Bibliotecas: Una historia frágil

Pettegree, Andrew, y Arthur Der Weduwen. Bibliotecas: Una historia frágil. Traducido por Enrique Maldonado Roldán, 2024.

A lo largo de la historia, las bibliotecas no han sido valoradas de manera constante por todas las generaciones. En lugar de ser destrucción gratuita, muchas veces se trataba de abandono y devaluación, pues los libros de una era a menudo no eran relevantes para la siguiente. Aunque las bibliotecas se enfrentan a una crisis en la actualidad, especialmente con la reducción de presupuestos, el abandono de edificios antiguos y la disminución de interés por las colecciones históricas, también muestran signos de adaptación, como la renovación de las médiathèques en Francia y las bibliotecas universitarias que ahora sirven como centros sociales.

La historia de las bibliotecas no sigue una línea recta de progreso, sino un ciclo de creación, dispersión, decadencia y reconstrucción. Aunque las colecciones se deterioran con el tiempo debido a factores naturales, la recuperación siempre ha sido posible, como lo demuestra la historia de la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Las bibliotecas evolucionan a lo largo del tiempo y su relevancia depende de las decisiones que cada generación tome sobre su conservación y propósito.


Fragmentos

«Lo que Naudé no abordó en sus textos fue la incómoda verdad que el paso de los siglos impone a las bibliotecas: ninguna sociedad se ha mostrado nunca satisfecha con las colecciones heredadas de las generaciones anteriores. Lo que con frecuencia veremos en este libro no es tanto la aparente destrucción gratuita de hermosos artefactos, tan lamentada en anteriores estudios de la historia de las bibliotecas, sino abandono y desprecio, pues los libros y las colecciones que representan los valores y los intereses de una generación a menudo no interpelan a la siguiente. El destino de muchas bibliotecas fue el lento deterioro en desvanes y edificios en ruinas, aunque esta situación solo fuera el preludio de su renovación y renacimiento en los lugares más inesperados.».

«Las mismas batallas se repitieron una y otra vez, marcando la biblioteca como un espacio político. ¿Debían los lectores de las nuevas bibliotecas públicas del siglo XIX tener los libros que deseaban, o libros que les hicieran mejores, personas más cultas? Este encarnizado debate siguió resonando hasta bien entrado el siglo XX:»

«En 1748, el conde de Chesterfield trasladó una recomendación útil a su hijo:

Compra buenos libros y léelos; los más valiosos son los más comunes, y las últimas ediciones son siempre las mejores, siempre y cuando los editores no sean unos zopencos, pues pueden beneficiarse de las previas. Pero procura no profundizar demasiado en ediciones y créditos. Siempre tiene un aroma a pedantería y rara vez a conocimiento. Los libros curiosos que tengo son, de hecho, pocos […]. Cuídate de la bibliomanía.»

«Las bibliotecas universitarias, atendiendo a las exigencias de los estudiantes, son ahora en la misma medida centros sociales y lugares de trabajo, y el silencio catedralicio que las caracterizaba es algo del pasado. En este sentido, las bibliotecas recuerdan hoy a un modelo previo, pionero en el Renacimiento, en el que eran a menudo espacios sociales animados en los que los libros competían por la atención con pinturas, esculturas, monedas y curiosidades».

«La flexibilidad de la compilación, la capacidad de crear textos a medida a partir de segmentos de otras obras, era una de las características clave que distinguían el mundo del libro manuscrito de la era de la imprenta, en la que el orden y la naturaleza de los textos se establecían antes de que llegaran a manos del comprador. Esta pérdida de autonomía en la creación de libros sería una de las principales fuentes de pesar entre los coleccionistas establecidos en la transición del manuscrito a la imprenta en el siglo XV».

» … Pero la biblioteca pública -en el sentido de una colección financiada y disponible gratuitamente para cualquiera que quiera utilizarla- sólo existe desde mediados del siglo XIX, una mera fracción de la historia de la biblioteca en su conjunto. Si hay una lección de la historia secular de la biblioteca, es que las bibliotecas sólo duran mientras la gente las considera útiles».