
He venido a Stykkishólmur
a vivir en una biblioteca.
La biblioteca no tiene libros
sino glaciares.
Los glaciares son verticales.
Silenciosos.
Tan perfectamente ordenados como estarían los libros.
Pero están derretidos.
¿Cómo sería
vivir en una biblioteca
de libros derretidos?.
Con frases corriendo sobre el suelo
y toda la puntuación
asentada en el fondo como residuo.
Sería confuso.
Imperdonable.
Una gran aventura.
Anne Carson «Salvajemente constantes»