Los rankings universitarios y sus críticos: ¿una relación simbiótica?

Impact of Social Sciences. «University Rankings and Their Critics – a Symbiotic Relationship?», 6 de febrero de 2023. https://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2023/02/06/university-rankings-and-their-critics-a-symbiotic-relationship/.

A pesar de ser objeto de críticas constantes, los rankings universitarios han demostrado ser una característica resistente de la vida académica. Julian Hamann y Leopold Ringel analizan esta relación y sugieren que los que elaboran las clasificaciones y sus críticos se refuerzan mutuamente.

Recientemente, las prestigiosas facultades de Derecho y Medicina de Estados Unidos anunciaron su retirada de los rankings de U.S. News & World Report. Esto se convirtió inmediatamente en noticia, porque los rankings y las instituciones de enseñanza superior (IES) de élite han desarrollado una dependencia mutua: los rankings dependen de la participación de las IES de élite y de su prestigio para mejorar su propia reputación. Las IES de élite dependen de las clasificaciones porque los antiguos alumnos, los solicitantes y los responsables políticos las juzgan en función de su clasificación.

Sin embargo, algunas IES de élite estaban dispuestas a poner fin a esta relación. En noviembre de 2022, el decano de la Facultad de Derecho de Yale declaró que «las clasificaciones sólo son útiles cuando siguen una metodología sólida y limitan sus parámetros a lo que los datos pueden captar razonablemente». En un tono similar, el decano de la Facultad de Derecho de Harvard expresó su «preocupación por algunos aspectos de la metodología de clasificación de U.S. News». Otras facultades de Derecho y Medicina siguieron su ejemplo.

¿cómo prevalecen las rankings universitarias a pesar de enfrentarse a críticas generalizadas (y a veces hostiles)? Este estudio podría ofrecer algunas pistas al respecto.

Una idea importante de nuestro estudio es que las críticas sonoras no son nada nuevo. Si los rankings son un modelo de negocio de éxito, también lo es la investigación crítica sobre los rankings (recibir una invitación para escribir en este blog es un ejemplo de ello). Identificamos dos modos de crítica de las clasificaciones que dominan tanto el discurso académico como los debates en el dominio público.

El primer modo llama la atención sobre los efectos negativos. Los rankings supuestamente producen y consolidan desigualdades, inculcan un comportamiento oportunista por parte de quienes intentan anticiparse a los criterios de clasificación y atentan contra la independencia de la educación superior y la ciencia. La segunda modalidad se refiere a las deficiencias metodológicas. Los críticos sostienen que las medidas utilizadas son demasiado burdas y simplistas, que la metodología y los datos no son suficientemente transparentes y que ni la validez ni la fiabilidad son suficientes. Sorprendentemente, las últimas críticas de las facultades de Derecho y Medicina de Estados Unidos reflejan exactamente este sentimiento, ya que invocan cuestiones metodológicas.

¿Cómo sortean los rankings estos retos? Los creadores de los rankings han desarrollado dos modos de respuesta. La primera podría caracterizarse como defensiva: Los responsables de los rankings o bien restan importancia a su propia influencia y afirman que existen muchos enfoques para medir el rendimiento de las universidades, o bien hacen hincapié en que los rankings son inevitables y «están aquí para quedarse». El segundo modo (respuestas seguras) reivindica una amplia demanda de evaluaciones del rendimiento universitario, demuestra competencia científica o temporaliza los rankings enmarcándolas como siempre necesitadas de mejora. Al hablar de cuestiones de mejora, los responsables de los rankings aluden a menudo a la importancia de obtener ayuda de los investigadores. Por ejemplo, en un folleto sobre la metodología de los Impact Rankings, Times Higher Education invita a la crítica afirmando: «¡podemos mejorar el enfoque!». En la misma línea, los representantes de los rankings de U.S. News & World Report esbozan esta postura ostentosamente constructiva: «Aunque la metodología es el resultado de años de investigación, perfeccionamos continuamente nuestro enfoque basándonos en los comentarios de los usuarios, las conversaciones con escuelas y expertos en educación superior, las revisiones bibliográficas, las tendencias de nuestros propios datos, la disponibilidad de nuevos datos y la participación de decanos e investigadores institucionales en conferencias sobre educación superior».

El punto general aquí es que los clasificadores intentan dispersar la responsabilidad mediante la asunción de sus críticos. Cabe señalar que, para que esta estrategia tenga éxito, los críticos tienen que aceptar la oferta y participar realmente en conversaciones públicas. La crítica metodológica, al parecer, es la palanca clave para iniciar y mantener este compromiso mutuo: incluso cuando se acaloran, este tipo de debates siguen siendo constructivos en el sentido de que, según su lógica subyacente, los rankings deberían ser más rigurosas, fiables y válidas.

Creemos que nuestro estudio supone una importante contribución a la investigación sobre educación superior, que sólo ha prestado una atención menor al «trabajo discursivo» que hace que los rankings universitarios sean resistentes. Para una comprensión exhaustiva del tema, es necesario seguir explorando los rankings universitarios como fenómenos discursivos, lo que implica tratar en igualdad de condiciones tanto los elogios como las críticas que reciben. Esto también implica que debemos ser más conscientes de nuestra propia agencia: nos guste o no, como investigadores críticos podemos contribuir involuntariamente a la institucionalización de los rankings universitarios.

¿Cómo debemos interpretar, entonces, las recientes abandonos de las clasificaciones universitarias en la enseñanza superior estadounidense? Teniendo en cuenta nuestras conclusiones, y la última promesa de U.S. News & World Report de escuchar a los críticos y mejorar la metodología, nos inclinamos a proyectar que la empresa volverá con una clasificación totalmente nueva el año que viene. Lo más probable es que este episodio no sea el final del régimen de clasificación, sino que resulte ser una oportunidad más para crear resiliencia discursiva.