Las mujeres tuvieron prohibido la entrada en la Biblioteca Nacional de España hasta 1837, hoy son más lectoras que los hombres

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Foto. Usuarios de la Biblioteca Nacional de España. Cuatro mujeres, dos sentadas y dos de pie, y un hombre de pie consultan libros en una sala rodeada de estanterías llenas de libros, en primer plano dos mesas atestadas de libros. Autor: Videa. Fecha: 193u

Las mujeres tuvieron prohibida la entrada a la Biblioteca Nacional de España hasta 1837. Hoy leen más que los hombres. Según la última encuesta de hábitos de lectura en España publicada por el Ministerio de Educación y Cultura en 2015, las tasas de lectores son superiores en las mujeres, en términos anuales 66,5%, frente al 57,6% observado en los hombres, disminuyen con la edad y superan la media en los menores de 55 años. También son más lectoras en formato digital. Al igual que lo es para otras actividades culturales donde las tasas de asistencia a museos, archivos teatro cine, conciertos y otros espectáculos es superior entre las mujeres que entren los hombres

También y según datos de la misma fuente, entre las mujeres es mayor la afición por la escritura, 8,6% frente al 7% observado en hombres, y por la lectura como antes mencionamos, (66,5% frente al 57,6%), con excepción de la lectura profesional y la prensa, actividades a las que son más asiduos los hombres.

Tocar un instrumento musical, hacer fotografías o vídeo son aficiones artísticas más frecuentes entre los hombres, que presentan asimismo mayores tasas de asistencia anual a conciertos de música actual y al cine. Si nos centramos en el colectivo de los que hacen teatro, baile o danza, son más altas las tasas observadas entre las mujeres, siendo también ellas las más asiduas a este tipo de espectáculos.

 

8 comentarios en “Las mujeres tuvieron prohibido la entrada en la Biblioteca Nacional de España hasta 1837, hoy son más lectoras que los hombres

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  2. Ica

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    Éste es mi día, qué mejor día para empezar … hablar de bibliotecas y mujeres es hablar de mi vida, de lo que soy.
    La Biblioteca Nacional sirvió al público en general en una sala en su parte baja allá por los años 80. Recuerdo que era una sala amplia donde se podía ir a estudiar y a sacar libros. Por aquella época empecé a leer filosofía y descubrí a Unamuno, Descartes… mi época existencialista.
    Enamorada del ambiente y de un aspirante a filosofo intenté acceder a la Biblioteca de la parte Alta, recuerdo que “mi sala” estaba a nivel de calle. Un día, armada de valor pues me abrumaba la solemnidad del edificio, intenté acceder a la parte noble, desplegué todos los carnés de las diversas bibliotecas que poseía … hasta mi dni, pero nada fue suficiente. Un malcarado señor me negó la entrada: “Esta parte es solo para investigadores mayores de edad”. Yo tenía 16 años. Recuerdo que me ofendió tanto “quiero poner una reclamación”. El señor me ofreció un folio en blanco y me miró con media sonrisa.
    Ofendida como estaba escribí con letra temblorosa unas cuantas frases solicitando -infeliz de mí- que me fuera permitido el acceso argumentando que al no tener acceso era imposible acceder al objeto de estudio. Satisfecha como estaba de mi “reclamación” entregué al citado cancerbero el papel. Sonriendo cogió el papel, yo me despedí y bajé la escalinata. Mi amigo, filosofo futuro, tuvo otra experiencia con el mismo señor, y por supuesto otro trato.
    Cuando llegué a casa conté mis andanzas de biblioteca y mi madre sentenció “ te has quedado con una copia,¿no?” Se me cayo el alma al suelo, con tanto cabreo había olvidado la copia. Nunca tuve respuesta, era el final de los 70, el principio de los años 80.
    Más tarde, pasados pocos años ya con carné de investigador entré… todo un cuadro.
    Parecía que pisaba la luna por primera vez, anduve por los pasillos queriendo grabar en mi mente todos los espacios y rincones. Me encantaban los ficheros, miles y miles de fichitas a mano algunas otras mecanografiadas…La sala de lectura general, con aquellas sillas tan incomodas, aquel señor que en medio de la sala “cierren las puertas” por la corriente que recibía al estar el pobre en medio. Con el paso de los años he conocido al que debió llegarle mi reclamación de juventud. Ni lo recuerda … pero al menos reconoce el error.
    Pasado el tiempo volví para trabajar a mi amada Biblioteca. Recuerdo que en lugar de sacar la tarjeta de acceso, sacaba las llaves de casa. Alguna vez las coloque encima del lector de tarjetas …
    No era 1837, era 1980.

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