de Wikipedia, los jugadores de videojuegos y los usuarios de dispositivos móviles multitáctiles. Pero, lejos de ser exclusivas de los medios digitales, tienen claros análogos en la era premoderna. La lectura participativa en la Inglaterra bajomedieval analiza cómo las afinidades entre los medios antiguos y los nuevos pueden revelar nuevas ideas no sólo sobre lo digital, sino también sobre la larga historia de las formas y prácticas mediáticas. Así, arroja nueva luz sobre las prácticas literarias de un período anterior y posterior a la imprenta para demostrar cómo la lectura participativa contribuyó de manera vital a estas negociaciones de frágil autoridad y les dio forma.

La lectura pública en España y el Plan de Bibliotecas de María Moliner

Faus Sevilla, Pilar. «La lectura pública en España y el Plan de Bibliotecas de María Moliner». Madrid: Anabad, 2000

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Reprod. facs. de : Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas.- Valencia: Ministerio de Instrucción Pública, Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico, Sección de Bibliotecas, 1937. Proyecto de bases de un plan de organización general de bibliotecas del Estado.- Valencia: Ministerio de Instrucción Pública, Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional, 1939

María Moliner es todo un grato recuerdo para los alumnos de la Escuela Cossío de Valencia, para los profesionales de Archivos y Bibliotecas y, también y no en último lugar, para los consultantes de su diccionario, que buscan el buen uso del español. En las tres categorías me coloco para poner estas frases como antecedente al trabajo de Pilar Faus Sevilla, dando a conocer dos importantes documentos bibliotecarios_ Ella que goza, como yo, de este raro privilegio triple de alumna, compañera y usuaria del saber de María Moliner, nos ofrece un estudio exacto y crítico, sin desmerecer el a recto que en él ha puesto, de dos obras perdidas en los recovecos de la depuración y el olvido forzado.

50 años de historia del libro: 1958-200

Dominique Varry (dir.), 50 ans d’histoire du livre : 1958-2008, Villeurbanne, Presses de l’Enssib, coll. « Papiers », 2014, 224 p., ISBN : 979-10-91281-15-7.

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En 1958, Albin Michel publicó L’Apparition du livre, en la colección L’Évolution de l’humanité creada por Henri Berr. Esta obra, escrita por Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, no es la única que aborda la cuestión de la imprenta y la civilización del libro, pero abre nuevos caminos en su intento de escribir y pensar una historia social, política y económica. El subtítulo: «el libro, este fermento» ampliaba el horizonte y no se limitaba al libro «esta mercancía». La publicación de L’Apparition du livre marcó también la llegada de un joven bibliotecario, Henri-Jean Martin, que entonces sólo tenía 34 años. El libro tuvo una respuesta comercial limitada al principio: se convirtió en una obra de referencia, reeditada tres veces; y sobre todo, Henri-Jean Martin continuó esta fructífera vía de investigación multidisciplinar, característica también de los años setenta. En 2008, la Enssib organizó un coloquio para celebrar el quincuagésimo aniversario de esta publicación. Son los textos reelaborados, entregados en esta ocasión, los que proponemos leer. No es de extrañar que encontremos aquí los grandes nombres de la historiografía y del pensamiento contemporáneo, desde Roger Chartier hasta Christian Jacob.

Escritos sobre el libro y la edición en América Latina

Weinberg, Gregorio. Escritos sobre el libro y la edición en América Latina / Gregorio Weinberg ; editado por Pedro Daniel Weinberg. – 1a ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO ; UNIPE: Editorial Universitaria, 2020.

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Gregorio Weinberg fue un intelectual comprometido con las instituciones de la democracia, la defensa y promoción del libro y de las ideas, combinando una empedernida labor artesanal en torno a la escritura, la edición y la enseñanza.

Modelos educativos en la historia de América Latina es un libro de primer orden en el campo de la educación, tanto por su alcance como por la renovación que supuso el enfoque historiográfico empleado, en el que se recuperan autores, acontecimientos y procesos centrales para una interpretación crítica y creativa de la educación en el continente.

