Archivo de la categoría: Lectura

Los libros pertenecen a todos

«Cuando compro un libro, también formo parte del proceso como lectora. Las personas que trabajan en la industria editorial no son las únicas que hacen funcionar el mundo editorial; sobre todo, depende de los lectores. Los libros pertenecen a todos: a los creadores, a los vendedores y a los lectores. Creo que eso es lo que caracteriza a la sociedad»

Michiko Aoyama, Lo que buscas está en la biblioteca.

Bibliotecas escolares en Argentina con Vanessa Viviana Rinessi. Planeta Biblioteca 2025/10/28

Bibliotecas escolares en Argentina con Vanessa Viviana Rinessi

Planeta Biblioteca 2025/10/28.

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En el programa de hoy, transmitido desde Posadas, en la provincia de Misiones (Argentina), hemos conversado con Vanessa Viviana Rinessi, bibliotecaria escolar de la provincia de Corrientes. Durante la entrevista, Vanessa nos ha contagiado su entusiasmo, su compromiso y la pasión con la que desempeña su labor cotidiana.

Nos habló del entorno de la ciudad de Corrientes, de su biblioteca, de los espacios y colecciones que gestiona, y especialmente de la relación cercana y afectuosa que mantiene con los chicos y chicas que la visitan. A través de sus palabras pudimos percibir cómo la biblioteca escolar se convierte, gracias a su dedicación, en un lugar de encuentro, aprendizaje y crecimiento.

Vanessa también compartió la enorme satisfacción y felicidad que le produce ejercer esta profesión, que considera no solo un trabajo, sino una verdadera vocación al servicio de la comunidad educativa.

Nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos

«A veces pienso que nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos: en los libros aprendemos, de segunda mano, qué es el amor y el dolor. Aun cuando tenemos la suerte de enamorarnos es porque nos hemos dejado influir por lo que hemos leído. Si yo no había llegado a conocer el amor, era porque en la biblioteca de mi padre faltaban los libros adecuados».

GRAHAM GREENE
Viajes con mi tía (1969)

Qué sucede en el cerebro cuando lees

Phan, Vincent. “What Really Happens to Your Brain When You Read.” 1000Libraries Magazine, fecha de publicación. Consultado el día mes año. https://magazine.1000libraries.com/what-really-happens-to-your-brain-when-you-read/

Cuando leemos, no hay un solo proceso, sino varios que se activan al mismo tiempo, lo que convierte la lectura en una actividad cognitiva compleja y rica. Primero están los componentes perceptivos: reconocemos formas visuales, letras, combinaciones de letras, lo que activa áreas en los lóbulos occipitales del cerebro encargadas del procesamiento visual. Luego debemos decodificar esas formas en sonidos mentales o fonemas, incluso si leemos en silencio, lo que involucra zonas asociadas con la conciencia fonológica. A partir de ahí, aparece el procesamiento semántico: entendemos qué significan las palabras, cómo se conectan unas con otras dentro de una frase y cómo esa frase se integra en lo que sabemos del mundo y en lo que hemos leído previamente.

La lectura activa una red de regiones cerebrales. Entre ellas:

  • Áreas del hemisferio izquierdo ligadas al lenguaje (como área de Broca, giro angular, giro supramarginal) para comprender significado, estructura gramatical, y relación entre palabras.
  • Áreas visuales que transforman lo que vemos en unidades lingüísticas.
  • Regiones del cerebelo, que hasta hace poco se pensaba que solo estaban implicadas en control motor, pero se ha observado que participan también tanto en descodificar lo visual en fonético, como en algunos aspectos de la semántica —es decir, que no solo ‘leemos con los ojos’ sino que también hay coordinación con partes del cerebro relacionadas con el habla, con emoción, con planificación.

También parece que la lectura frecuente refuerza las conexiones entre estas áreas (la “materia blanca” que comunica distintas regiones cerebrales), lo que permite que el flujo de información entre visión, lenguaje, memoria y procesamiento semántico sea más fluido.

Modos de lectura

La lectura no es igual si leemos en voz alta o silenciosamente. Cuando leemos en voz alta, se activan regiones adicionales relacionadas con la producción del habla, la coordinación motora de los músculos implicados en pronunciar, y las zonas auditivas, ya que “escuchamos” nuestras propias palabras internamente.

