
Pileberg, Silje, y University of Oslo. «When Research Data Is Shared Freely». Accedido 24 de enero de 2023. https://phys.org/news/2022-12-freely.html.
En los últimos años, los investigadores han publicado cada vez más sus investigaciones en revistas de acceso abierto. Algunos van un paso más allá y comparten sus datos.
Cuando los investigadores del TIK Lars Wenaas y Magnus Gulbrandsen planeaban publicar un nuevo estudio en otoño de 2022, tenían claro que debía publicarse en una revista de acceso abierto. Sin embargo, ambos fueron más allá. Habían analizado unos 180 documentos. De ellos habían recuperado una gran serie de resúmenes e información que proporcionaban el material en el que basaron su investigación. Decidieron publicarlo al mismo tiempo que el estudio.
El Consejo de Investigación ha seguido la tendencia mundial del acceso abierto y ha dado un pequeño impulso a los investigadores noruegos: publicar en abierto, de una forma u otra, es un requisito previo para la financiación de proyectos, a menos que los investigadores tengan buenas razones para no hacerlo.
En 2017, el Consejo de Investigación también decidió que los investigadores que recibieran su apoyo debían considerar la posibilidad de elaborar un plan de gestión de datos. Este debe, entre otras cosas, mostrar si los datos se compartirán y, en caso afirmativo, cómo.
Permite la verificabilidad
En Noruega, la proporción de investigaciones que se publican en abierto ha aumentado considerablemente en los últimos diez años. Mientras que en 2013 menos del 40% de los artículos de investigación noruegos se publicaban en abierto, en 2021 esa proporción había aumentado hasta cerca del 75%, según el barómetro de OA del proveedor de servicios Sikt.
Compartir datos no es tan habitual.
«Para nosotros, se trata de buenas prácticas científicas. De transparencia. Cuando compartimos los datos abiertamente, los lectores del artículo pueden comprobar si los datos respaldan lo que escribimos. Verificar los resultados de la investigación puede ser muy difícil sin acceso al conjunto de datos», dice Wenaas.
Muchos estudios han señalado las dificultades de verificar las conclusiones de los estudios, lo que se ha dado en llamar la crisis de la replicación.
Los dos investigadores señalan experimentos como el Experimento Marshmallow, en el que un grupo de investigación estadounidense estudió el autocontrol de los niños. Muy pocos niños consiguieron esperar quince minutos por un malvavisco, a pesar de que obtendrían el doble si pudieran. Según el estudio, la capacidad de autocontrol de los niños se mantuvo bastante estable hasta la adolescencia.
Desde entonces, nuevos estudios han cuestionado las conclusiones del Experimento del Malvavisco.
«Las conclusiones son sencillas e intuitivas, aunque no han sido fáciles de replicar, en parte porque el conjunto de datos no ha estado disponible. Esto ocurre con muchas investigaciones», afirma Gulbrandsen.
No todos los datos deben compartirse
Otra ventaja de la transparencia en relación con el material de datos es que éstos pueden, en principio, utilizarse en otros contextos, señala Wenaas.
«No todo es susceptible de reutilización, pero la opción existe», afirma.
Sin embargo, ambos subrayan que hay circunstancias en las que publicar un conjunto de datos no es tan fácil, como los datos de entrevistas que has prometido anonimizar.
«¿Y si primero quieres hacer más uso tú mismo de los datos antes de compartirlos?».
«No es infrecuente querer hacer un uso completo de los conjuntos de datos antes de publicarlos. Sin embargo, puedes optar por compartir partes de los datos, las partes que apoyan lo que estás publicando en primer lugar. Esa es la opción mínima», dice Wenaas.
Cuestión de cultura
Wenaas y Gulbrandsen también creen que compartir datos es una cuestión de cultura. Para muchos es nuevo, para otros puede ser una práctica habitual desde hace mucho tiempo.
Según el servicio de puesta en común de datos de la UiT, la Universidad Ártica de Noruega, que han utilizado personalmente, se han compartido muchos más conjuntos de datos en las ciencias naturales y la salud que en las ciencias sociales. En la medida en que el servicio es representativo, es menos habitual compartir datos dentro de las ciencias sociales y las humanidades.
Asimismo, señalan que compartir datos también requiere tiempo y esfuerzo.
«Es un tipo de trabajo adicional por el que no se obtienen méritos. Para nosotros ha sido un trabajo manejable porque el conjunto de datos es pequeño. Si tienes un conjunto de datos más grande, se convierte en un reto real y costoso», dice Wenaas.
¿Un futuro abierto?
Los dos están convencidos de que las directrices del Consejo de Investigación han sido un factor decisivo en la tendencia de los últimos años a publicar cada vez más en revistas de acceso abierto.
Wenaas y Gulbrandsen creen que el intercambio de datos continuará.
«Creo que compartir datos acabará convirtiéndose en la norma. Forma parte del concepto más amplio de ciencia abierta. Quienes financian la investigación lo exigen cada vez más, al igual que las partes interesadas del sector público. La UE se está centrando mucho en ello. Las revistas también han empezado a exigirlo, así que ahora se nos anima desde varios frentes», afirma Wenaas.
El Consejo de Investigación basa sus directrices en los principios internacionales FAIR, según los cuales los datos deben ser Localizables, Accesibles, Interoperables y Reutilizables.