“Las novelas institucionalizan el ardid de eros. Se convierte en una textura narrativa de incongruencia sostenida, emocional y cognitiva. Permiten al lector estar en relación triangular con los personajes de la historia y alcanzar el texto después de los objetos de su deseo, compartiendo su anhelo pero también desprendiéndose de él, viendo su visión de la realidad pero también su error. Es casi como estar enamorado.”
Anne Carson “Eros el agridulce”