Por otro lado, en su condición de humanista, Weinberg reivindicó tanto el papel que cumplió el libro como herramienta de democratización de la cultura, como la necesidad de construir una sociedad plural. Precisamente por ello consideró al libro como el medio idóneo para el desarrollo de una masa crítica capaz de multiplicarse, difundirse y expandirse, poniendo de relieve la diversidad de opiniones que coexisten en nuestras sociedades. Escritos sobre el libro y la edición en América Latina reúne una colección insoslayable de ensayos sobre el tema.

Procesos revolucionarios, bibliotecas y movimientos culturales

 

Jaime Ríos Ortega, César Augusto Ramírez Velázquez (coord). Procesos revolucionarios, bibliotecas y movimientos culturales. México : UNAM, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, 2011.

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El libro titulado: Procesos revolucionarios, bibliotecas y movimientos culturales recopila los trabajos presentados en el XXVIII Coloquio de Investigación Bibliotecológica y sobre la Información que organizó el Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas (CUIB) en el marco de una triple conmemoración: el bicentenario del inicio de la Revolución de Independencia, el centenario del inicio de la Revolución Mexicana y el centenario de la fundación de la Universidad Nacional de México.

Los libros en su orden: para la historia de la biblioteca general de la Universidad de Coimbra (antes de 1513-2013).

 

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Maia do Amaral, A. E. (2014). [e-Book] Os livros em sua ordem: para história da biblioteca geral da universidade (antes de 1513-2013). Coimbra, Coimbra University Press, 2014.

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Este estudio se convierte, sin temor, en un homenaje, un testimonio de reconocimiento, fijando otro recuerdo sobre aquellos acontecimientos y afectos que se entrelazan. En este relato sentimos la presencia de los narradores con discreción: lo que nos llega es una mirada desde el interior, desde los problemas que los desafían día a día, desde la pasión que los une al trabajo que realizan, proyectada en su lectura del pasado y de los personajes de su trama. Al contarle a la biblioteca, se dicen a sí mismos: esta perspectiva casi confidencial hace que la lectura de este texto sea atractiva

 

El grado de afecto que se debe apropiadamente a los libros.

 

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EL GRADO DE AFECTO QUE SE DEBE APROPIADAMENTE A LOS LIBROS.

Filobiblón, Richard de Bury (1344)

 

Como el grado de afecto que una cosa merece depende del grado de su valor, y el capítulo anterior muestra que el valor de los libros es indecible, es bastante claro para el lector cuál es la conclusión probable de esto. Digo probable, porque en la ciencia moral no insistimos en la demostración, recordando que el hombre culto busca el grado de certeza que percibe que la materia soportará, como atestigua Aristóteles en el primer libro de su Ética. Porque Tully no apela a Euclides, ni Euclides confía en Tully. En todo caso, nos esforzamos en demostrar, ya sea por lógica o por retórica, que todas las riquezas y todas las delicias ceden su lugar a los libros de la mente espiritual, en los que el Espíritu, que es la caridad, ordena la caridad. En primer lugar, porque la sabiduría está contenida en los libros más de lo que todos los mortales entienden, y la sabiduría piensa ligeramente en las riquezas, como declara el capítulo anterior. Además, Aristóteles, en sus Problemas, determina la pregunta, por qué los antiguos proponían premios a los más fuertes en los concursos gimnásticos y corpóreos, pero nunca otorgaban ningún premio a la sabiduría. Esta pregunta la resuelve de la siguiente manera: En los ejercicios de gimnasia el premio es mejor y más deseable que aquel por el que se otorga; pero es cierto que nada es mejor que la sabiduría: por lo que no se podría asignar ningún premio a la sabiduría. Y por lo tanto ni las riquezas ni los placeres son más excelentes que la sabiduría. Nuevamente, sólo el necio negará que la amistad es preferible a las riquezas, ya que el más sabio de los hombres lo atestigua; pero el jefe de los filósofos honra la verdad antes que la amistad, y el verdadero Zorobabel la prefiere a todas las cosas. Las riquezas, entonces, son menos que la verdad. Ahora bien, la verdad se mantiene principalmente y está contenida en los libros sagrados, es más, son la verdad escrita en sí misma, ya que por libros no entendemos ahora los materiales de los que están hechos. Por lo tanto, las riquezas son menos que los libros, sobre todo porque la más preciosa de todas las riquezas son los amigos, como atestigua Boecio en el segundo libro de su Consolación; a quien se debe preferir la verdad de los libros según Aristóteles. Además, como sabemos que las riquezas sólo pertenecen en primer lugar y principalmente al soporte del cuerpo, mientras que la virtud de los libros es la perfección de la razón, que es propiamente la felicidad del hombre, parece que los libros para el hombre que usa su razón son más valiosos que las riquezas. Por otra parte, aquello por lo que la fe se defiende más fácilmente, se difunde más ampliamente, se predica más claramente, debería ser más deseable para los fieles. Pero esta es la verdad escrita en los libros, que nuestro Salvador demostró claramente, cuando estaba a punto de luchar con firmeza contra el Tentador, ciñéndose con el escudo de la verdad y, en efecto, de la verdad escrita, declarando «está escrito» lo que iba a decir con su voz.

