Smart cities: Digital solutions for a more livable future”. McKinsey Global Institute, 2018
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A medida que las ciudades se hacen más inteligentes, se vuelven más habitables y más receptivas, y hoy en día sólo estamos viendo un anticipo de lo que la tecnología podría hacer con el tiempo en el entorno urbano.
Hasta hace poco, los líderes de la ciudad pensaban en las tecnologías inteligentes principalmente como herramientas para ser más eficientes entre bastidores. Ahora la tecnología está impactando más directamente en las vidas de los residentes. Los teléfonos inteligentes se han convertido en las claves de la ciudad, poniendo en manos de millones de personas información instantánea sobre tránsito, tráfico, servicios de salud, alertas de seguridad y noticias de la comunidad.
Hoy en día, las ciudades van más allá de la fase piloto y utilizan datos y tecnologías digitales para obtener resultados más relevantes y significativos para los residentes. Después de una década de prueba y error, los líderes municipales se están dando cuenta de que las estrategias de las ciudades inteligentes comienzan con la gente, no con la tecnología. «La «inteligencia» no se trata sólo de instalar interfaces digitales en la infraestructura tradicional o de racionalizar las operaciones de la ciudad. También se trata de utilizar la tecnología y los datos para tomar mejores decisiones y ofrecer una mejor calidad de vida.
La calidad de vida tiene muchas dimensiones, desde el aire que respiran los residentes hasta la seguridad que sienten al caminar por las calles. El último informe del McKinsey Global Institute (MGI), Smart cities: Soluciones digitales para un futuro más habitable, analiza cómo decenas de aplicaciones digitales abordan este tipo de preocupaciones prácticas y muy humanas. Descubre que las ciudades pueden utilizar tecnologías inteligentes para mejorar algunos indicadores clave de la calidad de vida entre un 10 y un 30 por ciento, cifras que se traducen en mejoras en las vidas de las persoans, menos incidentes delictivos, trayectos más cortos, menor carga sanitaria y menos emisiones de carbono.