Los letraheridos

Por alguna razón remota, genética, los libros de los estantes me daban la tranquilidad de quien sabe que su casa puede estar entre sus páginas. Así somos los letraheridos, apátridas hasta que nos rodeamos de palabras. Ese mundo de lomos alineados tiene algo de hogar universal. De refugio conocido. De palacio de Invierno de los zares. La fortaleza perfecta para atrincherarse. Donde nada malo puede pasar. Un nido de veintisiete letras, de puntos, de comas, de espacios, de interrogaciones. La biblioteca, mi torre. El torreón de mi padre.

MARTA FERNÁNDEZ
Te regalaré el mundo