Y, de nuevo, nadie duda de que la felicidad es preferible a la riqueza. Pero la felicidad consiste en la operación del más noble y adivino de los poderes que poseemos, cuando toda la mente está ocupada en contemplar la verdad de la sabiduría, que es la más deleitable de todas nuestras actividades virtuosas, como declara el príncipe de los filósofos en el décimo libro de la Ética, por lo que se considera que la filosofía tiene placeres maravillosos en cuanto a la pureza y la solidez, como continúa diciendo. Pero la contemplación de la verdad nunca es más perfecta que en los libros, donde el acto de imaginación perpetuado por los libros no sufre la operación del intelecto sobre las verdades que ha visto sufrir interrupción. Por lo tanto, los libros parecen ser los instrumentos más inmediatos del deleite especulativo, y por ello Aristóteles, el sol de la verdad filosófica, al considerar los principios de la elección, enseña que en sí mismo filosofar es más deseable que ser rico, aunque en ciertos casos, como por ejemplo cuando uno está necesitado de necesidades, puede ser más deseable ser rico que filosofar.

Además, como los libros son los maestros más aptos, como se supone en el capítulo anterior, es conveniente concederles el honor y el afecto que debemos a nuestros maestros. En fin, puesto que todos los hombres desean naturalmente saber, y puesto que por medio de los libros podemos alcanzar el conocimiento de los antiguos, que es deseable más allá de toda riqueza, ¿qué hombre que vive según la naturaleza no sentiría el deseo de los libros? Y aunque sabemos que los cerdos pisotean las perlas bajo sus pies, el sabio no se disuadirá por lo tanto de recoger las perlas que se encuentran ante él. Una biblioteca de sabiduría, entonces, es más valiosa que toda la riqueza, y todas las cosas que son deseables no pueden compararse con ella. Quien se precie de ser celoso de la verdad, de la felicidad, de la sabiduría o del conocimiento, sí, incluso de la fe, debe convertirse en un amante de los libros.

 

 

 

«La manera de prestar todos nuestros libros a los estudiantes»: primer tratado de Bibliotecología de la historia escrito por Richard de Bury

 

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«Una vez más, todos los que están enamorados del amor a los libros, piensan en el mundo y en la riqueza a bajo precio, como dice Jerónimo a Vigilantio: El mismo hombre no puede amar tanto el oro como los libros.»

 

Philobiblon: A Treatise On The Love Of Books

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Distinguido sobre todo por su celo por el aprendizaje, Richard de Bury (1287-1345) fue una figura influyente durante el reinado de Eduardo III, convirtiéndose en obispo de Durham y sirviendo en varias misiones diplomáticas en el extranjero, durante el cual acumuló muchas obras raras. El Philobiblon,  (que en griego significa “amor por los libros”) es su apasionante tratado sobre el aprendizaje y el cuidado de los libros. Presentando una queja en la voz de los libros mismos, Richard expresa sus francos puntos de vista sobre el estado actual del aprendizaje y la práctica académica.

Según el erudito P. Martin, el Philobiblon es “uno de los textos medievales más antiguos sobre el tema de la gestión de la biblioteca”. En el capítulo 19 En «primis enim libros omnes et singulos» (De la manera de prestar todos nuestros libros a los estudiantes), Bury describe las prácticas para el control de circulación entre los estudiantes de la universidad, utilizando a veces un sistema de estanterías abiertas en lugar del sistema dominante de estanterías cerradas. También habla sobre innovaciones como un catálogo, términos de préstamo y préstamos abiertos en el caso de que haya libros duplicados.

