
«El realista, al describir la habitación o el paisaje, al decirnos todo
lo que hay, sin dejarse nada, hace el inventario—que es, precisamente,
lo que ya no nos permite inventar o descubrir nada nuevo—,
lo cataloga todo, lo reduce a «habas contadas», aunque la cuenta sea
muy larga. El mundo es todo lo contrario: en el mundo hay siempre
más cosas que las que se tienen delante, más de las que se
piensa; por eso en él es posible el descubrimiento, la innovación;
por eso se puede respirar y vivir, lo que no es posible en el museo.
El realista, como el catalogador, es «exhaustivo»—esa palabra que
nos deja exhaustos y sin aliento—y nos deja sin posibilidades, que
son el aire de la vida humana.»
Julian Marías «El oficio del pensamiento«