
Un libro está acabado cuando no quiere que siga trabajando en él… llega un punto en el que parece que literalmente me evita. Tengo una relación muy física con el manuscrito, casi un corps à corps. Paradójicamente, cuando por fin me siento a gusto con un manuscrito, con sus voces, me doy cuenta de que está acabado. Veo un libro como un organismo vivo, con sus propias reglas y voluntad. Lo que me importa es dejar que crezca y adquiera existencia propia. Es como si el libro se sirviera de mí para existir, en lugar de ser escrito.
Antonio Lobo Antunes