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La IA llegará a consumir hasta el 12 % del consumo eléctrico total de Norteamérica hacia el 2040.

CNET. 2025. “AI Is the ‘Biggest Driver’ of Electricity Use in North America, a New Energy Report Shows.CNET, octubre 2025. https://www.cnet.com/tech/services-and-software/ai-is-the-biggest-driver-of-electricity-use-in-north-america-a-new-energy-report-shows/

La demanda de electricidad en Norteamérica está siendo impulsada de forma creciente por la expansión de centros de datos dedicados a la inteligencia artificial (IA). Según un nuevo informe citado por CNET, se proyecta que estos centros, por sí solos, puedan llegar a representar hasta el 12 % del consumo eléctrico total de Norteamérica hacia el 2040.

Este aumento masivo del consumo no es casual: los algoritmos de IA requieren enormes recursos computacionales y un suministro constante de electricidad para alimentar GPUs de alto rendimiento, mantener servidores y sistemas de refrigeración, así como garantizar disponibilidad continua. Esa necesidad energética coloca a la IA como la “principal fuerza motriz” detrás del crecimiento de la demanda eléctrica en la región.

Esos centros de datos, que albergan miles de ordenadores para gestionar todo, desde el entrenamiento de modelos de IA hasta la respuesta a tus solicitudes de ChatGPT, Gemini y Sora, consumirán no solo megavatios de electricidad, sino también millones de galones de agua y miles de acres de tierra.

El impacto ya empieza a notarse en los sistemas energéticos: en Estados Unidos, los centros de datos representan una parte sustancial del crecimiento previsto en demanda eléctrica de aquí a 2030. Si continúa esta tendencia, la presión sobre la red eléctrica, la necesidad de más generación, infraestructura y inversiones energéticas será mayor. Eso plantea retos de sostenibilidad, pues buena parte de esta electricidad todavía proviene de fuentes fósiles, lo que implica un aumento de emisiones y de la huella ambiental ligada al “boom” de la IA.

En julio, la administración Trump publicó lo que denomina el Plan de Acción de IA de Estados Unidos, en el que insta a acelerar la construcción de centros de datos, dejando en segundo plano las cuestiones normativas. «El sistema de permisos medioambientales y otras normativas de Estados Unidos hacen que sea casi imposible construir esta infraestructura en el país con la rapidez necesaria».

Pero a pesar del rápido avance de la IA y del retroceso de la administración Trump en materia de regulaciones medioambientales en Estados Unidos, la empresa prevé que las emisiones globales se reducirán un 63 % para 2060. El informe estima que lo que está sucediendo en Estados Unidos tendrá un mayor efecto en el país, con un retraso de unos cinco años en la reducción de emisiones, y no tanto en los objetivos mundiales de energía limpia.

En definitiva —y según lo que denuncia el informe citado por CNET—, la expansión de la inteligencia artificial no es neutra en términos energéticos: su demanda creciente transforma la estructura del consumo eléctrico en Norteamérica, lo que pone en evidencia la necesidad de replantear políticas energéticas, promover el uso de energías renovables y diseñar una gobernanza de la IA que tenga en cuenta su impacto ambiental.

Consideraciones sobre el impacto ambiental de la IA en la ciencia

Albornoz, Denisse; Natalia Norori. Considerations on the environmental impact of AI in science. Working Paper, International Science Council, septiembre de 2025. DOI:10.24948/2025.10.

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El informe analiza las consecuencias ambientales del uso de inteligencia artificial en la investigación científica. Propone marcos conceptuales, metodologías de evaluación aplicables y estrategias para reducir la huella ecológica de los proyectos científicos impulsados por IA. Está dirigido a investigadores, instituciones y responsables de políticas interesados en comprender tanto los costos ambientales como las formas de mitigarlos.