La lectura silenciosa, por otro lado, suele depender más de los circuitos de comprensión interna, de visualización mental, del uso de la memoria de trabajo, y puede implicar menos esfuerzo motor, pero más concentración cognitiva y semántica.

Efectos a largo plazo

Leer una novela durante días seguidos puede generar cambios mesurables en cómo el cerebro está conectado incluso cuando está en reposo. Es decir, no solo estamos activando ciertas regiones mientras leemos, sino que esa actividad puede “reorganizar” redes cerebrales para que la comprensión, la imaginación, la empatía y la memoria mejoren o sean más eficientes.

Además, leer con frecuencia mejora la fluidez, la velocidad de decodificación y reconocimiento de palabras, lo que reduce el esfuerzo cognitivo, permitiendo que más recursos mentales se dediquen a la reflexión, al análisis, a la interpretación. También contribuye a enriquecer vocabulario y conocimiento previo, con lo que cada vez es más fácil entender textos nuevos y más complejos.

El vicio de comprar libros

«El vicio de comprar libros no tiene el mismo carácter que el vicio de leer en sí. Yo he conocido bibliófilos y maniacos del libro que casi no han leído en su vida más que portadas. Ni el bibliófilo ni el bibliógrafo me han interesado nunca mucho. Alguna vez, sin embargo, compré libros por pura acción de caza, cosa que me parece, sin embargo, una claudicación.»

JULIO CARO BAROJA
Los Baroja (1972)

¿Está la IA erosionando silenciosamente nuestra capacidad de pensar? Y cómo los libros pueden salvarla.

Is AI Quietly Eroding Our Ability to Think? And How Books Can Save It.” Magazine – 1000 Libraries, 8 de septiembre de 2025. https://magazine.1000libraries.com/is-ai-quietly-eroding-our-ability-to-think-and-how-books-can-save-it/

El uso excesivo de la inteligencia artificial (IA) para responder preguntas y sintetizar información puede debilitar nuestra capacidad de pensamiento crítico. Según el autor, cuando confiamos en IA para procesar, analizar y explicar datos en lugar de hacerlo nosotros mismos, perdemos la oportunidad de profundizar en el razonamiento, cuestionar suposiciones o generar nuevas ideas.

La corteza prefrontal, o el área del cerebro necesaria para la toma de decisiones, la resolución de problemas y la regulación emocional, está mucho más desarrollada en los humanos que en los animales. Es el factor distintivo, la diferencia, y significa que somos los pensadores críticos más destacados del mundo.

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La inteligencia artificial se ha convertido en una especie de fantasma, una palabra de moda que circula en redes sociales e internet. ChatGPT, en particular, ha sido noticia tras su lanzamiento al público. La gente ve el servicio como una oportunidad: puede planificar vacaciones, ayudarte a emprender y a gestionar un sistema legal complejo. ChatGPT es inteligente, si por inteligente nos referimos a que tiene acceso a más información de la que el cerebro humano puede procesar, y es capaz de dar respuesta a casi todo. ¿Suena a sueño, verdad?

Como cualquier otra parte del cuerpo, el cerebro es un músculo que necesita ser ejercitado y desarrollado. Necesitamos aprender a usarlo; requiere ejercicio y desafío. El problema que se pronostica con la IA es que podría erosionar nuestras habilidades de pensamiento crítico. Esto no es solo una hipótesis; estudios recientes han confirmado que una mayor dependencia de la IA está relacionada con una disminución de las habilidades de pensamiento crítico.

La situación empeora cuando pensamos en las generaciones más jóvenes, que se han vuelto especialmente dependientes de la tecnología. Sí, ChatGPT puede encontrarte excelentes restaurantes en Roma, pero también puede ayudarte con tus deberes, decirte si deberías romper con tu marido y pensar por ti sin tener la experiencia ni los matices necesarios para darte respuestas críticas.

No se trata de ser derrotistas; no es un tema sin esperanza. Por supuesto, la IA puede usarse como herramienta si se maneja correctamente. Pero lo más importante es que existe una actividad que puede combatir esta descarga cognitiva y obligarnos a, de forma gratificante, ejercitar un poco nuestro cerebro: la lectura.

