La biblioteca como tercer lugar


Alonso-Arévalo, J. ; Quinde-Cordero, M. La biblioteca como tercer lugar. Desiderata, n. 21, Año 6 – Enero, febrero y marzo de 2023

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En la actualidad, bibliotecas de todo tipo están reforzando sus espacios y experimentando con nuevos servicios, reimaginando la biblioteca del siglo XXI como un tercer espacio, configurando de manera intencional sus espacios como centros cívicos vitales (placemaking); cuyo objetivo es proporcionar un conjunto integrado de instalaciones y espacios públicos que sean «el corazón y el alma de la comunidad». Todo ello basado en la hipótesis de un creciente desarrollo de espacios abiertos e híbridos entre la residencia y el lugar de trabajo que faciliten el encuentro entre actores heterogéneos y recursos.

La teoría de los terceros espacios fue formulada por Ray Oldenburg en su obra The Great Good Place publicada en 1999 para referirse a aquellos lugares en los que se produce un aprendizaje formal o informal. Nuestra casa sería considerada el primer espacio en el que aprendemos el lenguaje y las normas de convivencia; el trabajo o la escuela sería nuestro segundo lugar de aprendizaje, pero la mayoría de nosotros también tenemos terceros lugares, sitios donde nos gusta pasar el tiempo; lugares que percibimos como acogedores. En general, la gente menciona como terceros lugares sitios como cafeterías, restaurantes, gimnasios, parques, iglesias o bibliotecas. Estos lugares se definen como espacios híbridos y abiertos al conocimiento y al intercambio cultural, donde el usuario (visitante, lector, estudiante, espectador…), encuentra su lugar en el corazón de los procesos de aprendizaje, producción y difusión de las culturas y del conocimiento.

En los terceros lugares se crean nexos, relaciones y también una forma de aprendizaje informal, alejándose de una visión elitista de la cultura para interesarse por los actores informales y los espacios sociales cotidianos. Buscan interconectar las culturas escritas, digitales y técnicas del conocimiento y otras formas, ya sean académicas, artesanales, prácticas, expertas o profanas. Su misión esencial es promover la cultura de experimentación. Fundamentalmente los terceros lugares y los espacios de innovación pública persiguen objetivos sociales claros sobre aquellos temas importantes a los que se enfrenta la sociedad.

Oldenburg llama «primer lugar» al hogar y a aquellos con los que uno vive. El «segundo lugar» es el lugar de trabajo – donde la gente puede pasar la mayor parte de su tiempo. Los terceros lugares son, por tanto, «anclas» de la vida comunitaria y facilitan y fomentan una interacción más amplia y creativa. En otras palabras, «tu tercer lugar es donde te relajas en público, donde te encuentras con caras conocidas y haces nuevas amistades». Pero ya algunos autores hablan de los cuartos lugares.

En la construcción de la comunidad, el tercer lugar es el entorno social separado de los dos entornos sociales habituales, el hogar («primer lugar») y el lugar de trabajo («segundo lugar»). Ejemplos de terceros lugares serían entornos como iglesias, cafés, clubes, bibliotecas públicas o parques. En su libro The Great Good Place, Ray Oldenburg (1989, 1991) argumenta que los terceros lugares son importantes para la sociedad civil, la democracia, el compromiso cívico y el establecimiento de sentimientos de pertenencia.