En primer lugar, el informe ofrece una visión integral del ciclo de vida de una aplicación de IA en ciencia, desde la recolección y preparación de datos, pasando por el entrenamiento de modelos, hasta su despliegue, mantenimiento y eventual reemplazo. Se enfatiza que los impactos ambientales no se limitan al consumo inmediato de energía (por ejemplo, la electricidad necesaria durante el entrenamiento de los modelos), sino que abarcan también efectos indirectos o de “rebound”, como la creación de nuevos datasets para satisfacer demandas crecientes, la necesidad de hardware de alto consumo energético y los costos asociados a refrigeración, infraestructura de servidores y transporte.

El informe subraya además que la evidencia empírica detallada sobre los impactos ambientales específicos sigue siendo limitada, lo que dificulta estimar con precisión métricas como emisiones de carbono o consumo de agua en muchos proyectos científicos con IA. Ante esta falta de datos, es necesario apoyarse en modelos, simulaciones o ejemplos aislados, lo que restringe la generalización. Sin embargo, los autores presentan herramientas conceptuales para que científicos e instituciones puedan evaluar sus propios proyectos: plantillas de estimación, criterios de transparencia, métricas de consumo energético, huella de carbono, uso de hardware, ubicación geográfica (que afecta la eficiencia energética), entre otras.

Una aportación destacada del documento es su énfasis en alternativas más “frugales” o ligeras para determinados usos de IA, especialmente en contextos con menos recursos. Se promueven modelos más pequeños, entrenamientos locales o descentralizados, reutilización de modelos previamente entrenados, optimización de hardware y técnicas que reduzcan el consumo energético, como el ajuste fino en lugar del entrenamiento completo o la eficiencia algorítmica. Estas estrategias no solo disminuyen el impacto ambiental directo, sino que también fomentan la inclusión, permitiendo que centros de investigación en países con recursos limitados puedan participar activamente sin generar costos ecológicos excesivos.

Finalmente, el informe ofrece recomendaciones estratégicas para investigadores, instituciones y responsables de políticas: incorporar evaluaciones ambientales desde la fase de diseño de los proyectos de IA, transparentar los costos ecológicos en los informes científicos, fomentar políticas institucionales que promuevan el uso eficiente de la IA, invertir en infraestructuras energéticamente sostenibles, impulsar estándares comunes de medición de impacto y considerar la justicia ambiental, evaluando cómo las decisiones tecnológicas pueden afectar de manera desigual a distintas regiones, especialmente aquellas con menor capacidad técnica o energética.

El 71% de los estadounidenses teme que la IA deje a «demasiadas personas sin trabajo de forma permanente»

«71% of Americans Fear That AI Will Put Too Many People Out of Work PermanentlyZDNet, 2025. https://www.zdnet.com/article/71-of-americans-fear-that-ai-will-put-too-many-people-out-of-work-permanently/.

Un estudio de ZDNet revela que el 71% de los estadounidenses teme que la inteligencia artificial (IA) elimine permanentemente demasiados empleos.

Un reciente sondeo realizado por Reuters e Ipsos revela que la mayoría de los estadounidenses está preocupada por los posibles impactos de la inteligencia artificial (IA) en diversos ámbitos, como el mercado laboral y la estabilidad política. La encuesta, realizada a 4,446 adultos en Estados Unidos, indica que el 71% teme que la IA desplace permanentemente a un número inaceptablemente alto de trabajadores, especialmente en roles de procesamiento de información y comunicación, como traductores y representantes de servicio al cliente. Esta preocupación coincide con predicciones de líderes del sector tecnológico, como los CEOs de Anthropic, OpenAI y Amazon, sobre el potencial de sus herramientas de IA para reemplazar a trabajadores humanos. Hasta el momento, los efectos concretos sobre el empleo han sido limitados, aunque algunos recién graduados en informática han encontrado más dificultades para ingresar al sector tecnológico.