Para contrarrestar esa erosión intelectual, el texto aboga por la lectura de libros como práctica que restaura y fortalece la mente humana. Leer exige tiempo, concentración, reflexión, confrontar ideas complejas y construir conexiones propias entre conceptos —actividades que la IA no “realiza” de la misma forma. En ese sentido, el autor sostiene que los libros funcionan como entrenamiento mental, ofreciendo resistencia cognitiva frente a la facilidad con la que la IA puede ofrecer respuestas rápidas y superficiales.

El artículo también sugiere que este no debe pensarse como un conflicto total entre IA y lectura, sino como una relación equilibrada: usar la IA para asistir nuestra curiosidad, pero no delegar el pensamiento. Así, el enfoque sería emplear estas herramientas como punto de partida, mientras el lector mantiene el rol activo de interpretar, cuestionar y extender. Al final, el texto propone que preservar una cultura de lectura consciente es una de las formas más contundentes de proteger nuestra autonomía intelectual en la era digital.

Philani Dladla, el ‘Pavement Bookworm’ de Johannesburgo: cómo los libros pueden salvar vidas

Ramm, Millie. “Johannesburg’s Pavement Bookworm Who Proves Books Can Save Lives.” Good People Magazine, September 29, 2025. https://magazine.1000libraries.com/johannesburgs-pavement-bookworm-who-proves-books-can-save-lives/

La historia de Philani Dladla, conocido como el Pavement Bookworm de Johannesburgo, demuestra cómo los libros pueden transformar y salvar vidas. Tras pasar por la adicción y la falta de hogar, Dladla encontró en la lectura no solo un refugio, sino también un camino hacia la recuperación y el propósito. En lugar de pedir dinero en la calle, ofrecía reseñas improvisadas de libros a transeúntes y conductores, vendiendo ejemplares o regalándolos a niños con la condición de que compartieran lo que aprendieran.

Los libros, en especial los de autoayuda, le dieron fuerza para superar la adicción y redefinir su vida. Más que simples páginas, fueron maestros y guías que le ofrecieron resiliencia y esperanza. En el marco del National Book Month, su experiencia recuerda que la lectura no es solo entretenimiento o formación académica, sino también una herramienta vital para la supervivencia y la transformación personal.

Con el tiempo, Dladla convirtió su iniciativa en un movimiento. Bajo el apodo de Pavement Bookworm, fundó una organización que fomenta la lectura infantil en comunidades desfavorecidas de Johannesburgo. Su trabajo busca abrir horizontes a niños que, de otro modo, tendrían pocas oportunidades de acceso a los libros.

Su ejemplo ha trascendido fronteras, siendo compartido en redes sociales, medios y proyectos internacionales. Como otros referentes —Malcolm X, Maya Angelou u Oprah Winfrey—, Dladla demuestra que la lectura puede ser un puente hacia una nueva identidad y un futuro distinto. Su historia reafirma que los libros no solo entretienen, sino que pueden iluminar el camino en los momentos más oscuros.

El promedio de palabras por oración en los bestsellers cae a menos de la mitad (1931–2025)

The Economist, «Is the decline of reading making politics dumber?» The Economist, 4 de septiembre de 2025, https://www.economist.com/culture/2025/09/04/is-the-decline-of-reading-making-politics-dumber

La imagen corresponde a un gráfico publicado por The Economist bajo el título “Get to the point”, que analiza la evolución de la longitud promedio de las oraciones en los libros populares a lo largo de casi un siglo. El eje horizontal representa los años, desde 1931 hasta la actualidad, y el eje vertical muestra el promedio de palabras por oración en las obras que han figurado en la lista de bestsellers del New York Times. Los puntos dispersos en color naranja corresponden a obras individuales, mientras que la línea roja representa la tendencia general en este periodo.

Lo primero que destaca es una tendencia descendente clara: en los años treinta y cuarenta del siglo XX, las frases de los libros más vendidos solían contener en promedio entre 20 y 25 palabras, e incluso casos como Frenchman’s Creek de Daphne du Maurier superaban las 30 palabras por oración. Sin embargo, a medida que avanzan las décadas, se observa una reducción progresiva en la complejidad sintáctica. A partir de los años noventa y en especial en el siglo XXI, el promedio cae notablemente hacia un rango más cercano a 12 o 15 palabras por oración, con ejemplos recientes como It Ends With Us de Colleen Hoover, donde el promedio ronda apenas las 10 palabras.

