Travis, John, Katie Langin, Jocelyn Kaiser, y Meredith Wadman. «Mass Firings Decimate U.S. Science Agencies.» Science, 18 de febrero de 2025. https://www.science.org/content/article/mass-firings-decimate-u-s-science-agencies
La ola de despidos masivos de científicos federales en Estados Unidos, desencadenada el 13 de febrero de 2025 bajo la administración de Donald Trump, ha generado un gran revuelo, tanto a nivel personal como profesional, entre los afectados. Los despidos no solo han impactado a científicos de carrera temprana, sino también a veteranos con experiencia que habían sido recientemente promovidos.
En total, las agencias científicas federales, como los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Fundación Nacional de Ciencia (NSF), han sufrido una reducción drástica de personal.
La justificación de la administración se centra en la necesidad de aumentar la eficiencia del gobierno federal. Según los defensores de la medida, los despidos se basan en una evaluación de desempeño y apuntan a empleados que no han demostrado ser esenciales. Sin embargo, muchos de los despidos afectan a científicos altamente capacitados que habían sido reclutados con el propósito de mejorar la investigación en áreas críticas como la salud pública, la agricultura y la tecnología nuclear.
Por ejemplo, la situación en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) refleja el caos generado por la ejecución de estos despidos. Inicialmente, se planeaba despedir a más de 1.500 empleados, pero después de una serie de controversias y protestas internas, el número de despidos se redujo a menos de 1.200, al calificar a algunos de esos trabajadores como «esenciales». En el CDC, se había previsto el despido de alrededor de 1.300 empleados, pero también se redujo el número a aproximadamente 750. Sin embargo, a pesar de estas modificaciones, los recortes siguen siendo significativos y están afectando a equipos clave dentro de la salud pública y la vigilancia epidemiológica.
Los despidos no solo han generado tensión dentro de las agencias gubernamentales, sino que también han suscitado un debate más amplio sobre el valor y el futuro de la ciencia y la investigación pública en EE. UU. Shirley Tilghman, bióloga molecular y expresidenta de la Universidad de Princeton, calificó estos recortes como una «tragedia nacional», subrayando que se están tomando decisiones que no comprenden el verdadero valor de la investigación científica y su impacto en la sociedad.
El impacto personal también ha sido devastador. Los científicos despedidos han expresado su ansiedad y preocupación por el futuro. Muchos se encuentran luchando con la incertidumbre financiera, con hipotecas, pagos de automóviles y otros gastos que deben cubrir mientras buscan nuevas oportunidades en un mercado saturado de científicos recién despedidos. Algunos han señalado que la forma abrupta y desorganizada en que se implementaron los despidos impidió que pudieran hacer la transición de manera ordenada, con la pérdida de acceso a sus datos y proyectos de investigación en curso.
Un aspecto particularmente problemático de los despidos es la manera en que se gestionaron, con cartas de despido que alegaban «bajo desempeño», aunque muchos de los científicos despedidos nunca tuvieron una evaluación formal de su rendimiento. Además, se ha señalado que los empleados en periodo de prueba, que tienen menos protección laboral, fueron los más afectados. Sin embargo, varios expertos en derecho laboral, como Risa Lieberwitz, de la Universidad de Cornell, han argumentado que estos despidos contravienen las regulaciones federales, ya que la intención del periodo de prueba es evaluar el rendimiento de los empleados antes de otorgarles una posición permanente, no despedirlos arbitrariamente.
El caos no se limitó a los despidos. En muchos casos, empleados esenciales en campos clave, como la investigación de enfermedades infecciosas o la investigación agrícola, fueron incluidos en las listas de despidos y luego eliminados en el último minuto, evitando consecuencias aún más graves. En algunos casos, esto resultó en la paralización temporal de programas vitales, como la investigación sobre la gripe aviar o programas de formación en respuesta a epidemias, que fueron casi interrumpidos debido a la pérdida de personal experimentado.
Mientras tanto, los sindicatos y grupos de defensa de los derechos laborales han comenzado a presentar demandas colectivas en un intento por frenar los despidos. A pesar de los esfuerzos por organizar la resistencia legal, muchos científicos despedidos sienten que la administración no entiende las implicaciones a largo plazo de reducir el personal de agencias de investigación científica. La incertidumbre sobre la validez legal de los despidos persiste, y el Congreso podría intervenir para restaurar parte de los fondos para estas agencias científicas.
La situación también ha puesto en tela de juicio las prioridades del gobierno de Trump con respecto a la ciencia y la tecnología, en un momento crítico en que la investigación científica es fundamental para abordar desafíos globales, como pandemias, crisis de salud pública y cambio climático. Sudip Parikh, director ejecutivo de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), indicó que estos despidos no son parte de un plan estratégico, sino más bien un esfuerzo desordenado e improvisado que carece de visión a largo plazo sobre las necesidades de la ciencia.
En conclusión, mientras que la administración Trump defiende estos recortes como un intento de hacer más eficiente al gobierno, muchos científicos y expertos aseguran que estos despidos masivos no solo perjudicarán el progreso científico de EE. UU., sino que también contribuirán a la pérdida de talento en un campo que requiere experiencia, dedicación y estabilidad para enfrentar los grandes retos del futuro.