Sin embargo, también hay un reconocimiento de que la IA podría generar nuevos empleos y mejorar la productividad en ciertos sectores. A pesar de ello, persiste la preocupación sobre cómo se gestionará la transición laboral y si los trabajadores podrán adaptarse a los cambios tecnológicos., el 60% de los participantes cree que la IA podría afectar.

El sondeo también señala otras inquietudes sobre la IA. Más del 77% de los encuestados temen el “caos político” que podrían generar rivales internacionales de Estados Unidos mediante el uso de estas herramientas. Este temor se fundamenta en la proliferación de deepfakes y modelos avanzados de texto a voz que facilitan la suplantación de personas y la manipulación de la opinión pública. Por ejemplo, el informe anual de OpenAI de 2025 documenta operaciones de origen probablemente chino que utilizaron ChatGPT para generar publicaciones y comentarios falsos en redes sociales con fines políticos..

Además, la encuesta refleja preocupaciones sobre la erosión de las relaciones interpersonales debido a los compañeros virtuales impulsados por IA (66%) y sobre el alto consumo energético de estas tecnologías (61%). En conjunto, estos hallazgos subrayan que la sociedad estadounidense percibe la IA no solo como un desafío laboral, sino también como un riesgo político, social y ambiental que requiere atención y regulación..

Google revela el costo ambiental de Gemini: menos energía por consulta, pero más emisiones globales

Crownhart, Casey. 2025.In a First, Google Has Released Data on How Much Energy an AI Prompt Uses.” MIT Technology Review, August 21, 2025. https://www.technologyreview.com/2025/08/21/1122288/google-gemini-ai-energy

Google ha publicado un informe técnico detallado sobre la huella ambiental de su modelo de IA Gemini, destacando métricas clave como energía, emisiones de carbono y consumo de agua por cada consulta de texto, algo poco común entre empresas del sector

Según este estudio, la consulta mediana de texto en Gemini utiliza aproximadamente 0,24 vatios-hora, una cifra equivalente a ver la televisión durante menos de nueve segundos. Además, la emisión de carbono por consulta es de 0,03 gramos de CO₂ equivalente, y el consumo de agua asciende a 0,26 ml, es decir, alrededor de cinco gotas.

Estos avances reflejan una mejora notable en eficiencia: en el último año, el consumo energético por consulta cayó 33 veces, mientras que la huella de carbono disminuyó 44 veces, todo esto mientras mejoraba la calidad de las respuestas de Gemini

Google atribuye estos logros a una estrategia integral que abarca desde el diseño de hardware y algoritmos más eficientes hasta mejoras en modelos y centro de datos alimentados por energías limpias .

No obstante, expertos han planteado críticas sobre el enfoque de Google, señalando que sus estimaciones podrían ser engañosas, ya que omiten impactos indirectos como el uso de agua adicional y una contabilización optimista de las emisiones de carbono (basada en el mercado).

Aun así, a pesar de la aparente eficiencia por consulta, el consumo total de energía y agua sigue siendo relevante, especialmente considerando la escala global del uso de IA

Finalmente, aunque la empresa ha avanzado en eficiencia y transparencia, su huella global de emisiones ha aumentado —un 51 % desde 2019— principalmente por la creciente demanda energética derivada del uso de IA y el crecimiento de sus centros de datos

La demanda de electricidad de los centros de datos por el auge de la inteligencia artificial (IA) se duplicará para 2030.

Melo, María Florencia. “La IA dispara el consumo energético global.Statista, 11 de abril de 2025. https://es.statista.com/grafico/34292/generacion-de-electricidad-para-abastecer-los-centros-de-datos-por-fuente-de-energia/.

Un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) advierte que la demanda de electricidad de los centros de datos —especialmente por el auge de la inteligencia artificial (IA)— se duplicará para 2030. Se espera que casi la mitad de esta energía provenga de fuentes renovables como la solar, eólica e hidráulica, aunque el gas natural, el carbón y la energía nuclear seguirán teniendo un papel importante.

