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¿Quién decide qué se lee en Goodreads? intereses comerciales, algoritmos opacos y estructuras de poder

Hu, Yuerong, Jana Diesner, Ted Underwood, Zoe LeBlanc, Glen Layne-Worthey, y John Stephen Downie. “Who Decides What Is Read on Goodreads? Uncovering Sponsorship and Its Implications for Scholarly Research.” Big Data & Society, vol. 12, no. 3 (julio–septiembre 2025): 1–17. https://doi.org/10.1177/20539517251359229.

Se analiza críticamente el papel de las reseñas incentivadas en Goodreads y su impacto tanto en la comprensión académica del comportamiento lector como en la dinámica cultural y económica de la crítica literaria en línea. Los autores parten de la premisa de que las reseñas en redes sociales de libros no son simples reflejos espontáneos de lectores amateurs, sino artefactos sociotécnicos moldeados por intereses comerciales, algoritmos opacos y estructuras de poder dentro de la industria editorial y las plataformas digitales.

A partir de un corpus histórico de más de 7,8 millones de reseñas (2006–2017), el estudio identifica 331.211 reseñas explícitamente incentivadas mediante un enfoque de diccionario de palabras clave relacionadas con patrocinios. Este método revela que, aunque representan un porcentaje reducido (alrededor del 4,23 % del total), su presencia ha crecido exponencialmente desde 2007, con picos notables en géneros altamente rentables como romance, misterio/thriller y fantasía. El análisis vincula el incremento a la adquisición de Goodreads por Amazon en 2013, lo que habría intensificado la comercialización de la visibilidad de los libros.

Los resultados muestran una concentración extrema: el 80 % de las reseñas incentivadas provienen de solo el 13,66 % de los usuarios que publican este tipo de contenido, y se concentran en libros de un 27 % de autores y un 10 % de editoriales. Asimismo, las redes de patrocinadores revelan que empresas como NetGalley, Amazon y Goodreads ocupan posiciones centrales, colaborando frecuentemente en co-patrocinios. NetGalley, por sí sola, está presente en un tercio de las reseñas incentivadas identificadas.

El trabajo discute cómo esta concentración reproduce desigualdades preexistentes del mundo editorial tradicional, limitando la diversidad de géneros y la representación de autores independientes. Además, se alerta sobre el uso de reseñas como herramienta de marketing —incluso cuando no son positivas— para aumentar visibilidad y ventas, y sobre la dificultad de distinguir entre reseñas auténticas, pagadas o generadas por IA. Los autores subrayan la necesidad de un análisis crítico de los datos culturales de plataformas sociales, dado el acceso restringido y las limitaciones metodológicas impuestas por algoritmos propietarios.

En sus conclusiones, el estudio señala que las reseñas incentivadas no deben tratarse como meros registros de opinión pública, sino como productos de un ecosistema que combina intereses corporativos, dinámicas algorítmicas y estrategias de autopromoción. Recomienda que investigadores, desarrolladores de IA y lectores aborden estos datos con cautela, considerando su contexto sociotécnico, para evitar interpretaciones distorsionadas y perpetuación de sesgos estructurales.

La biblioteca árida de Eduardo Halfon

Una madrugada, hace algunos años, me llamó mi madre para decirme que, durante la noche, había muerto una tía abuela; que el entierro sería esa misma tarde; que había dejado una biblioteca personal enorme y no sabían qué hacer con tanto libro.

Le ofrecí a mi madre ir a verlos de inmediato y luego darle mi opinión. Me vestí con el entusiasmo que solo conoce un bibliófilo.

Cuando llegué, me sorprendió descubrir que la casa de mi tía abuela estaba ya, a pocas horas de su muerte, completamente vacía. Solo quedaban unas cuantas plantas en macetas de barro; algunas manchas en las paredes donde, durante décadas, colgaron sus cuadros; las alfombras persas traídas desde Damasco, ya fétidas y con el desgaste de toda una vida; y, por supuesto, sus libros.

Mi tía abuela, que murió a los 99 años, había dejado una biblioteca sionista. Casi todos los libros eran sobre el Estado de Israel: su creación, sus logros y conflictos, sus guerras, sus gobiernos y líderes. Había obras de Theodor Herzl, Chaim Weizmann, Golda Meir y David Ben-Gurión. Estaba la poesía de Yehuda Halevi. Estaban las novelas de Leon Uris.

