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En la era digital, la democracia depende de la alfabetización informacional

Badanes,Ginny «In the Digital Age, Democracy Depends on Information Literacy», Microsoft On the Issues 25 de enero de 2023. https://blogs.microsoft.com/on-the-issues/2023/01/25/information-literacy-national-news-literacy-week/.

La forma en que la gente consume noticias ha cambiado drásticamente en los últimos 20 años, en gran parte debido a la introducción de noticias y medios digitales, el crecimiento del sector tecnológico y los cambios en el modelo de negocio de las noticias locales. Esta evolución ha traído consigo muchas ventajas: la democratización y diversificación de las fuentes de noticias, un acceso más rápido a las noticias de última hora, así como conexiones y perspectivas de comunidades a las que antes no habríamos podido acceder.

Esta evolución digital también trae consigo nuevos retos para los consumidores de medios de comunicación, ya que el entorno informativo es vasto, complejo y a menudo engañoso. Cuando los supuestos sitios de noticias locales no son lo que parecen y las máquinas de propaganda difunden falsas narrativas por todo el mundo, es fácil entender por qué a los consumidores de noticias les cuesta identificar las fuentes de información y descifrar si una fuente es digna de confianza. Este es el contexto en el que las falsedades se difunden mucho más rápido que la verdad, y en el que la confianza en los medios de comunicación sigue disminuyendo.

En un estudio estadounidense de 2021, en el que se presentaron a unos 3.500 estudiantes seis tareas relacionadas con la alfabetización informacional, la inmensa mayoría tuvo problemas en todas ellas. Casi el 96% no supo identificar la conexión de un sitio web con un partido tendencioso y dos tercios fueron incapaces de distinguir las noticias de los anuncios en la página de inicio de un sitio web popular. Estas dificultades no son exclusivas de los jóvenes. En un estudio mundial realizado en 2020 por Ipsos y The Trust Project, sólo la mitad de los 20.000 adultos encuestados afirmaron que intentan asegurarse de que las noticias que consumen proceden de fuentes fiables.

No son problemas fáciles de resolver para la sociedad. Sin embargo, sabemos que las democracias prosperan cuando hay un entorno vibrante llena de ideas y debate, sobre todo cuando la comunidad se apoya en una oferta saludable de periodismo e información fidedigna. Las democracias también prosperan cuando la gente está informada, comprometida y es resistente.

Para ayudar a las personas a comprender mejor la información que consumen y a confiar en ella, investigaciones recientes han apuntado a la utilización de métodos de inoculación de información que pueden ampliarse y difundirse. Las campañas de alfabetización mediática no están diseñadas para decir a nadie lo que debe creer o cómo debe pensar, sino para equipar a la gente para que piense de forma crítica y tome decisiones informadas sobre la información que consume.

En las sociedades democráticas la biblioteca es uno de los templos del saber

«La biblioteca ha tenido como una de sus características su calidad de uso colectivo. En las sociedades democráticas la biblioteca es uno de los templos del saber. Un templo, pero no una iglesia. La diferencia es que el lector puede moverse en ella a su libre albedrío, tiene multitud de opciones. Puede encontrar un libro cuyo contenido lo domine, lo convierta en sectario de una idea, o aún de una ideología, pero encontrará tal vez otros que operen como antídoto para liberarlo de cualquier sumisión. Al entrar a ese recinto con muros cubiertos de libros el supuesto lector se interna en un espacio regido por una instancia libertaria. De repente, puede ocurrir que un lector, después de la impresión dejada por algunos libros inesperados, cambie de vida, de profesión, descubra la grisura que tiñe su vida actual e intente transformarse en otro individuo. En fin, en los estantes de una biblioteca están colocados millares de libros, para que muchas manos los tomen, las de los maestros, las de los alumnos y en algunas partes aun las de cualquier persona que así lo desee. La biblioteca debe ser un recinto ampliamente democrático, como son las que existen en todas las sedes del Instituto Cervantes.»

SERGIO PITOL
Fragmento del discurso de Sergio Pitol en la inauguración de la biblioteca del Instituto Cervantes de Sofía.