La revolución tecnológica liderada por la inteligencia artificial (IA) está generando transformaciones profundas en el ámbito energético. Según un informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA) en abril de 2025, la demanda eléctrica de los centros de datos —infraestructuras esenciales para el funcionamiento de la IA, la computación en la nube, el almacenamiento de datos y los servicios digitales— se duplicará con creces en los próximos cinco años.

El aumento de la demanda no será uniforme a nivel global. En países como Estados Unidos, Japón o Malasia, se prevé que los centros de datos representen entre una quinta parte y más de la mitad del incremento total en el consumo eléctrico.

El gráfico de Statista muestra que a nivel global el consumo de electricidad de los centros de datos aumentará notablemente entre 2025 y 2035. China seguirá dependiendo del carbón más que Estados Unidos, que recurrirá más al gas natural y reducirá su uso de carbón. Ambos países aumentarán considerablemente su generación a partir de fuentes solares y eólicas.

El aumento en el uso de energía trae consigo una consecuencia directa: las emisiones de carbono. Actualmente, los centros de datos emiten unas 180 millones de toneladas de CO₂ indirectamente, lo que representa un 0,5 % de todas las emisiones globales relacionadas con la combustión. Esta cifra podría aumentar si no se adoptan medidas correctoras.

No obstante, la IEA subraya que la IA no es solo parte del problema, sino también parte de la solución. Si se aplica correctamente, puede contribuir a optimizar redes eléctricas, reducir el consumo en industrias clave y acelerar el desarrollo de tecnologías limpias como baterías de alta capacidad o sistemas solares más eficientes.

El consumo de energía de la inteligencia artificial se dispara junto con la huella climática

Metz, Cade. “Artificial Intelligence’s Energy Use Is Skyrocketing — Along with Its Climate Footprint.” MIT Technology Review, May 20, 2025. https://www.technologyreview.com/2025/05/20/1116327/ai-energy-usage-climate-footprint-big-tech/.

La inteligencia artificial está generando una demanda energética descomunal. A medida que los modelos se vuelven más grandes y se utilizan con mayor frecuencia, los centros de datos necesitan más electricidad que nunca.

En 2022, consumieron alrededor de 460 teravatios-hora (TWh), pero se estima que esa cifra superará los 1.000 TWh para 2026, lo cual equivale al consumo eléctrico anual de un país como Japón. En la actualidad, la IA representa ya hasta el 20 % del uso energético de los centros de datos, y se prevé que alcance el 50 % antes de que termine el año.

Además de la electricidad, el enfriamiento de los centros de datos exige enormes cantidades de agua. Muchos de ellos utilizan sistemas de refrigeración por evaporación que requieren cientos de miles de litros diarios. Se calcula que el uso de agua asociado a la IA podría ascender a entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos anuales para 2027, más que el consumo total del Reino Unido. En 2022, solo Google, Meta y Microsoft usaron en conjunto más de 2.200 millones de metros cúbicos de agua, a menudo en zonas propensas a la sequía.

El impacto climático también es preocupante. Entrenar grandes modelos de IA, como GPT-3, puede emitir tanto CO₂ como varios cientos de vuelos de larga distancia. Aunque las empresas tecnológicas han prometido usar fuentes renovables o incluso energía nuclear, las emisiones totales siguen aumentando. Por ejemplo, las emisiones de Google aumentaron un 48 % entre 2019 y 2023 debido en gran parte al crecimiento de la IA y de sus centros de datos.

Si bien se están logrando mejoras en la eficiencia de los chips y en la gestión de los centros de datos, existe el riesgo de un “efecto rebote”: si hacer cada tarea es más barato y rápido, se hacen muchas más, lo que termina aumentando el consumo global. Por otro lado, la IA también podría contribuir a combatir el cambio climático si se aplica a la optimización de redes eléctricas, energías renovables o captura de carbono. Sin embargo, estos beneficios podrían quedar neutralizados por los altos costes energéticos de su implementación.