No sé por qué, sentado en una alfombra persa mientras ojeaba libro tras libro, me sentí triste. Pensé en toda una vida —casi un siglo— dedicada a la lectura de un solo tema, a la lectura de un ideal, a la lectura de un pueblo y su deseado pedacito de tierra árida en el Mediterráneo. Pensé en mi muerte. Pensé en alguien llegando a mi casa después de mi fallecimiento, husmeando entre las estanterías de caoba de mi biblioteca personal.

¿Cuál sería entonces, según ese alguien, mi tema o mi ideal, mi deseado y árido pedacito de tierra? ¿Será que hay allí, entre mis tantos libros, entre mis tantas lecturas y seducciones literarias —y acaso sin que yo siquiera lo sepa— el deseo secreto y profundo de algún pedacito de tierra?

“La biblioteca de un hombre”, decía Ralph Waldo Emerson, “es una especie de harén”.

En la biblioteca de mi tía abuela había un libro que no trataba del todo sobre sionismo… o tal vez sí. Un escueto volumen (116 páginas) del autor Ierajmiel Barylka, impreso rústicamente en 1987 por la editorial Maguen David A.C., en la Colonia Polanco de la Ciudad de México, dilatadamente titulado: Matrimonio mixto. Un enfoque básico acerca de un problema que atañe a la juventud, a los padres de familia y a la comunidad.

Y ya marchándome de la casa de mi tía abuela, con solo ese libro en las manos, recordé a mi padre tumbado boca arriba en su cama, viendo no sé qué programa en la televisión, y amenazando con desheredarme. Nunca subió la mirada. No elevó el tono de voz. Nada más me dijo, sin dejar de mirar la pantalla, que si yo llegaba a casarme fuera del judaísmo, si desafiaba ese mandato, él me desheredaría.

Yo me quedé callado. Estaba de pie junto a la cama. Tenía ya dieciséis años y no era la primera vez que escuchaba sus ideas sobre el matrimonio mixto y el judaísmo. Pero sí era la primera vez que él me amenazaba de forma tan directa, tan explícita. Y su amenaza, claro, era económica. Estaba comprando mi obediencia.

Y yo, ahí parado, aún mudo, supe inmediatamente que no obedecería. Y no obedecí.

Mi padre, hoy, cuando le menciono aquella escena, niega haberme amenazado. Para él, supongo, es más fácil borrar cualquier rastro de esa memoria que aceptar el hecho de que su hijo primogénito le desobedeció; que su poder, o su dinero, fue insuficiente.

Halfon, Eduardo. Biblioteca bizarra. Editado por Andrea Naranjo. Ecuador: USFO especificada], 2021. ISBN 978-9978-68-193-0

Orientaciones pedagógicas para alfabetizadores: alfabetización en lectura y escritura.

Zárate Camargo, María Antonia, y Luis Carlos Vargas Rodríguez. Orientaciones pedagógicas para alfabetizadores: alfabetización en lectura y escritura. Bogotá: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte; Dirección de Lectura y Bibliotecas; Sistema de Bibliotecas de Bogotá (SiBiBo), 2023.

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«Orientaciones pedagógicas para alfabetizadores: alfabetización en lectura y escritura» es una publicación del Sistema de Bibliotecas de Bogotá (SiBiBo) que se centra en las dimensiones metodológica y conceptual del proceso de alfabetización en lectura y escritura. La publicación, que hace parte de la serie «Orientaciones pedagógicas para alfabetizadores», ofrece reflexiones que median entre los enfoques que brindan instrucciones detalladas y aquellos que se centran en principios generales. Sus autores proponen recomendaciones abstractas y concretas sobre asuntos como la dimensión ética de la alfabetización, buscando un equilibrio entre la teoría y las experiencias prácticas en entornos bibliotecarios y escolares en Colombia y para el siglo XXI. El texto, además, invita a un encuentro entre generaciones de alfabetizadores y destaca la importancia del diálogo y la reflexión constante sobre esta práctica. Finalmente, la obra mantiene abierta la pregunta sobre cómo alfabetizar en diferentes contextos.

