Releer

A veces mi padre devolvía un libro a la biblioteca y corría enfebrecido a comprarlo y a empezarlo de nuevo. Su pasatiempo preferido, más que los demás, ha sido dejar que esos libros, leídos, madurasen en las estanterías igual que los vinos en las barricas para darse el capricho de releerlos a los años en busca de su fortuna, que eran esas frases que él recordaba y a las que acudía para comprobar que seguían tal cual, sin envejecer ni un pelo. Por eso las lleva a mano como la calderilla en los bolsillos, porque mi padre es un fraseador imbatible. Las memoriza y las reparte sin artificios en un proceso que para él es natural.

JOSÉ LUIS SASTRE
Las frases robadas