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Los talibanes vetan libros escritos por mujeres en las universidades afganas

Hussaini, Ali. 2025. “Taliban Ban Books Written by Women from Afghan Universities.BBC News, September 19, 2025. https://www.bbc.com/news/articles/c0kn7yyzrjgo..

La reciente decisión del gobierno talibán de prohibir libros escritos por mujeres en las universidades afganas marca un nuevo retroceso en el acceso al conocimiento y la libertad académica en el país.

Esta medida forma parte de una política más amplia que también ha eliminado la enseñanza de derechos humanos y acoso sexual, y ha vetado 18 asignaturas universitarias consideradas «contrarias a la Sharía y a las políticas del sistema». Entre los textos censurados se encuentran más de 140 obras escritas por mujeres, como Safety in the Chemical Laboratory, y otras 310 publicaciones de origen iraní, lo que revela una doble intención: silenciar las voces femeninas y limitar la influencia cultural de Irán en el ámbito académico.

La exclusión de materias como Género y Desarrollo, Sociología de la Mujer o El Rol de la Mujer en la Comunicación evidencia un ataque directo a la representación femenina en el pensamiento universitario. Esta política se suma a otras restricciones impuestas desde el regreso de los talibanes al poder hace cuatro años, como la prohibición de la educación para niñas más allá del sexto grado y el cierre silencioso de programas de formación para parteras en 2024. La eliminación de contenidos sobre mujeres no solo borra sus aportes intelectuales, sino que refuerza una visión profundamente misógina del conocimiento.

Las autoridades talibanas justifican estas decisiones como parte de su interpretación de la cultura afgana y la ley islámica, aunque expertos y exfuncionarios como Zakia Adeli, antigua viceministra de justicia, señalan que esta censura es coherente con una política sistemática de exclusión de las mujeres del espacio público y educativo. La revisión de los libros fue realizada por un comité de «eruditos religiosos y expertos», según una carta oficial enviada a las universidades, lo que refuerza el carácter ideológico del proceso.

Además de la censura a autoras afganas, la eliminación de obras iraníes responde a tensiones geopolíticas entre ambos países, agravadas por disputas sobre recursos hídricos y la repatriación forzada de más de 1,5 millones de afganos desde Irán. Esta purga editorial ha generado preocupación entre docentes universitarios, quienes advierten que la eliminación de estos textos rompe el vínculo de Afganistán con la comunidad académica internacional. Profesores como los de la Universidad de Kabul se ven obligados a redactar sus propios materiales, aunque dudan de poder hacerlo bajo estándares globales dada la censura impuesta.

En conjunto, estas medidas configuran un panorama alarmante para la educación superior en Afganistán, donde el conocimiento se ve cada vez más restringido por criterios ideológicos y religiosos, y donde las voces femeninas y extranjeras son sistemáticamente silenciadas.

El techo de cristal en las Bibliotecas: ¿Por qué las mujeres no ocupan los puestos de dirección?

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McGeeney, J.D. 2025. “Researchers’ Corner: The Current State of Female Representation in Library Leadership in the U.S.” Hiring Librarians, July 11, 2025. https://hiringlibrarians.com/2025/07/11/researchers-corner-the-current-state-of-female-representation-in-library-leadership-in-the-u-s

El estudio basado en datos de más de 13.000 bibliotecas de EE. UU., revela que, aunque el 82.5 % de los bibliotecarios son mujeres, su representación en puestos directivos varía según el tipo y tamaño de biblioteca. En las bibliotecas públicas hay ligera sobrerepresentación femenina, pero en las académicas, escolares y gubernamentales los hombres siguen siendo mayoría en el liderazgo. Además, cuanto mayor es la biblioteca, menor es la proporción de directoras mujeres. El estudio destaca la influencia de sesgos en los procesos de selección y contratación.

Con datos recopilados de 13,891 directores y directoras de 13,870 bibliotecas que permanecían abiertas al momento del análisis, esta investigación cubre los 50 estados y representa todos los tipos principales de bibliotecas. Su amplitud y profundidad permiten observar con claridad las desigualdades persistentes en la profesión bibliotecaria, especialmente en lo que respecta al acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo.

La biblioteconomía presenta una paradoja interesante: si bien las mujeres representan el 82.5% del personal bibliotecario según el U.S. Bureau of Labor Statistics (2023), su predominancia no se refleja en la misma medida en los cargos directivos. Esta discrepancia ha sido abordada en investigaciones previas, que han señalado factores como la desigualdad salarial, las expectativas de género, la falta de mentoría, la exclusión de redes profesionales, los estándares de evaluación más estrictos para mujeres y las presiones para adoptar comportamientos más sumisos o “amables”. Sin embargo, esos estudios adolecían de limitaciones en el tamaño o la representatividad de las muestras, lo cual dificultaba extraer conclusiones generalizables. El trabajo de McGeeney, en cambio, supera esas barreras mediante el uso de una metodología robusta y una base de datos sin precedentes.

La información provino de Library Technology Guides, una plataforma pública que proporciona datos actualizados sobre bibliotecas estadounidenses. El estudio incluyó bibliotecas académicas, públicas, escolares, especializadas y gubernamentales. Para asignar el sexo de cada persona en el cargo de dirección, McGeeney diseñó un sistema que combina frecuencias de nombres, tasas de supervivencia, distribuciones laborales por edad y sexo, y datos oficiales del Social Security Administration y el U.S. Census Bureau. Esta aproximación probabilística permitió inferir con alta confianza el sexo más probable de cada director o directora, sin requerir datos autodeclarados.

