Los libros le daban la posibilidad de flotar

«Los libros le daban la posibilidad de flotar, de interrumpir la conciencia de sí, y mientras concentrara toda su atención en ello, podía engañarse y creer que se había liberado, que las cuerdas que le ataban a su grotesco amarradero se habían cortado».

Paul Auster, El palacio de la Luna