Leer en tiempos de pantallas: una mirada crítica a las tecnologías de lectura

Benedict, Jeff. “The Definitive Ranking of Reading Technologies.” LitHub, 8 de abril de 2024. https://lithub.com/the-definitive-ranking-of-reading-technologies/

El artículo explora la evolución y diversidad de las tecnologías destinadas a la lectura, ofreciendo una clasificación crítica y reflexiva sobre las ventajas y limitaciones de cada una. A lo largo del texto, el autor analiza desde los formatos más tradicionales, como el libro impreso, hasta las tecnologías digitales más recientes, como los lectores electrónicos, aplicaciones móviles y audiolibros, destacando cómo cada tecnología afecta la experiencia lectora.

El artículo es una reflexión humorística y crítica sobre las distintas tecnologías que la humanidad ha desarrollado para leer, desde las más antiguas y rudimentarias hasta las más recientes y sofisticadas. Comienza con la mención de un nuevo dispositivo llamado Sol Reader, unas gafas con pantallas de tinta electrónica integradas, que prometen revolucionar la lectura portátil. El autor, sin embargo, se muestra escéptico, pues considera que muchos de estos inventos tecnológicos parecen responder más a una moda o a la necesidad de innovación constante que a una necesidad real de los lectores.

A partir de ahí, el autor repasa de forma irónica y creativa una amplia variedad de tecnologías de lectura, desde las tallas en madera y las tabletas de cera, pasando por los móviles, portátiles, tabletas digitales, pergaminos, lectores electrónicos, audiolibros y fanzines. Señala que cada formato tiene sus ventajas y desventajas, y que muchos de ellos, aunque funcionales, generan fricciones o incomodidades en la experiencia lectora. Por ejemplo, leer en un móvil o un ordenador puede ser práctico, pero también molesto o estresante, y los dispositivos digitales suelen estar cargados de distracciones.

También rinde homenaje a tecnologías olvidadas o poco valoradas, como los quipus o los dispositivos braille, que representan logros importantes en la historia de la comunicación. Rescata con afecto formatos como el periódico impreso y los fanzines, que, aunque menos populares, ofrecen una conexión directa y táctil con el texto.

Sin embargo, se enfatiza que, aunque la lectura digital ha facilitado el acceso a libros y materiales de manera masiva y portátil, existen consideraciones importantes respecto a la retención de la información, la concentración y la interacción con el texto. Por ejemplo, los libros impresos siguen siendo preferidos por muchos lectores por su tactilidad, facilidad para subrayar o hacer anotaciones y la menor fatiga visual que generan. Por otro lado, las tecnologías digitales aportan beneficios como la posibilidad de ajustar el tamaño de la letra, buscar términos instantáneamente, y llevar una biblioteca completa en un solo dispositivo.

Además, el artículo aborda la expansión de formatos alternativos, como los audiolibros, que han ganado popularidad y ofrecen nuevas formas de disfrutar la literatura, especialmente en contextos donde la lectura tradicional puede ser menos accesible, como durante desplazamientos o para personas con discapacidades visuales. Sin embargo, también se advierte que la experiencia auditiva puede cambiar la forma en que se procesa la información literaria, planteando debates sobre la naturaleza de la lectura misma.

En última instancia, el autor propone que no existe una tecnología definitiva que supere a las demás en todos los aspectos, sino que cada una ofrece experiencias distintas que pueden ser complementarias según las necesidades, preferencias y contextos del lector. El texto invita a reflexionar sobre cómo las tecnologías impactan en la forma de leer y cómo esto puede influir en la comprensión y el disfrute de la literatura en la era digital.

La lectura en papel mejora las habilidades de comprensión entre seis y ocho veces más que la lectura en dispositivos digitales

 Altamura, L., Vargas, C., & Salmerón, L. (2023). «Do New Forms of Reading Pay Off? A Meta-Analysis on the Relationship Between Leisure Digital Reading Habits and Text Comprehension». Review of Educational Research, 0(0). https://doi.org/10.3102/00346543231216463

Un equipo de la Universidad de Valencia analizó más de dos docenas de estudios publicados entre 2000 y 2022, con casi 470 000 participantes. Concluyeron que la lectura en papel mejora las habilidades de comprensión entre seis y ocho veces más que la lectura en dispositivos digitales

Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Valencia concluye que la lectura en formato impreso mejora la comprensión lectora entre seis y ocho veces más que la lectura en pantallas. Esta investigación, que analizó más de veinte años de estudios y casi 470 000 participantes, confirma que el papel sigue siendo el medio más eficaz para fomentar una lectura profunda y comprensiva, especialmente en contextos educativos.

