Sabía escuchar. Y sabía leer. No los libros, eso lo sabe hacer cualquiera

En esto era un genio, nada que decir. Sabía escuchar. Y sabía leer. No los libros, eso lo sabe hacer cualquiera, sabía leer a la gente. Los signos que la gente lleva encima: lugares, ruidos, olores, su tierra, su historia… Todo escrito en ellos. Leía, y con infinito cuidado, catalogaba, ordenaba… Cada día añadía un trocito a aquel inmenso mapa que dibujaba en su cabeza, inmenso, el mapa del mundo, del mundo entero, de punta a punta, ciudades inmensas y rincones de bares, ríos largos, charcos, aviones, leones, un mapa maravilloso. Lo recorrió como un dios, mientras sus dedos se deslizaban sobre las teclas, acariciando las curvas de un ragtime.

Alessandro Baricco «Novecento»