 

CAPÍTULO XIX

DE LA MANERA DE PRESTAR TODOS NUESTROS LIBROS A LOS ESTUDIANTES

 

Siempre ha sido difícil refrenar a los hombres con las leyes de la rectitud, para que la astucia de los sucesores no se esfuerce en transgredir los límites de sus predecesores, e infrinja las normas establecidas en la insolencia de la licencia. En consecuencia, con el consejo de hombres prudentes, hemos prescrito la manera en que deseamos que se permita la comunicación y el uso de nuestros libros en beneficio de los estudiantes.

Imprimis, damos y concedemos todos y cada uno de los libros, de los que hemos hecho un catálogo especial, en consideración al afecto, a la comunidad de eruditos que viven en — Hall en Oxford, como un regalo perpetuo, para nuestra alma y las almas de nuestros padres, y también para el alma del ilustrísimo Rey Eduardo III de la Conquista, y de la piadosa Reina Philippa, su consorte: con el fin de que los mismos libros se presten de vez en cuando a todos y cada uno de los eruditos y maestros de dicho lugar, tanto regulares como seculares, para el adelanto y uso del estudio, de la manera inmediatamente posterior, es decir:

Cinco de los eruditos que residan en el mencionado salón serán nombrados por el Maestro del mismo, quien tendrá a su cargo todos los libros, de los cuales cinco personas, tres y no menos, podrán prestar cualquier libro o libros para su inspección y estudio; pero para la copia o transcripción ordenamos que no se permita ningún libro fuera de las paredes de la casa. Por lo tanto, cuando algún erudito secular o religioso, que para este fin consideramos con igual favor, trate de tomar prestado algún libro, que los guardianes consideren diligentemente si tienen un duplicado de dicho libro, y si es así, que le presten el libro, tomando la prenda que a su juicio exceda el valor del libro entregado, y que se haga inmediatamente un registro de la prenda y del libro prestado, conteniendo los nombres de las personas que entregan el libro y de la persona que lo recibe, junto con el día y el año en que se hace el préstamo.

Pero si los guardianes encuentran que el libro solicitado no está duplicado, no lo prestarán a nadie, a menos que pertenezca a la comunidad de estudiosos de dicha Sala, a menos que sea para ser inspeccionado dentro de las paredes de la mencionada casa o Sala, pero no para ser llevado más allá de ella.

Pero a cualquiera de los eruditos de dicha Sala, cualquier libro puede ser prestado por tres de los mencionados guardianes, después de registrar primero, sin embargo, su nombre, con el día en que recibe el libro. No obstante, el prestatario no podrá prestar a otro el libro que se le ha confiado, salvo con el permiso de tres de los citados guardianes, y entonces se borrará el nombre del primer prestatario, y se registrará el nombre del segundo con el momento de la entrega.

Cada guardián prestará juramento de observar todas estas normas cuando entre en el cargo de los libros. Y los destinatarios de cualquier libro o libros jurarán entonces que no utilizarán el libro o libros para ningún otro propósito que no sea el de inspección o estudio, y que no tomarán ni permitirán que se tomen o se lleven fuera de la ciudad y de los suburbios de Oxford.

Además, cada año los mencionados guardianes rendirán cuentas al Señor de la Casa y a dos de sus eruditos, a quienes asociará con él, o si no tiene tiempo, nombrará tres inspectores, aparte de los guardianes, que examinarán el catálogo de libros y se asegurarán de que los tienen todos, ya sea en los propios volúmenes o, al menos, en forma de depósitos. Y la temporada más apropiada para rendir esta cuenta creemos que es desde el primero de julio hasta el festival de la traducción del glorioso mártir S. Thomas que sigue a continuación.

Añadimos esta disposición adicional, que cualquiera a quien se le haya prestado un libro, lo exhibirá una vez al año a los guardianes, y si lo desea, verá su promesa. Además, si existe la posibilidad de que un libro se pierda por muerte, robo, fraude o descuido, quien lo haya perdido o su representante o albacea pagará el valor del libro y recibirá de vuelta su depósito. Pero si de alguna manera se produce algún beneficio para los guardianes, no se aplicará a ningún propósito sino a la reparación y mantenimiento de los libros.