Las bibliotecas son lugares clave para fomentar la creatividad y las habilidades de escritura en los niños

Miller, Rowana. «Running Library Creative Writing Workshops that Bring Out Kids’ Inner WritersAssociation for Library Service to Children, November 15, 2024. https://www.alsc.ala.org/blog/2024/11/running-library-creative-writing-workshops-that-bring-out-kids-inner-writers/.

Las bibliotecas son lugares clave para fomentar la creatividad y las habilidades de escritura en los niños. A través de su experiencia como fundadora y directora ejecutiva de Cosmic Writers, una organización que promueve la educación en escritura creativa, Miller ha observado cómo muchos niños, a pesar de ser narradores naturales en otras formas (como crear universos en videojuegos o tramas en juegos de rol como Dungeons and Dragons), no se ven a sí mismos como escritores. En su opinión, este fenómeno se debe a la percepción errónea de que la escritura se limita a tareas académicas estructuradas, considerando que la escritura como una tarea aburrida o rígida que no se alinea con sus intereses creativos.

La autora argumenta que las bibliotecas tienen una capacidad única para cambiar esta perspectiva, ofreciendo un espacio libre de la presión académica de las calificaciones y los exámenes. Las bibliotecas, por su accesibilidad y su enfoque en la comunidad, pueden actuar como refugios donde los jóvenes pueden explorar su potencial creativo sin las restricciones que normalmente encuentran en el aula. Además, en muchos casos, las bibliotecas son los únicos lugares donde los niños pueden tener acceso a una variedad de materiales y herramientas que les permitan desarrollar sus habilidades de escritura, sin que esto dependa del nivel socioeconómico o académico del hogar.

Miller enfatiza la importancia de centrar los talleres de escritura en géneros específicos que sean atractivos para los niños. No todos los jóvenes tienen el mismo gusto por la escritura, y es crucial que los talleres se adapten a sus intereses preexistentes para motivarlos a participar. Al abordar subgéneros como la escritura de canciones, la ficción interactiva, o incluso la creación de monstruos y mundos fantásticos, los niños no solo se sienten más motivados, sino que pueden ver cómo sus pasiones pueden convertirse en narrativas escritas. Esta aproximación personalizada también facilita que los niños se involucren más en el proceso creativo, pues les permite ver la escritura como algo cercano a sus otras actividades de ocio.

En cuanto a la estructura de los talleres, Miller sugiere comenzar con actividades colaborativas y de bajo riesgo. A menudo, la idea de escribir una página en blanco puede intimidar a los niños, lo que les impide empezar a escribir. Para contrarrestar esto, los talleres pueden iniciar con juegos colaborativos, como la creación colectiva de personajes mágicos o la construcción de historias en equipo. Este enfoque no solo reduce la ansiedad por la cantidad de palabras que cada niño debe escribir, sino que también fomenta un ambiente positivo de trabajo en equipo, donde los participantes se sienten apoyados por sus compañeros.

A medida que avanza el taller, los niños pueden pasar a crear piezas más largas e independientes, lo que les permite ganar confianza en sus habilidades y ver cómo sus ideas evolucionan hasta convertirse en narrativas completas. Además, Miller resalta que es fundamental celebrar el trabajo de los jóvenes al final de cada taller. Una sesión de «compartir y celebrar» en la que los niños puedan leer sus obras o exhibir sus creaciones, como cómics o historias, ayuda a consolidar la experiencia. Este acto de compartir crea una atmósfera de orgullo y reconocimiento, donde los niños no solo pueden disfrutar de la retroalimentación positiva, sino también recibir elogios de sus compañeros. Los pequeños detalles, como las notas adhesivas con comentarios positivos, refuerzan la autoestima de los participantes y les brindan la confianza necesaria para seguir escribiendo.

Miller también sugiere que, cuando sea posible, los talleres deben ser abiertos a amigos y familiares de los participantes, lo que no solo aumenta la sensación de celebración, sino que también implica a la comunidad en el proceso de aprendizaje del niño. La celebración no solo debe ser un momento para que los niños exhiban su trabajo, sino también una forma de cerrar el ciclo del taller con una experiencia positiva que se asocie con la escritura.

La autora concluye que el principal objetivo de los talleres de escritura en las bibliotecas no es solo enseñar a los niños a escribir, sino hacer que se sientan identificados como escritores, independientemente de su edad o habilidades. Para lograrlo, es esencial que los talleres sean inclusivos, adaptados a sus intereses y, sobre todo, que fomenten un ambiente en el que los niños se sientan cómodos compartiendo sus ideas sin miedo al juicio. Esta atmósfera positiva es clave para que los jóvenes desarrollen una relación duradera con la escritura y continúen explorando su creatividad fuera del ámbito escolar.