Finalmente, tanto los gobiernos como las organizaciones internacionales están comenzando a exigir más transparencia sobre el uso de energía y agua por parte de los modelos de IA. Empresas como Microsoft están invirtiendo en energías alternativas, incluyendo reactores nucleares para alimentar sus centros de datos. Pero el artículo advierte que, sin regulación y prácticas sostenibles, el impacto ambiental de la IA podría eclipsar sus promesas tecnológicas.

¿Es sostenible el consumo energético de la inteligencia artificial?

Rajkumar, Radhika, y Sabrina Ortiz. «How Much Energy Does AI Really Use? The Answer Is Surprising — and a Little ComplicatedZDNet. Última modificación marzo 27, 2024. https://www.zdnet.com/article/how-much-energy-does-ai-really-use-the-answer-is-surprising-and-a-little-complicated/

La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como una tecnología esencial en múltiples sectores, pero su desarrollo y operación requieren un consumo energético considerable que plantea importantes retos ambientales. El gasto de energía asociado a la IA no es uniforme, sino que varía según las etapas de su ciclo de vida, principalmente el entrenamiento de modelos y la fase de inferencia o uso.

Durante el entrenamiento, que consiste en “enseñar” a los modelos de IA a partir de grandes cantidades de datos, se utiliza una enorme potencia computacional. Esta etapa es la más intensiva en consumo energético, ya que involucra grandes centros de procesamiento que pueden consumir decenas de megavatios durante días o semanas. Entrenar un solo modelo avanzado puede requerir tanta energía como la que consumen varias viviendas durante un año. Esto refleja la escala y complejidad del esfuerzo necesario para desarrollar IA de última generación.

Por otro lado, la fase de inferencia, en la que el modelo responde a consultas o realiza tareas específicas, consume mucha menos energía por operación individual. Sin embargo, dado el incremento exponencial en la demanda de estas herramientas, el consumo acumulado también es considerable. Además, la infraestructura de soporte, como los centros de datos que albergan los equipos y los sistemas de refrigeración, representa un porcentaje importante del gasto energético total.

Las proyecciones a futuro señalan que el consumo energético de la IA seguirá aumentando drásticamente. Para 2030, se estima que los centros de datos dedicados a IA podrían representar hasta el 17% del consumo eléctrico total de Estados Unidos, una cifra que subraya la necesidad urgente de soluciones para hacer más sostenible esta tecnología. Esta demanda creciente está impulsando la construcción y expansión de centros de datos, que requieren cada vez más fuentes de energía.

Como admitió recientemente en un artículo de opinión la doctora Sasha Luccioni, responsable de IA y clima en la plataforma de desarrollo Hugging Face, todavía no sabemos realmente cuánta energía consume la IA, porque muy pocas empresas publican datos sobre su uso. Sin embargo, varios estudios indican que el consumo de energía va en aumento, impulsado por la creciente demanda de IA. Un análisis de 2024 Berkeley Lab descubrió que el consumo de electricidad ha crecido exponencialmente a la par que la IA en los últimos años.

Los servidores acelerados por GPU -hardware utilizado específicamente para IA- se multiplicaron en 2017; un año después, los centros de datos representaban casi el 2% del consumo anual total de electricidad en Estados Unidos, y esa cifra crecía anualmente un 7%. En 2023, esa tasa de crecimiento se había disparado hasta el 18%, y se prevé que alcance el 27% en 2028. Aunque no podamos empalmar cuánta energía de los centros de datos se gasta en IA, la tendencia entre más consumo y expansión de la IA es clara. Boston Consulting Group estima que los centros de datos representarán el 7,5% de todo el consumo eléctrico de Estados Unidos en 2030, o el equivalente a 40 millones de hogares estadounidenses.