La batalla para salvar la democracia comienza en la biblioteca local: acoso, retirada de financiación y destitución de bibliotecarios

«The Battle to Save Democracy Starts at the Local Library». Bloomberg.Com, 20 de septiembre de 2022.

A medida que aumentan los esfuerzos por prohibir los libros en Estados Unidos, también lo hacen los ataques a las bibliotecas. Hay una razón por la que los extremistas antidemocráticos siguen apuntando a estas instituciones cívicas cruciales. Articulo escrito por Brooks Rainwater, presidente y director general del Urban Libraries Council.

En agosto, los votantes de Jamestown, Michigan, decidieron desfinanciar la biblioteca del pequeño municipio en lugar de permitir la lectura de ciertos libros que consideraban no apropiados.

Al igual que muchos otros ataques recientes de la guerra cultural contra las bibliotecas, éste se centró en la disponibilidad de material de temática LGBTQ: Después de que el consejo de administración de la Biblioteca Pública de Patmos se negara a prohibir un libro de memorias de la escritora y artista no binaria Maia Kobabe, los grupos conservadores locales lanzaron una campaña contra la biblioteca y su personal, lo que finalmente condujo a la revocación de una resolución sobre el impuesto sobre la propiedad de la que depende la biblioteca para la mayor parte de su financiación. Aunque se han recibido donaciones de todo el mundo, la biblioteca podría verse obligada a cerrar sus puertas el año que viene.

Historias similares han surgido en el condado de Llano (Texas), donde la bibliotecaria jefe de la sucursal de la biblioteca de Kingsland perdió su puesto de trabajo por no retirar los libros, incluida la biografía de un adolescente transexual, que algunos residentes consideraban censurables. En la biblioteca pública del condado de Campbell, en Wyoming, los residentes intentaron presentar cargos contra el director y la junta de la biblioteca por el delito de «ofrecer para su difusión material obsceno», porque había libros en la estantería como «Dating and Sex: Una guía para el adolescente del siglo XXI» y «¿Cómo se hace un bebé?».

La batalla para proteger la democracia es una lucha global que se desarrolla a nivel local, y las bibliotecas se han convertido en el campo de batalla de la misma. Son lugares que ayudan a la gente a entender el mundo en general y a salir de sus burbujas políticas y sociales. En un momento en el que las normas democráticas están siendo atacadas de forma continuada en Estados Unidos y en todo el mundo, la necesidad de abrirse a nuevas ideas es mayor que nunca.

Según un informe de abril de PEN América, más de dos docenas de estados prohibieron libros en el último año, pero sólo tres estados representan el 87% del total de incidentes de prohibición: Texas, Pensilvania y Florida. Casi la mitad de estos incidentes se produjeron a instancias de las directivas de los funcionarios estatales y de los legisladores elegidos, centrados principalmente en los libros que tratan de la raza y la sexualidad. En Florida, por ejemplo, después de que los legisladores aprobaran una ley de «Declaración de Derechos de los Padres», las escuelas públicas del condado de Collier colocaron etiquetas de advertencia para los padres en más de 100 libros.

Este silenciamiento institucionalizado de las voces negras impide que toda una franja de Estados Unidos aprenda quiénes somos como país y crea obstáculos para que los jóvenes de color y los jóvenes LGBTQ+ escuchen voces representativas de su experiencia vital.

Las prohibiciones de libros y las escaramuzas políticas sobre el acceso y la censura no son nada nuevo. Lo que ha cambiado, sin embargo, es la ferocidad de los ataques, la escala de las prohibiciones y la institucionalización del enfoque. Muchas campañas contra libros controvertidos no están impulsadas por unos pocos miembros de la comunidad enfadados, sino por los políticos con una legislación que pone a los profesores y a los bibliotecarios en el campo de batalla de las guerras culturales a nivel nacional.

La desinformación en línea y el aumento de los grupos de odio de extrema derecha se han unido para amplificar estos desafíos. Las redes sociales, en particular, ofrecen a personas de cualquier lugar -no sólo a los miembros de una comunidad local- la posibilidad de movilizarse contra los libros o la programación de las bibliotecas que consideran censurables. El ejemplo más claro es lo que ha sucedido con las horas de cuentos de Drag Queen en las bibliotecas locales de todo el país. En varias ciudades, grupos extremistas como los Proud Boys han interrumpido estos eventos de alfabetización, gritando calumnias e insultos a los asistentes.

