El estudiante como creador de contenidos y la labor de alfabetización de la biblioteca

 

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Desde hace algunos años en casi todos los informes sobre tendencias en el ámbito de la educación superior (Horizon 2020, EDUCASE, ACRL… ) se pone de relieve la consideración del estudiante como creador de contenidos; contrariamente a la enseñanza tradicional que consideraba al estudiante cono un mero receptor pasivo de información. Las nuevas pedagogías así lo tienen en cuenta cuando hablan sobre aprendizaje experiencial. El objetivo de las nuevas formas de enseñanza es aprender investigando. En este sentido el papel que puede desarrollar la biblioteca es crucial en lo relativo a las competencias transversales necesarias para lograr este objetivo.

El estudiante como creador reafirma el significado y el propósito de la educación superior al volver a conectar las actividades centrales de las universidades, es decir, la investigación y la enseñanza, de una manera que consolide y justifique los valores de la vida académica.. El estudiante como creador enfatiza el papel del estudiante como colaborador en la producción de conocimiento. La capacidad del estudiante como generador de contenidos se basa en los atributos humanos de la creatividad y el deseo, para que los estudiantes puedan reconocerse en un mundo de su propio diseño.

La enseñanza comprometida con la investigación implica más investigación y actividades similares a la investigación en el núcleo del plan de estudios de pregrado. El estudiante como productor hará de la enseñanza comprometida con la investigación una prioridad institucional en todas las facultades y áreas temáticas. De esta forma, los estudiantes se convierten en parte del proyecto académico de la universidad y colaboran con académicos en la producción de conocimiento y significado. La enseñanza dedicada a la investigación se basa en la historia intelectual y la tradición de la universidad moderna.

Serían estos conceptos centrales los que se intenta que los estudiantes entiendan y lleven a la práctica, lo que les animarán a pensar y actuar como profesionales ellos mismos.

La tarea de alfabetización tal cono lo establece el Marco para la Alfabetización en la Enseñanza Superior de ACRL implica cuatro competencias transversales básicas: destrezas sobre el uso de información, escritura científica y discurso oral.

El nuevo modelo se orientará a proporcionar un enfoque holístico de la alfabetización en información para la comunidad de la educación superior, es decir concebir los sistemas de alfabetización y sus propiedades como un conjunto, y no a través de las partes que lo componen, consideradas éstas como manera aislada. Desde esta premisa se intenta abordar el entorno de la información globalizada, para reconocer a los estudiantes como los consumidores, creadores y evaluadores de contenido, donde se tenga en cuenta la necesidad de posicionar la alfabetización como un conjunto de conceptos y prácticas integrales de aprendizaje, y conceptualizar de manera adecuada la comprensión del proceso de creación de conocimiento, como un esfuerzo de colaboración. Haciendo hincapié en las dimensiones meta cognitivas y en la disposición del aprendizaje a lo largo de todas las fases de la realización de las investigaciones, con el objetivo de considerar el aprendizaje de la información como un esfuerzo acumulativo, recursivo y de desarrollo. Y respecto a aquello que concierne a nuestro tema de interés, el relativo a la comunicación científica, el nuevo modelo reconoce la necesidad de hacer frente a la comunicación académica, publicación, o el conocimiento de las fuentes de datos y poner énfasis en la necesidad de habilidades de curación de datos.

Una cuestión más que es necesario tener en cuenta, aun pareciendo evidente es que las habilidades relacionadas con la información, entendimientos y propensiones no se aprenden de una vez por todas, sino que se perfeccionan, renuevan y aprenden a lo largo de la vida la persona. Se trata de un proceso de aprendizaje continuo.

La biblioteca en este contexto, y por ende los bibliotecarios jugamos un papel determinante a la hora de formar a nuestros estudiantes e investigadores en competencias orientadas a conocer, utilizar y valorar los mecanismos de creacion y comunicación científica. En algunas universidades europeas y americanas estas competencias ya forman parte del currículo de cualquier investigador. Además la extensión de estas prácticas tiene una importante incidencia en cómo se valora la biblioteca y al bibliotecario, ya que el investigador percibe al profesional más como un aliado, que como un simple suministrador de materiales para su investigación.

 

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