Una de las razones principales es que los textos digitales suelen presentar una calidad lingüística inferior. Muchas veces están escritos en un estilo conversacional, como en redes sociales, lo que limita la exposición a estructuras sintácticas complejas, vocabulario académico y razonamientos elaborados. Además, el acto de leer en pantalla tiende a ser más superficial, con un enfoque en el escaneo rápido y fragmentado, lo que perjudica la capacidad de conectar ideas y retener información.

Los resultados varían según la edad de los lectores. En niños de primaria, la lectura digital tiene un efecto claramente negativo sobre la comprensión. En adolescentes y universitarios, aunque la relación se vuelve algo más positiva, sigue siendo menos efectiva que la lectura en papel. Esto se debe en parte a que los lectores más jóvenes aún no dominan estrategias cognitivas que les permitan ignorar las distracciones digitales, mientras que los mayores han desarrollado mayor capacidad de autorregulación.

Los investigadores no están en contra del uso de tecnologías digitales, pero advierten que el aprendizaje profundo —especialmente en edades tempranas— requiere el tipo de atención, ritmo pausado y concentración que fomenta la lectura impresa. Por ello, recomiendan que las escuelas y educadores prioricen los libros físicos para desarrollar sólidas habilidades lectoras antes de introducir de manera intensiva la lectura digital.

En conclusión, aunque las pantallas ofrecen acceso rápido a una gran cantidad de información, no sustituyen las ventajas cognitivas y educativas de leer en papel. Para cultivar una comprensión lectora rica, duradera y crítica, especialmente en estudiantes, el libro impreso sigue siendo la herramienta más poderosa.

¿Qué está pasando con la lectura? para muchos, la inteligencia artificial puede estar poniendo fin a la era del texto tradicional.

Rothman, Joshua. 2024. What’s Happening to Reading? For many people, A.I. may be bringing the age of traditional text to an end. The New Yorker, April 29, 2024. https://www.newyorker.com/culture/open-questions/whats-happening-to-reading

Joshua Rothman reflexiona sobre cómo la llegada de la inteligencia artificial y las pantallas está transformando radicalmente la experiencia de lectura. El autor sugiere que la lectura profunda y contemplativa, asociada al texto impreso, está siendo reemplazada por interacciones fragmentadas con la lectura digital, dominada por aplicaciones, redes sociales y modelos de lenguaje que condensan y simplifican la experiencia. Rothman cuestiona si estamos entrando en el final de la era dominada por el texto tradicional

En décadas pasadas, preguntas como “¿qué lees y por qué?” no solían ser tan urgentes. La lectura era una actividad común y establecida, sin mayores cambios desde la aparición de la industria editorial moderna en el siglo XIX. Antes de la era digital, leer un libro en un banco del parque era algo discreto y personal; nadie necesitaba saberlo si uno no lo contaba. La experiencia de leer se limitaba a deslizar la vista sobre las páginas en silencio, a un ritmo propio y sin interrupciones externas.

Sin embargo, en la actualidad la naturaleza de la lectura ha cambiado profundamente. Aunque muchas personas siguen disfrutando de los libros y publicaciones tradicionales, para otras el modelo clásico de lectura —profunda, continua y desde el inicio hasta el final— se ha vuelto casi obsoleto. Hoy en día, algunos comienzan un libro en un lector digital, lo continúan escuchando en formato audio, o directamente evitan los libros para pasar las horas navegando en noticias, blogs o redes sociales. La lectura actual es a la vez dispersa y concentrada, con palabras que fluyen aleatoriamente en una pantalla mientras otras plataformas, como YouTube, videojuegos o Netflix, compiten por nuestra atención constante.

Este cambio no ocurrió de la noche a la mañana, sino que ha sido un proceso gradual influenciado por tecnologías adoptadas mayormente por los jóvenes. Estadísticas recientes muestran una caída significativa en la lectura tradicional: por ejemplo, en Estados Unidos el porcentaje de adultos que leen al menos un libro al año bajó del 55% al 48% en una década, mientras que en adolescentes la caída fue aún más marcada. Esta disminución ha generado preocupación en profesores universitarios, que observan que muchos estudiantes tienen dificultades para leer textos complejos y extensos debido a la influencia de los dispositivos móviles.