Pero aunque los ataques a las bibliotecas y los esfuerzos por prohibir los libros están en máximos históricos, una gran mayoría de estadounidenses -demócratas, republicanos e independientes- se oponen a los esfuerzos por arrebatar los libros de sus bibliotecas públicas. ¿Cuándo fue la última vez que se vio ese tipo de apoyo político bipartidista para algo? En una encuesta de la ALA de marzo de 2022, el 71% de los encuestados se opone a las prohibiciones de libros que estamos viendo en todo el país, y el 75% confía en que sus bibliotecas locales decidan qué libros pertenecen a sus colecciones.

Esta discordancia entre lo que el público quiere y lo que obtiene degrada en lugar de construir la comunidad. Es hora de levantarse en las ciudades de todo el país y decir: «Ya está bien». Un gran número de alcaldes, directores de bibliotecas y trabajadores de primera línea del sector público están dando muestras de valor y liderazgo en todo el país. Pero necesitan más apoyo.

Los miembros de la comunidad deben implicarse más en la lucha contra los que quieren restringir el acceso a estos bienes cívicos fundamentales.

Las bibliotecas públicas son los espacios a los que acudimos para aprender nuevas ideas, experimentar culturas distintas a la nuestra, ser curiosos y convertirnos en ciudadanos mejores y más empáticos. Son pilares centrales en nuestras comunidades, en nuestra nación y en nuestra democracia. Si queremos proteger el compromiso de Estados Unidos con sus ideales de gobierno, tenemos que proteger los lugares públicos que los encarnan más perfectamente.

Alfabetización informativa y democracia

Ashley, Seth. News Literacy and Democracy. Routledge, 2019.

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Este texto introductorio subraya la importancia de la alfabetización informativa para la vida democrática y defiende que los contextos críticos relativos a las estructuras e instituciones de los medios de comunicación deberían ser fundamentales para la educación en materia de alfabetización informativa. Bajo el paraguas más amplio de la alfabetización mediática, un enfoque crítico de la alfabetización informativa busca examinar la construcción mediada del mundo social y los procesos e influencias que permiten que algunos mensajes informativos se difundan mientras otros quedan fuera. Basándose en investigaciones de diversas disciplinas, como los estudios sobre los medios de comunicación, la economía política y la psicología social, este libro pretende informar y capacitar a los ciudadanos que dependen de los medios de comunicación para que puedan participar más plenamente en la vida democrática y cívica.

El libro es una lectura esencial para los estudiantes de periodismo y alfabetización informativa y será de interés para los académicos que enseñan y estudian la alfabetización mediática, la economía política, la sociología de los medios de comunicación y la psicología política.

Bibliotecas, archivos y museos como espacios democráticos en la era digital

Audunson, R., Andresen, H., Fagerlid, C., Henningsen, E., Hobohm, H.-C., Jochumsen, H., Larsen, H., & Vold, T. (Eds.). (2020). Libraries, Archives and Museums as Democratic Spaces in a Digital Age. De Gruyter, 2020

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Las bibliotecas, los archivos y los museos han sido tradicionalmente parte de la infraestructura de la esfera pública. Lo han sido por proporcionar acceso público a la cultura y el conocimiento, por ser agentes de ilustración y por ser lugares de encuentro público en sus comunidades. La digitalización y la globalización plantean nuevos retos en relación con el mantenimiento de una esfera pública sostenible. ¿Pueden las bibliotecas, los archivos y los museos contribuir a superar estos retos?

Bibliotecas como puentes que conectan a las personas: las bibliotecas como infraestructura invisible

Libraries as Bridges

https://librariesasbridges.org/

La Biblioteca Pública de Nueva York y la Biblioteca Pública de Memphis están colaborando actualmente en Libraries as Bridges (Las bibliotecas como puentes), una iniciativa cuyo objetivo es fortalecer y comunicar mejor el impacto cívico de las bibliotecas públicas.