En respuesta a estos desafíos, la industria tecnológica está invirtiendo en mejorar la eficiencia energética mediante el desarrollo de hardware más eficiente y la optimización de los modelos de IA para reducir su necesidad computacional. Paralelamente, se promueve el uso de fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, e incluso la energía nuclear, para alimentar estas instalaciones con un menor impacto ambiental. Donald Trump anunció el Proyecto Stargate, una iniciativa de 500.000 millones de dólares apoyada por empresas como OpenAI, Softbank y Oracle para construir «colosales» centros de datos de 500.000 metros cuadrados. Estas empresas son conocidas como hiperescaladores, un grupo pequeño pero dominante de corporaciones como Microsoft, Google, Meta y AWS que están construyendo la mayor parte de la infraestructura.

Finalmente, el consumo energético de la IA no es solo un asunto técnico, sino también ético y social. Es imprescindible balancear la huella de carbono con los beneficios sociales y económicos que ofrece la inteligencia artificial. Asimismo, es fundamental fomentar la transparencia y la responsabilidad en el uso y desarrollo de estas tecnologías para asegurar que sean sostenibles y beneficiosas para la sociedad en su conjunto.

Datos clave sobre el consumo energético de la IA

  • Crecimiento acelerado:
    • En 2018, los centros de datos representaban casi el 2% del consumo eléctrico anual de EE. UU.
    • Para 2023, ese crecimiento se aceleró al 18% anual
    • Se proyecta que alcance hasta un 27% anual para 2028
  • Infraestructura intensiva:
    • La IA requiere chips potentes, múltiples GPUs y centros de datos masivos
    • Entrenar modelos de IA consume mucho más que tareas informáticas tradicionales
  • Impacto de una sola consulta:
    • Una simple pregunta a un chatbot puede consumir tanta energía como una bombilla LED encendida durante 45 minutos
  • El “cloud” no es etéreo:
    • Lo que llamamos “la nube” son en realidad centros físicos de datos que consumen grandes cantidades de electricidad para almacenar y procesar datos
  • Tendencia a la expansión:
    • A medida que la IA se vuelve más accesible y barata, la demanda de estos centros de datos crece exponencialmente

El dilema energético de la IA: ¿pueden las GPU seguir el ritmo de la creciente demanda?

Sanjana B. (2025, junio). AI’s energy dilemma: Can GPUs keep up with the rising demand? BusinessLine

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En un contexto donde el desarrollo de modelos de inteligencia artificial (IA) crece a un ritmo vertiginoso, el artículo de BusinessLine analiza el desafío energético que esto representa, centrándose en el uso intensivo de GPUs. Las unidades de procesamiento gráfico, que han sido forzadas a evolucionar para dar soporte a estos modelos complejos, operan normalmente entre 300 y 700 W cada una, generando enormes cantidades de calor y exigiendo mayores recursos para su refrigeración .

Se señala que los centros de datos dedicados al entrenamiento de IA ya demandan niveles de energía comparables a países pequeños, con la posibilidad de superar pronto a naciones como Japón si no se implementan mejoras sustanciales. Esta situación ha llevado a que responsables técnicos, incluidos altos directivos como el CEO de OpenAI, advirtieran que las GPUs están alcanzando temperaturas críticas, lo que incrementa el riesgo de fallos y eleva los costes operacionales

Frente a este panorama, el texto propone varias líneas de respuesta: por un lado, mejorar la eficiencia técnica mediante optimizaciones de software, como la poda de modelos o la cuantización, y el desarrollo de nuevos algoritmos y chips más eficientes; por otro, introducir mejoras en los sistemas de refrigeración, desde soluciones líquidas en centros muy exigidos hasta la adopción de IA directamente en dispositivos (on‑device AI), lo que reduce considerablemente la energía consumida por la transmisión de datos al ‘cloud’ .

