Una artista creada por inteligencia artificial firma un contrato discográfico de 3 millones de dólares

ZDNet. 2025. “An AI Musician Just Got a Multi-Million Dollar Record Deal.ZDNet, September 22, 2025. https://www.zdnet.com/article/an-ai-musician-just-got-a-multi-million-dollar-record-deal/

Una artista musical generada por inteligencia artificial, controlada por un artista de R&B, ha firmado un contrato discográfico por valor de 3 millones de dólares, en un contexto marcado por varias demandas contra empresas de IA que infringen los derechos de las industrias creativas.

Xania Monet, una “artista” creado mediante IA, cuyas canciones parten de letras escritas por la poeta Telisha Jones, las cuales luego son procesadas por una plataforma de IA llamada Suno para transformarse en composiciones completas. Este enfoque híbrido, donde la voz, producción y arreglos pueden derivarse de algoritmos basados en los insumos humanos, ejemplifica la frontera cada vez más difusa entre lo humano y lo artificial en la creación artística.

El contrato, supuestamente valuado en 3 millones de dólares con la discográfica Hallwood Media, viene acompañado de logros en las listas musicales (17 millones de reproducciones): la música de Xania Monet ha ingresado en rankings de Billboard, lo que demuestra que no solo es un experimento tecnológico sino también un actor emergente en la industria del entretenimiento. Esta combinación de éxito comercial y origen artificial genera una caja de resonancia de cuestiones éticas, legales y estéticas. Por un lado, plantea preguntas sobre la autoría real: ¿quién merece el crédito cuando una parte significativa del trabajo la realiza un sistema de IA? Por otro lado, pone en alerta a artistas humanos que pueden sentir que su espacio creativo se ve invadido por máquinas que no “trabajan” en el sentido tradicional.

Reacciones de músicos contemporáneos no se han hecho esperar. Por ejemplo, la cantante Kehlani expresó públicamente su desdén hacia el proyecto, señalando que este tipo de acuerdos “trascienden nuestro control” y cuestionando la justicia de que una entidad artificial ocupe un puesto en el mundo musical sin el desgaste humano que normalmente subyace detrás de una carrera artística. Estas críticas no solo se centran en el ámbito simbólico, sino también en el impacto práctico: la competencia por audiencia, financiamiento y espacio en plataformas digitales podría volverse más desigual frente a músicos que dependen enteramente de procesos manuales, emocionales y humanos.

¿Hasta qué punto una canción sigue siendo “arte” si fue compuesta, arreglada o realizada por una máquina? Y más aún: ¿cómo se regulará la propiedad intelectual, los derechos de autor y la remuneración cuando las fronteras entre creador humano y tecnología se vuelven borrosas? Este episodio no solo marca un hito comercial, sino que configura uno de los debates culturales más urgentes del siglo XXI.

El caso de Xania Monet abre un debate más amplio sobre el valor del arte, la originalidad y la identidad de la autoria en un contexto donde la IA puede generar productos que rivalizan en calidad con los que producen seres humanos.