Como afirma Daphna Blatt is the Senior Director of Strategy & Public Impact de The New York Public Library. «Las bibliotecas públicas son un tejido conectivo encarnado físicamente: caminos que conectan a las personas con la información y las ideas, con los recursos y las oportunidades. Son puentes que conectan a las personas entre sí, uniéndonos a través de espacios y recursos compartidos, experiencias compartidas e intereses y esfuerzos comunes. En estos espacios públicos tan acogedores e inclusivos, los usuarios leen, estudian y se inspiran junto a una muestra representativa de su comunidad. Además de estos encuentros cotidianos, los programas de las bibliotecas crean oportunidades para que los usuarios hablen y actúen juntos, más allá de sus diferencias.»

Libraries as Bridges es una red de aprendizaje compuesta por profesionales de las bibliotecas que busca articular y avanzar en el papel que desempeñan las bibliotecas en la promoción de la cohesión social, la renovación cívica y los ideales democraticos. El trabajo inicial se centra en la creación de un conjunto de herramientas en línea donde los profesionales pueden conectarse a estudios de casos y mejores prácticas para los programas de las bibliotecas con impacto cívico, orientación para comunicarse con las partes interesadas externas y colaborar entre sí.

El objetivo de la propuesta es:

  • Desarrollar una comprensión compartida del impacto
  • Desarrollar una agenda común
  • Establecer un sistema de medición
  • Crear una herramienta o plataforma de comunicación
  • Que los sistemas de bibliotecas se comprometan a comprometerse de forma significativa y de una manera que pueda ser comunicada ampliamente para inspirar a otros sistemas de bibliotecas a unirse al esfuerzo

Cada una de estas instituciones puede desempeñar, y en algunos casos ya lo está haciendo, un papel crucial en la labor de construcción de la cohesión social, la promoción de la renovación cívica y la promoción de los ideales de una democracia saludable.

Blatt añade «Los valores de las bibliotecas contemporáneas de acogida universal, condiciones de acceso equitativas y un pacto de confianza mutua con los miembros de su comunidad pueden influir positivamente en la forma en que los usuarios se relacionan con las instituciones públicas en general. El principio de que todos los miembros de la comunidad tienen el mismo e invariable derecho a estar presentes en la biblioteca y a participar en ella pone de relieve el poder cívico de los individuos, como ciudadanos que dan vida y vitalidad a las infraestructuras públicas al utilizarlas e infundirles sus necesidades y esperanzas.»

Las bibliotecas como puentes crean nuevas oportunidades de diálogo con los líderes locales de todo el país a medida que avancen los trabajos, ayudando a aprovechar de forma colaborativa el impacto cívico de las bibliotecas al máximo.

Las bibliotecas, los archivos y los museos como espacios democráticos en un entorno digital

Henningsen, E., R. Audunson, et al. [e-Book] Libraries, Archives and Museums as Democratic Spaces in a Digital Agenull, De Gruyter, 2020.

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Las bibliotecas, los archivos y los museos han formado tradicionalmente parte de la infraestructura de la esfera pública. Lo han sido por proporcionar acceso público a la cultura y el conocimiento, por ser agentes de ilustración y por ser lugares de encuentro público en sus comunidades. La digitalización y la globalización plantean nuevos retos en relación con el mantenimiento de una esfera pública sostenible. ¿Pueden las bibliotecas, los archivos y los museos contribuir a superar estos retos?

¿Un último bastión del espacio público? La lucha por la supervivencia de la biblioteca de Wellington

A last bastion of public space? Why the fight over Wellington’s library was so fiery by Salene Schloffel-Armstrong, The Spinoff 2021

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La disputa que se produjo en torno a la propuesta de vender espacio para oficinas en la Biblioteca Central de Wellington hizo que confluyeran las preocupaciones sobre el espacio público y la infraestructura social, escribe Salene Schloffel-Armstrong, geógrafa urbana que investiga el papel de las bibliotecas públicas en las ciudades.

La Biblioteca Central de Wellington ha sido el centro de una disputa cada vez más agria en las últimas semanas, después de que el ayuntamiento votara a favor de vender parte del edificio de la biblioteca como espacio de oficinas. En respuesta a la fuerte y amplia condena pública, varios concejales cambiaron de opinión y la biblioteca recibió un indulto.

¿Por qué el debate sobre una pequeña parte de este único edificio de la biblioteca -ya sea la estructura actual o un futuro edificio imaginado- fue tan polarizante y emotivo?

