El desafío de las bibliotecas ante el material generado por inteligencia artificial

Tanzi, Nick. 2025. “Addressing AI-Generated Materials in the Library Collection.” The Digital Librarian, 5 de agosto de 2025. https://the-digital-librarian.com/2025/08/05/addressing-ai-generated-materials-in-the-library-collection/

El auge de la inteligencia artificial generativa está transformando el ecosistema editorial y, en consecuencia, afectando a las bibliotecas. La proliferación de libros, artículos y audiolibros creados o narrados mediante herramientas automatizadas plantea retos relacionados con la calidad, la fiabilidad y la ética.

El problema no se limita a la producción independiente: en plataformas muy usadas por bibliotecas, como Hoopla u OverDrive, ya han aparecido títulos de baja calidad generados por IA, que terminan integrándose en las colecciones sin haber sido seleccionados expresamente por los profesionales, lo cual impacta en el presupuesto y en la experiencia de los usuarios.

El autor identifica varias razones por las que este fenómeno requiere atención inmediata. En primer lugar, está el riesgo de que la colección se llene de materiales de dudosa calidad que oscurezcan las obras más valiosas. En segundo lugar, se señala que una saturación de contenidos mediocres dificulta el descubrimiento de títulos relevantes y deteriora la experiencia de búsqueda de los lectores. En tercer lugar, el riesgo se agudiza en la no ficción: los errores o invenciones típicas de la IA pueden llevar a difundir información falsa en ámbitos tan sensibles como la salud, la ciencia o la educación. Por último, surge la cuestión de los audiolibros narrados con voces sintéticas, que a menudo no se presentan como tales, restando transparencia al servicio bibliotecario.

Ante este panorama, Tanzi propone que las bibliotecas desarrollen políticas explícitas para gestionar el material generado por IA. Estas políticas deben definir objetivos claros (asegurar calidad, promover transparencia, incluso prohibir ciertos materiales) y decidir si se redactan de forma independiente o como parte de las políticas tradicionales de desarrollo de colección. El reto práctico es evidente: en muchos casos resulta difícil identificar si una obra fue creada con IA, lo que plantea dudas sobre cómo hacer cumplir las normas. El debate no se reduce a un “sí” o “no” rotundo, sino que incluye la posibilidad de etiquetar y filtrar el contenido, en lugar de eliminarlo de manera automática.

El artículo recopila ejemplos de políticas aplicadas en bibliotecas estadounidenses. Algunas han optado por la prohibición total, como la Jasper-Dubois County Public Library en Indiana o la Cranston Public Library en Rhode Island, que rechazan obras enteramente generadas o narradas por IA. Otras instituciones han adoptado enfoques más flexibles, como la North Olympic Library System en Washington, que distingue entre material “generado por IA” (en general excluido) y material “asistido por IA” (escrito por humanos con apoyo tecnológico), admitiendo este último si cumple criterios de calidad. Incluso en casos donde la obra de IA ya ha sido adquirida, se permite conservarla con una etiqueta clara o aplicar los protocolos habituales de descarte.

La transparencia se convierte en un eje esencial. El autor subraya que no basta con que las bibliotecas establezcan sus políticas: es imprescindible que editores, distribuidores y plataformas informen de forma clara cuándo un título ha sido generado o narrado por inteligencia artificial. Sin esa colaboración, las bibliotecas carecen de herramientas para aplicar sus propios criterios de selección. Algunos proveedores han empezado a reaccionar a las demandas de mayor claridad, como en el caso de Hoopla, que ha respondido positivamente a las quejas de distintas instituciones. Asimismo, los usuarios deben tener acceso a esa información para poder valorar por sí mismos la fiabilidad de lo que leen o escuchan.