El auge de la información en la era digital ofrece muchas nuevas formas de aprender, leer y entretenerse. ¿Realmente queremos volver a un tiempo con menos acceso a contenidos variados? Algunos académicos han interpretado la caída de la lectura tradicional como el fin del “paréntesis de Gutenberg,” un periodo histórico dominado por el texto impreso estructurado, que la llegada de internet habría cerrado, devolviéndonos a una comunicación más libre, descentralizada y conversacional, más cercana a una cultura oral moderna. Este fenómeno se ve reflejado en el auge de los podcasts, boletines y memes, que recuerdan las antiguas tradiciones de compartir conocimientos a través del diálogo.

Sin embargo, esta idea de una “segunda oralidad” puede resultar un poco anticuada. Vivimos en la era posterior a la dominación de redes sociales como Facebook, y ahora enfrentamos una nueva realidad: la inteligencia artificial (IA). En internet, no siempre interactuamos con personas reales, sino con entidades generadas por IA que han sido entrenadas con enormes cantidades de texto. Es como si los libros se hubieran “animado” para crear una nueva forma de comunicación que mezcla texto, pensamiento y conversación, transformando el valor y la utilidad de la palabra escrita.

La lectura digital favorece el escaneo rápido, saltos entre fragmentos y multitarea. Esto se relaciona con lo que expertos llaman el “screen inferiority effect”, donde la comprensión disminuye significativamente en lectura digital, en especial en lectores jóvenes. Una extensa meta‑revisión realizada en la Universidad de Valencia (con más de 450 000 participantes) reveló que la lectura impresa mejora la comprensión entre seis y ocho veces más que la digital. La explicación: la lectura en pantalla tiende a promover enfoques cognitivos superficiales, menor atención sostenida y mayor carga mental

Los estudiantes de primaria y secundaria experimentan mayor impacto negativo por la lectura digital, mientras que los niveles de comprensión mejoran ligeramente en lectores adolescentes y universitarios. Estudios como el de Altamura et al. (2023) muestran efectos negativos significativos para estudiantes más jóvenes, aunque menores a medida que se avanza en edad y habilidad lectora. Los resultados del programa PISA 2022 también revelan un descenso en el rendimiento de comprensión lectora en países de la OCDE, asociado en parte al uso excesivo de dispositivos digitales en el aula.

Rothman plantea que herramientas de IA como chatbots y modelos de lenguaje están redefiniendo la lectura: permiten resumen, explicación y edición inmediata, pero también podrían transformar la lectura en una actividad más utilitaria y menos reflexiva. Estudios recientes en entornos educativos advierten que el uso prolongado de IA puede debilitar significativamente el pensamiento crítico, debido al fenómeno de descarga cognitiva: los usuarios delegan el esfuerzo mental y pierden capacidad analítica.

Aunque la lectura impresa sigue ofreciendo ventajas claras en comprensión y concentración, el entorno digital no es inherente al fracaso lectivo. Algunos estudios señalan que los lectores que prefieren textos impresos obtienen mejores resultados, independientemente de su edad. La clave está en entrenar estrategias específicas para lectura digital, fomentar entornos sin distracciones y combinar formatos con intencionalidad pedagógica.

Si bien, la IA no puede reemplazar a lectores humanos que aportan originalidad y visión personal, sí tiene fortalezas únicas, como responder preguntas sin cansancio y simplificar textos complejos para hacerlos más accesibles. Así, la IA puede transformar cualquier texto en un punto de partida para aprender más o en una herramienta que acerca contenidos difíciles a un público más amplio.

Esta dinámica abre la puerta a difuminar la distinción entre fuentes originales y secundarias, especialmente para aquellos que buscan separar forma y contenido. Desde hace años, servicios como Blinkist ofrecen resúmenes condensados de libros de no ficción, y las ediciones abreviadas de novelas también son populares, lo que indica que muchos lectores prefieren captar la esencia de una obra sin dedicarle tanto tiempo.

Es posible que, en el futuro, empecemos a consumir textos en versiones resumidas o alteradas, y solo luego decidamos si queremos la obra completa, de forma similar a cómo hoy escuchamos podcasts acelerados o consultamos Wikipedia para entender mejor una serie. La IA facilitará esta transformación, generando versiones adaptadas al instante y dando más control a los lectores sobre cómo interactúan con los textos.