La forma de hablar de las bibliotecas públicas en Nueva Zelanda ha cambiado en los últimos años, centrándose cada vez más en el gran número de servicios que ofrecen las bibliotecas y en los amplios beneficios sociales de estos espacios. En los años noventa temíamos que la digitalización generalizada de los recursos condujera a la desaparición del edificio de la biblioteca. Esto no ha sucedido, sino que vemos un resurgimiento de la atención hacia los elementos sociales de las bibliotecas físicas. La gama de servicios que se prestan en las sucursales de las bibliotecas -como las clases de informática para los ancianos, las sesiones de rimas para niños pequeños o los clubes de lectura para personas sin hogar- son ahora más conocidos y apoyados.

Sin embargo, la actitud de la población hacia las bibliotecas sigue estando polarizada, ya que un número importante de neozelandeses se mantiene firme en su opinión de que las bibliotecas son espacios y servicios obsoletos que suponen una merma de los fondos públicos. Sin embargo, la defensa vehemente de las bibliotecas parece ser tan fuerte como -o más fuerte que- la disidencia. En todo el mundo, cuando una biblioteca se ve amenazada, surgen campañas localizadas muy visibles: véase el movimiento Save Our Libraries (Salvemos nuestras bibliotecas), que se defendió con fuerza en 2018 cuando la Universidad de Auckland se propuso cerrar algunas de sus bibliotecas especializadas.

Este cambiante panorama de debate ha alterado las fronteras de la defensa de los partidarios de los sistemas de bibliotecas públicas. Después de la votación del consejo de Wellington el 18 de febrero, en lugar de argumentar con toda la razón la existencia de un edificio de biblioteca, el debate pasó a centrarse en cómo el «carácter público» de la biblioteca pública es fundamental para su valor. La propuesta de vender una parte del espacio del edificio de la biblioteca existente fue propuesta por el alcalde Andy Foster como una medida necesaria de reducción de costes que permitiría reabrir la biblioteca central más rápidamente. Aunque el alcalde negó que se estuviera privatizando un bien público, varios concejales se apresuraron a señalar que eso es precisamente lo que sería. La respuesta a esta propuesta -después de que la privatización de la biblioteca fuera rechazada por el mismo consejo en julio del año pasado- ha provocado una indignación generalizada y una defensa apasionada de la propiedad pública de la biblioteca central.

Las bibliotecas han sido descritas como «el último espacio verdaderamente público» en las ciudades contemporáneas. La posición de la biblioteca como un lugar no comercial poco frecuente en la ciudad que ofrece a la gente un acceso equitativo a los recursos, pero también ayuda a cubrir necesidades básicas como el uso de un baño o tener un lugar donde resguardarse. Como lugar expresamente diseñado para servir a su comunidad en general, la biblioteca ofrece servicios a los usuarios independientemente de su situación económica, su ciudadanía o su lugar de residencia. Como señala el geógrafo Kurt Iveson, las bibliotecas permiten «una diversidad de usuarios y una diversidad de usos» dentro de un mismo espacio. En la biblioteca todo el mundo puede ser usuario y participar en la vida pública. Esto se debe en parte a su enfoque no comercial y a la financiación continua por parte de funcionarios elegidos democráticamente (al menos en Nueva Zelanda) que responden ante un público más amplio.

Sin embargo, hay que reconocer que los sistemas bibliotecarios tienen un legado directo y continuo basado en proyectos en torno a la educación, y una visión idealizada de ellos como espacios neutrales y completamente equitativos no es particularmente veraz, ni útil. Aunque la puesta en práctica real de la inclusión varía en función de la biblioteca y de las interacciones específicas con el personal, muchas bibliotecas neozelandesas se han esforzado por ofrecer servicios a las comunidades marginales y vulnerables. En términos más generales, en el debate sobre el lugar de las bibliotecas en la ciudad, su enfoque en los recursos colectivos, el espacio compartido y el libre acceso las ha convertido en un fuerte símbolo de resistencia contra la invasión de la propiedad privada y los recursos individualizados. Dado que la biblioteca se siente como el último bastión del espacio público frente a la lógica aplastante de la propiedad privada, individual y corporativa, los intentos de introducir intereses comerciales en el espacio bibliotecario con razón ponen nerviosos a muchos.