Los resultados muestran una importante variabilidad por tipo de biblioteca. En las bibliotecas académicas, solo el 67.7% de las personas en cargos de dirección son mujeres, pese a que ellas representan el 75.9% del personal profesional. Esto implica una brecha de género negativa del 8.2% y revela que los hombres tienen un 150.6% más de probabilidades de alcanzar el liderazgo. En las bibliotecas públicas, en cambio, la representación femenina supera ligeramente a la proporción general: 83.8% de mujeres en cargos de dirección frente a un 81.1% en la plantilla, lo que sugiere una menor brecha. Las bibliotecas escolares presentan una fuerte discrepancia: aunque el 93% del personal son mujeres, solo el 82.3% ocupa posiciones de liderazgo, con una desventaja del 10.7%. Las bibliotecas especializadas y gubernamentales muestran también brechas significativas, del 5.5% y del 14.7% respectivamente, en detrimento de las mujeres.

Tipo de bibliotecaBibliotecarias (%)Directoras (%)Brecha de género
Académicas75.9 %67.7 %−8.2 %
Públicas87.7 %83.9 %−3.8 %
Escolares82.3 %62.5 %−19.8 %
Especializadas70.1 %64.5 %−5.6 %
Gubernamentales87.5 %67.5 %−20.0 %

Otro hallazgo fundamental del estudio es la relación inversa entre el tamaño de la biblioteca y la proporción de mujeres en su dirección. En las bibliotecas más pequeñas, más del 90% de los cargos de liderazgo están ocupados por mujeres. En cambio, en las bibliotecas más grandes, esta proporción cae a menos de dos tercios. El patrón observado sigue una curva de decaimiento exponencial: cuanto mayor es la institución, menor es la representación femenina en la cúspide. Esta tendencia se mantiene tanto en bibliotecas públicas como académicas, lo que sugiere que las barreras se intensifican a medida que aumenta la responsabilidad, el presupuesto o el prestigio del cargo.

El estudio ofrece algunas explicaciones para estas brechas. En las bibliotecas públicas, los directores suelen ser elegidos por juntas externas, como consejos asesoras o comités de gobernanza, en los que la presencia masculina tiende a ser mayor. En las bibliotecas académicas, las decisiones de contratación recaen en administraciones universitarias donde solo el 32.8% de los rectores o presidentes son mujeres. Estas estructuras de poder pueden influir negativamente en la equidad de género si se reproducen sesgos inconscientes durante el proceso de selección.

Además, McGeeney incorpora evidencia de investigaciones psicológicas que demuestran cómo las mujeres suelen recibir valoraciones más bajas en cuanto a “potencial de liderazgo”, aunque superen a sus colegas varones en desempeño real. Mientras que a los hombres se les promueve por su “potencial”, las mujeres deben demostrar experiencia probada. Aquellas que logran destacarse en cargos tradicionalmente masculinos, además, enfrentan penalizaciones sociales por violar las normas de género: se les exige ser más amables, sonreír más o demostrar humildad, y sus errores reciben un escrutinio más severo.

Las implicaciones del estudio son relevantes tanto para la profesión bibliotecaria como para las instituciones que la sustentan. En primer lugar, los resultados evidencian que la equidad de género en el liderazgo bibliotecario aún no se ha alcanzado, pese a que la mayoría de las profesionales en el campo son mujeres. Además, la relación entre el tamaño de la biblioteca y la disminución de la representación femenina sugiere que los obstáculos se acentúan en los espacios de mayor poder e influencia. Para revertir estas dinámicas, el estudio propone revisar los procesos de contratación, diversificar la composición de los comités de selección y fomentar programas de desarrollo profesional específicamente diseñados para mujeres.

Desde el punto de vista de la investigación, McGeeney abre nuevas líneas de estudio: análisis longitudinales, estudios geográficos comparativos, formas más inclusivas de capturar el género no binario y estudios cualitativos sobre experiencias de liderazgo femenino. El autor también reconoce ciertas limitaciones: el uso de un modelo binario para la identificación de género, la imposibilidad de establecer causalidades y la definición restringida de liderazgo (centrada únicamente en cargos de dirección principal).

Aunque el estudio se centra en Estados Unidos, sus conclusiones tienen resonancia internacional. La sobrerrepresentación femenina en el campo bibliotecario y la subrepresentación en sus niveles jerárquicos más altos se repite en muchos países. También lo hacen los sesgos inconscientes, las estructuras de poder masculinizadas y las normas sociales que penalizan el liderazgo femenino.

A partir de sus hallazgos, se desprenden recomendaciones claras. Las instituciones deberían implementar procesos de selección ciegos o estructurados, asegurar la diversidad en los comités evaluadores y ofrecer formación en sesgos inconscientes. A nivel individual, se recomienda a las profesionales documentar sus logros, desarrollar redes de apoyo y participar en organizaciones sectoriales. Y para el conjunto de la profesión, el estudio sugiere continuar investigando las causas profundas de la desigualdad, diseñar mejores indicadores de éxito y abrir espacios de discusión crítica sobre el género y el liderazgo.