A su vez, expertos advierten sobre los costes ambientales adicionales: la fabricación de GPUs involucra extracción de materiales escasos y procesos contaminantes, mientras que la energía —aún dependiente en gran parte de combustibles fósiles— aumenta la huella de carbono de estos centros de datos . Innovaciones como hardware neuromórfico podrían ofrecer eficiencia energética a gran escala, aunque aún no están maduras para el entorno comercial

Por último, el artículo resalta la necesidad de abordar el problema desde una perspectiva sistémica. No basta con aumentar el número de GPUs, pues sin infraestructuras eléctricas robustas y energía limpia la expansión de la IA será insostenible. Países como Singapur o Irlanda ya han limitado la construcción de nuevos centros de datos, y se espera que las regulaciones evolucionen para incluir métricas de eficiencia y emisiones.

Las bibliotecas impulsan la educación para el desarrollo sostenible

IFLA. “Call for Book Chapters — ‘Libraries Driving Education for Sustainable Development’.” IFLA News, 20 de agosto de 2023

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Las bibliotecas, especialmente las bibliotecas verdes y sostenibles, merecen un reconocimiento destacado como instituciones de aprendizaje y socios impulsores activos de la Educación para el Desarrollo Sostenible y que apoyan los esfuerzos de sostenibilidad de sus gobiernos.

El libro hace referencia al programa educativo EDS para 2030 de la UNESCO. En línea con la Declaración de Berlín sobre la EDS y el programa de la UNESCO, el libro se centra en enfoques innovadores y proyectos de educación informal, creados e impartidos por bibliotecas verdes y sostenibles. Las bibliotecas impulsan la Educación para el Desarrollo Sostenible

El proyecto está alineado con el Programa de Educación para el Desarrollo Sostenible de la UNESCO y busca visibilizar el papel de las bibliotecas—públicas, escolares, académicas, etc.—como actoras fundamentales en la educación para la sostenibilidad. A través de experiencias e iniciativas innovadoras, se quiere demostrar cómo las bibliotecas contribuyen directamente a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU .

El volumen recolectará capítulos que analicen distintos ámbitos:

  1. El papel transformador de las bibliotecas en el entorno educativo sostenible.
  2. Proyectos de educación ambiental, cambio climático, economía circular y ciudadanía científica.
  3. Servicios educativos dedicados a grupos vulnerables: infancia, mujeres, minorías, etc.
  4. Espacios seguros e inclusivos para la formación en competencias útiles para combatir la pobreza

Las bibliotecas impulsan la educación para el desarrollo sostenible

Hauke, P., Mocatta, A., & Pun, P. N. I. (Eds.). Libraries Driving Education for Sustainable Development. De Gruyter, 2025

Texto completo

El libro hace referencia al programa de Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) para 2030 de la UNESCO, destacando su importancia como marco global que promueve la integración de los principios del desarrollo sostenible en todos los niveles y contextos educativos. En este sentido, se subraya el papel fundamental que desempeñan las bibliotecas —y en particular las bibliotecas verdes y sostenibles— como instituciones clave de aprendizaje a lo largo de la vida y como aliadas estratégicas en la implementación de dicha agenda.

Las bibliotecas no solo proporcionan acceso a la información, sino que también actúan como centros de participación comunitaria, reflexión crítica y acción transformadora en favor de la sostenibilidad. Por ello, el texto apoya que merecen un reconocimiento destacado como espacios educativos no formales que contribuyen activamente a los objetivos de desarrollo sostenible y respaldan las políticas de sostenibilidad impulsadas por los gobiernos nacionales y locales.

En consonancia con la Declaración de Berlín sobre Educación para el Desarrollo Sostenible y el programa EDS 2030 de la UNESCO, el libro pone especial atención en enfoques pedagógicos innovadores y en proyectos educativos informales desarrollados y ofrecidos por bibliotecas verdes. Estas iniciativas abarcan desde talleres de sensibilización medioambiental hasta programas de alfabetización ecológica, pasando por acciones de co-creación con la comunidad orientadas a promover prácticas sostenibles. De este modo, se evidencia cómo las bibliotecas pueden ser agentes de cambio en la construcción de sociedades más justas, resilientes y comprometidas con el futuro del planeta.