El debate en torno a la biblioteca de Wellington es un símbolo de batallas ideológicas más amplias sobre la propiedad privada y la prestación de servicios sociales. Sin embargo, este debate es también fundamentalmente sobre un edificio concreto. Para entender cómo se entrecruzan ambos, debemos mirar el contexto global y nacional.

Aunque muchos sistemas bibliotecarios de todo el mundo están luchando por seguir recibiendo fondos, en las últimas décadas también ha crecido la tendencia a construir nuevos edificios bibliotecarios «emblemáticos». Estos edificios emblemáticos sustituyen a los edificios centrales de las bibliotecas de las ciudades y reflejan los principios de lo que la antropóloga estadounidense Shannon Mattern denominó la tercera ola de diseño de bibliotecas. Estas bibliotecas prestan libros, pero también son lugares de reunión pública, puntos de acceso a diversos servicios sociales y zonas de cafetería, así como atracciones turísticas arquitectónicas por derecho propio. Cada vez más, estas bibliotecas emblemáticas actúan como lo que Mattern denomina «anclas ciudadanas», piezas centrales en los proyectos de reordenación urbana. Esta tendencia a la construcción de bibliotecas emblemáticas puede verse claramente en toda Escandinavia, con la aparición de nuevos complejos bibliotecarios en Helsinki, Oslo y Aarhus en los últimos 20 años.

Estos megaproyectos de bibliotecas suelen ser clave en los planes de revitalización de la identidad de las ciudades y se convierten en elementos altamente simbólicos del espacio urbano. Por ejemplo, la nueva biblioteca central de Helsinki, Oodi, se inauguró en 2018 para conmemorar el aniversario de la ciudad. Oodi se describe en su página web como «un lugar de encuentro vivo», «parte de un centro cultural y mediático» que está «justo en el corazón de Helsinki». La identidad de la Helsinki contemporánea está estrechamente ligada a este nuevo centro bibliotecario.

Más cerca de casa, podemos mirar, por supuesto, a Tūranga, la recién inaugurada biblioteca central de Christchurch.

La construcción de Tūranga se llevó a cabo como un proyecto ancla de la reconstrucción de la ciudad. Aunque Tūranga no se libró de estos debates polarizantes sobre la financiación de las bibliotecas, la mayor parte de las críticas previas a su apertura han desaparecido, dando paso a un amplio apoyo de la comunidad al edificio y sus servicios. Tūranga ha sido un gran éxito como buque insignia, con un número de visitas a la biblioteca muy superior al previsto, y también ha ganado varios premios internacionales de arquitectura y diseño.

Las bibliotecas emblemáticas se han convertido en algo cada vez más simbólico, tanto como baluartes del espacio público en la ciudad, como en iteraciones específicas de identidades urbanas únicas. Esto carga aún más de presión a los debates como el que acaba de tener Wellington, con Tūranga representando para diferentes facciones o bien una dirección a seguir, o bien una gran inversión a evitar. Sin embargo, Wellington también se encuentra actualmente en una crisis de infraestructuras, con una serie de sistemas clave de la ciudad que se están rompiendo y que requieren simultáneamente una inversión masiva. Como señalan las concejalas Tamatha Paul y Rebecca Matthews, en los debates sobre la financiación, la realidad tangible de las aguas residuales y otras formas de infraestructura dura se han convertido en armas para argumentar en contra de la importancia de otros servicios. Se está estableciendo un debate binario que no tiene en cuenta la importancia de las infraestructuras blandas o sociales en las zonas urbanas.

Los beneficios de las bibliotecas y lo que permiten como espacio a menudo solo se hacen tangibles después de que hayan desaparecido. Esto se ha visto ampliamente en el Reino Unido, donde solo en 2018, casi 130 bibliotecas fueron cerradas o pasaron de su gobierno local a otra organización en procesos de privatización o lo que se ha llamado «voluntariado». Resultado: reducción de las colecciones de libros, menos sucursales físicas de las bibliotecas abiertas para servir a sus comunidades y una severa reducción de las horas de acceso para las que permanecen abiertas.