Este fenómeno sugiere un cambio profundo en los hábitos de escritura y lectura. La literatura de consumo masivo parece haberse adaptado a lectores que demandan frases más breves, directas y fáciles de procesar. En lugar de estructuras largas y subordinadas, propias de la narrativa clásica del siglo XX, hoy se privilegia la inmediatez y la claridad. Esto puede estar relacionado con la influencia de la cultura digital, donde la lectura en pantallas, redes sociales y mensajería instantánea fomenta el uso de frases cortas y un estilo más ágil.

Otro aspecto relevante es el impacto cultural de este cambio estilístico. Oraciones más cortas no implican necesariamente menor calidad literaria, pero sí indican una tendencia hacia la simplificación del lenguaje. Esto tiene consecuencias en la manera en que los lectores se enfrentan a ideas complejas: frases largas suelen exigir mayor concentración, capacidad de abstracción y paciencia, mientras que frases breves favorecen la inmediatez, pero a veces a costa de la profundidad. El gráfico de The Economist se enlaza con la preocupación más amplia —ya expresada en otros artículos del medio— sobre cómo el declive de la “lectura profunda” afecta la capacidad crítica y, en última instancia, el debate público y político.

Finalmente, conviene subrayar que este descenso en la longitud media de las frases no es un fenómeno aislado, sino parte de un cambio más global en la comunicación escrita. Los géneros periodísticos, académicos y literarios muestran ajustes semejantes: más concisión, menos subordinadas, más ritmo directo. La literatura popular, al reflejar los gustos del mercado, es un buen indicador de estas transformaciones culturales. En conclusión, la gráfica nos habla tanto de la evolución de la prosa de los bestsellers como de un viraje cultural más amplio en la forma en que leemos, escribimos y entendemos el lenguaje en la actualidad.

La crisis de la lectura profunda y sus efectos en el discurso político

Is the Decline of Reading Making Politics Dumber?The Economist, 4 de septiembre de 2025. https://www.economist.com/culture/2025/09/04/is-the-decline-of-reading-making-politics-dumbe

La llegada de medios digitales, la disminución del hábito de leer, y la simplificación creciente del discurso público podrían estar socavando la calidad del pensamiento político y, por ende, la democracia misma. La tesis principal sostiene que leer menos —y de forma más superficial— degrada nuestra capacidad de entender ideas complejas, matizar puntos de vista y sostener argumentos sofisticados, lo cual tiene consecuencias en la manera como se hace política.

El artículo comienza citando experimentos y estudios que muestran que incluso estudiantes universitarios pueden tener dificultades para comprender fragmentos literarios clásicos con vocabulario rico, metáforas o estructura compleja. Estos hallazgos ilustran que la disminución en la exposición a textos desafiantes está estrechamente ligada a la reducción de la habilidad de lectura profunda, o deep reading, lo cual impacta directamente en la capacidad de analizar y evaluar argumentos más elaborados.

A continuación, el artículo conecta esta merma en las competencias lectoras con la degradación del discurso político. Se argumenta que políticos y medios —diseñados para captar la mayor atención posible en un entorno cada vez más fragmentado y mediático— tienden a favorecer mensajes breves, directos, emocionales y polarizantes. Estos mensajes, si bien eficaces para atraer atención, requieren poca reflexión, y a menudo evitan matices o complejidades que sí están presentes en los temas reales.

Además, se reflexiona sobre cómo esta tendencia puede tener efectos retroactivos: al leer menos y de manera más superficial, los ciudadanos están menos equipados para ejercer un pensamiento crítico, aceptar incertidumbre, o tolerar el debate genuino. Esto alimenta un círculo vicioso donde la política se vuelve cada vez más dominada por lo espectacular, lo emocional y lo simplista, en lugar de ideas bien fundadas, deliberación cuidadosa, y compromisos fundamentados.

Por último, el artículo no pretende condenar las nuevas formas de consumo cultural ni ignora los avances de la comunicación digital. Sin embargo, advierte que estas no deben sustituir por completo a las prácticas de lectura profunda, especialmente en contextos como la política, donde el debate público robusto es esencial. Se sugiere entonces que devolverle espacio a la lectura extensa y al análisis riguroso puede ser vital para sostener una política que no se limite a lo emocional sino que promueva deliberación madura e informado.