En contra de lo que a priori podríamos pensar, las visitas a las bibliotecas públicas en la era digital se han incrementado. Frente a los avances tecnológicos que podrían suponer una amenaza para la existencia de las bibliotecas, esas instituciones se están adaptando al nuevo ecosistema. Realmente es lo que las bibliotecas hemos hecho durante siglos.
Las bibliotecas a lo largo de su devenir han sido algo más que un almacén de material impreso, su misión es educar y democratizar el acceso a la información, la investigación, la cultura y la recreación. Seguir siendo relevante para nuestros usuarios es la clave para la supervivencia de la biblioteca en la era digital; y por el momento parece ser que esto se esta cumpliendo, ya que a pesar de la llegada de Internet, las visitas a las bibliotecas públicas se incrementaron en los últimos años. Sobre todo a aquellas que están ofreciendo nuevos servicios.
Incremento de vistas per capita a las bibliotecas
Un valor añadido para las bibliotecas en este nuevo contexto es ofrecer lo que también ofrece Internet a las personas. Así según un informe Public Library Survey (2014), una cuarta parte del presupuesto que antes gastaban las bibliotecas en material impreso, ahora se dedica a la adquisición de libros electrónicos. De este modo cualquier persona puede acceder a muchos de los contenidos cómodamente desde su propio domicilio o cualquiera otra ubicación en cualquier momento.
Pero contrariamente y de manera complementaria a lo expuesto anteriormente, a parte de ofrecer acceso en línea, la mejor estrategia de la biblioteca del futuro es posibilitar aquello que no ofrece Internet. Un espacio donde reunirse, convivir, compartir e inspirar nuevas experiencias. De este modo, el acceso público a Internet desde los locales de la biblioteca se ha convertido en un derecho básico para los usuarios, pero además de ello, las bibliotecas están comenzando a invertir en laboratorios de ciencia y espacios con herramientas de todo tipo para impulsar el aprendizaje informal y fabricar cosas (makerspaces). La la biblioteca debe un lugar positivo, donde todas las personas puedan sentirse cómodas para entrar y usar los servicios. Y el bibliotecario tiene que mostrar una actitud abierta y dinámica a las propuestas y sugerencias de su comunidad para convertir la biblioteca en un verdadero centro comunitario donde las personas expresan sus necesidades y el profesional se convierte en un dinamizador, en un auténtico mediador entre las personas y los servicios. Fundamentalmente los profesionales de las bibliotecas tenemos que ser vistos como asesores de confianza, pero la confianza crece sólo cuando construimos relaciones con nuestros usuarios. Y estas relaciones se generan con el aprendizaje.
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