La introducción de intereses privados en estos espacios replantea los servicios públicos como pasivos financieros en lugar de activos colectivos que hay que mantener. Incluso estos intentos parciales de privatizar las bibliotecas públicas en Nueva Zelanda pueden iniciar el camino hacia la reducción del acceso a los libros, los servicios y el espacio comunitario, para todos.

Como señaló en Twitter Rebecca Kiddle, al perder la propiedad pública sobre parte del edificio de la biblioteca, se pierden los procesos democráticos que dictan cómo se utiliza ese espacio. Esos derechos colectivos sobre determinados lugares de la ciudad son cada vez más difíciles de recuperar. Una capital que cuenta con infraestructuras duras que funcionan, pero que carece de espacios públicos y sociales para sus comunidades, no se ajusta a mi definición de centro urbano exitoso. Mantener una biblioteca central como bien público proporciona un espacio para que todos los residentes de Wellington formen parte del tejido urbano, independientemente de sus recursos. Mientras reconstruimos nuestras ciudades tras Covid-19, espero que los espacios para la comunidad -espacios que combaten el aislamiento social y que son inclusivos para públicos enteros- sean considerados como una prioridad, no como una idea de última hora.

Democracia y noticias falsas: manipulación de la información y política de la posverdad

Giusti, Serena Piras, Elisa (editors). Democracy and Fake News : Information Manipulation and Post-Truth Politics, [e-Book]. Routledge, 2021

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Este libro explora los retos que la desinformación, las noticias falsas y la política de la posverdad plantean a la democracia desde una perspectiva multidisciplinar. Los autores analizan e interpretan cómo el uso de la tecnología y los medios sociales, así como la aparición de nuevas narrativas políticas, han ido cambiando progresivamente el panorama informativo, socavando algunos de los pilares de la democracia. El volumen arroja luz sobre algunas cuestiones de actualidad relacionadas con las fake news, contribuyendo así a una comprensión más completa de su impacto en la democracia. En la introducción, los editores ofrecen algunas definiciones orientativas de la política de la posverdad, construyendo un marco teórico en el que se pueden entender varios aspectos diferentes de las noticias falsas.

A continuación, el libro se divide en tres partes: La parte I ayuda a contextualizar los fenómenos investigados, ofreciendo definiciones y discutiendo conceptos clave, así como aspectos vinculados a la manipulación de los sistemas de información, considerando especialmente su repercusión en la democracia. La Parte II considera los fenómenos de desinformación, fake news y política de la posverdad en el contexto de Rusia, que surge como un laboratorio donde se pueden desglosar y analizar las fases de creación y difusión de las fake news; en consecuencia, la Parte II también reflexiona sobre las formas de contrarrestar la desinformación y las fake news. La Parte III parte de estudios de caso en Europa Occidental y Central para reflexionar sobre la dificultad metodológica de investigar la desinformación, así como para abordar la delicadísima cuestión de la detección, el combate y la prevención de las fake news. Este libro será de gran interés para estudiantes y estudiosos de la ciencia política, el derecho, la filosofía política, el periodismo, los estudios de los medios de comunicación y la informática, ya que ofrece un enfoque multidisciplinar para el análisis de la política de la posverdad.

Del Homo Videns al Homo Twitter. Democracia y redes sociales

 

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César Cansino, Jorge Calles Santillana, Martín Echeverría
Editores. Del Homo Videns al Homo Twitter. Democracia y redes sociales. Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2016

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Si la escritura y la lectura permitieron el máximo desarrollo de las facultades del Homo Sapiens, la recepción pasiva de imágenes lo involucionó sin remedio. Ahora, Twiter restituye a los ciudadanos su centralidad política largamente escamoteada por los políticos profesionales, todo lo cual estimula a la democracia representativa.

Y junto con Twitter ha emergido el Homo Twitter, que como tal está a la espera de ser teorizado de manera persuasiva, pues al igual que el Homo Videns sartoriano, es indudable que Twitter marca un parteaguas evolutivo de la mayor trascendencia para la humanidad.

El Libro es un compilado acerca del impacto de las redes sociales en la democracia. Incluye reflexiones e investigación empírica sobre el estado de la democracia, el papel de las redes en la misma, y su desempeño en México.