«Safe cities Indez 2017 Security in a rapidly urbanising world : A report from The Economist Intelligence Unit. London: The Economist, 2018
Las ciudades asiáticas y europeas se mantienen en la cima del índice de seguridad: De las diez ciudades que ocupan las diez primeras posiciones del índice general, cuatro son ciudades de Asia oriental (Tokio, Singapur, Osaka y Hong Kong), mientras que tres (Ámsterdam, Estocolmo y Zúrich) son europeas. Asia y Oriente Medio y África dominan la parte inferior del índice: Dhaka, Rangún y Karachi están al final de la lista. De las diez ciudades que se encuentran en la parte inferior del índice general, tres se encuentran en Asia Sudoriental (Manila, Ciudad Ho Chi Minh y Yakarta), dos en Asia Meridional (Dhaka y Karachi) y dos en Oriente Medio y África (El Cairo y Teherán).
El documento analiza los resultados del índice de ciudades seguras 2017, tanto en general como por cada una de las cuatro categorías: seguridad digital, seguridad sanitaria, seguridad de la infraestructura y seguridad personal. Los resultados del índice y la seguridad urbana se obtuvieron a través de entrevistas con expertos.
Al igual que en 2015, Tokio encabeza la clasificación general. El mayor rendimiento de la capital japonesa está en la categoría de seguridad digital, mientras que ha subido siete puestos en la categoría de seguridad sanitaria desde 2015. Sin embargo, en cuanto a la seguridad de la infraestructura, ha caído del top ten, al 12º lugar.
En muchas ciudades, la seguridad está disminuyendo en lugar de aumentar: Con dos excepciones (Madrid, que sube 13 puestos, y Seúl, que sube 6), las ciudades tienden a caer en el índice desde 2015 (por ejemplo, Nueva York ha bajado 11 puestos, Lima ha bajado 13, Johannesburgo ha bajado 9, Ciudad Ho Chi Minh ha bajado 10 y Yakarta 13).
ANEXO 1: Índice de Ciudades Seguras 2017 resultados globales
1 Tokyo 89.80
2 Singapore 89.64
3 Osaka 88.87
4 Toronto 87.36
5 Melbourne 87.30
6 Amsterdam 87.26
7 Sydney 86.74
8 Stockholm 86.72
9 Hong Kong 86.22
10 Zurich 85.20
11 Frankfurt 84.86
12 Madrid 83.88
13 Barcelona 83.71
14 Seoul 83.61
15 San Francisco 83.55
16 Wellington * 83.18
17 Brussels 83.01
18 Los Angeles 82.26
19 Chicago 82.21
20 London 82.10
21 New York 81.01
22 Taipei 80.70
23 Washington, DC 80.37
24 Paris 79.71
25 Milan 79.30
26 Dallas * 78.73
27 Rome 78.67
28 Abu Dhabi 76.91
29 Buenos Aires 76.35
30 Doha 73.59
31 Kuala Lumpur * 73.11
32 Beijing 72.06
33 Athens * 71.90
34 Shanghai 70.93
35 Santiago 70.03
36 Kuwait City 67.61
37 Rio de Janeiro 66.54
38 Sao Paulo 66.30
39 Mexico City 65.52
40 Istanbul 65.23
41 Moscow 63.99
42 Jeddah * 62.80
43 Delhi 62.34
44 Lima 61.90
45 Mumbai 61.84
46 Bogota * 61.36
47 Riyadh 61.23
48 Casablanca * 61.20
49 Bangkok 60.05
50 Johannesburg 59.17
51 Cairo * 58.33
52 Tehran 56.49
53 Quito * 56.39
54 Caracas * 55.22
55 Manila * 54.86
56 Ho Chi Minh City 54.33
57 Jakarta 53.39
58 Dhaka * 47.37
59 Yangon * 46.47
60 Karachi * 38.77
En muchos aspectos, es el propio éxito de las ciudades, en su papel de centros sociales y económicos mundiales las hace más vulnerables. A medida que los residentes rurales se dirigen a las ciudades de los países en desarrollo y las capitales mundiales ricas atraen talento internacional, los grandes cambios demográficos están creando ciudades con tamaños de población inimaginables. En 2016, había 31 megalópolis-ciudades con más de 10 millones de habitantes. Se prevé que esta cifra aumente a 41 para 20301.
Y el tamaño importa. Mientras que las ciudades generan actividad económica, los retos de seguridad a los que se enfrentan se amplían e intensifican a medida que aumenta la población. Entre ellas figuran la creciente presión sobre el suministro de viviendas (lo que provoca la propagación de los barrios marginales) y servicios como la atención a la salud, el transporte y la infraestructura de agua y electricidad.
Los riesgos provocados por el hombre también están aumentando. Como han demostrado los trágicos acontecimientos recientes en ciudades europeas como Londres, París y Barcelona, los centros urbanos ricos y de alto perfil se están convirtiendo en blanco de actividades terroristas. Y a medida que se amplían las diferencias de ingresos, las crecientes desigualdades pueden crear tensiones que contribuyen a estallidos violentos como los disturbios de Londres de 2011.
Mientras tanto, se ha producido otro cambio importante: el rápido despliegue de las tecnologías digitales en pos de la llamada «ciudad inteligente». Sin duda, las tecnologías aportan beneficios. Como parte de las tecnologías de Internet de los objetos (IoT), los sensores recogen y transmiten de forma inalámbrica los datos de los objetos físicos, aportando nuevos conocimientos sobre las operaciones de la ciudad y permitiendo una gestión remota y más eficiente de la infraestructura y los servicios. La conexión de apartamentos y edificios de oficinas a la red eléctrica a través de contadores inteligentes, por ejemplo, proporciona eficiencia energética y ahorro de costes.
Y con la propagación de los circuitos cerrados de televisión (CCTV) y las cámaras web en las ciudades, tecnologías como la inteligencia artificial y el análisis de datos pueden mejorar enormemente las capacidades de los organismos encargados de hacer cumplir la ley para combatir la delincuencia urbana y el terrorismo.
Sin embargo, la prisa por adoptar las tecnologías de las ciudades inteligentes también crea vulnerabilidades si las inversiones en tecnologías digitales no van acompañadas de inversiones proporcionales en ciberseguridad. Las ciudades ricas están haciendo inversiones, aunque en diferentes grados, pero la seguridad a menudo es menor en la lista de prioridades de gasto para las ciudades que ya tienen una situación económica difícil.
Las consecuencias de descuidar la seguridad cibernética podrían ser nefastas. Por ejemplo, si los hackers cortaran el suministro de energía, toda una ciudad quedaría en el caos. Esta perspectiva es algo contra lo que los funcionarios de la ciudad ahora tienen que planear.