Rothman argumenta que la lectura profunda está bajo amenaza en un contexto dominado por pantallas e inteligencia artificial. La transformación va más allá de la forma: implica una redefinición cultural de lo que significa leer. Sin embargo, mediante el uso consciente de herramientas digitales, la educación adecuada y el fomento de la lectura impresa, es posible preservar y revitalizar la lectura reflexiva y crítica en un mundo cada vez más líquido textual.

La importancia de la lectura

«Estoy convencido de que el hábito de leer novelas, y de educarse crítica y fervorosamente en el ejercicio de la lectura, nos puede iluminar sobre nosotros mismos y sobre los otros, no sin olvidar su cualidad de entretenimiento saludable y barato..

… Este mundo de ahora, que parece regalarnos perspectivas ilimitadas sobre todas las cosas, nos encierra en el caparazón de lo semejante y lo tribal: tu identidad sexual, tu catecismo ideológico, tu generación con su mayúscula clasificatoria. Una buena novela te educa en los matices infinitos de lo particular y lo irreductible, y en la fraternidad profunda que puede unirlo a uno con quien parecería más ajeno, personas de otra época y otro sexo, de otra clase y de otro idioma, en las que de golpe te reconoces con una identificación que rara vez encuentras en tus contemporáneos, en los miembros del grupo en el que te ves incluido, por voluntad propia, o por conformidad, o a la fuerza»

Antonio Muñoz Molina «El País»

Tendencias emergentes en la lectura canadiense: Formatos, hábitos y sostenibilidad

BookNet Canada. Canadian Leisure & Reading Study 2024. BookNet Canada, 2025. https://www.booknetcanada.ca/s/Canadian-Leisure-and-Reading-Study-2024.pdf

El informe elaborado por BookNet Canada, examina los hábitos de ocio y lectura de los canadienses adultos para el año 2024. El estudio, realizado en enero de 2025 mediante una encuesta online aplicada a 1.211 participantes mayores de 18 años, se centra especialmente en los 1.000 encuestados que leyeron o escucharon al menos un libro durante el año anterior

En términos generales, se observa que el 52 % de los canadienses leen o escuchan libros semanalmente (frente al 49 % de 2023), y el 43 % lo hace a diario, un aumento de aproximadamente 5 % respecto al año anterior informe. Este incremento sitúa la lectura en solitario por delante del ejercicio físico como actividad cotidiana.

Respecto al número de libros, casi la mitad (45 %) leyeron o escucharon entre 1 y 5 libros en 2024, un incremento significativo en los rangos de 6 a 11 y de 12 a 49 libros, que alcanzaron 29 % y 19 %, respectivamente. Por edad, los jóvenes de 18 a 29 años aumentaron notablemente su consumo (37 % leyeron entre 6 y 11 libros, frente al 28 % del año anterior).

El estudio también destaca el preferido por formatos: el 59 % de los lectores prefieren los libros impresos, mientras que los audiolibros han ganado terreno, subiendo del 8 % en 2020 al 15 % en 2024 . Además, el 81 % manifiesta una fuerte preferencia por narradores humanos, evitando las voces sintéticas generadas por IA

El análisis del gasto en libros muestra que la mayoría de los lectores gastan entre $1 y $49 CAD al mes en libros (37 %), mientras que un 26 % no gasta nada, y el 15 % gasta $50–99 CAD. También creció la población que elige libros ajustados a su presupuesto (46 % en 2024 frente al 44 % en 2023). Al mismo tiempo, la percepción del valor pagado disminuyó ligeramente para los libros impresos.

En términos de sostenibilidad, el 71 % de los lectores desean libros impresos con papel de fuentes responsables y el 67–69 % prefieren embalajes ecológicos y leen luego donar o regalar sus ejemplares .

Finalmente, el informe explora aspectos como la adquisición de libros (ya sea por compra o préstamo), los dispositivos utilizados (como smartphones o lectores electrónicos), el uso de funciones accesibles (como letra ampliada o audiolibros con velocidad ajustable), así como los géneros más populares (ficción adulta, historia, no ficción, etc.), donde destacan los misterios/thrillers y la no ficción histórica.

¿Podría ser terapéutico leer en la playa? La biblioterapia sugiere que podrían serlo.

CBC News. «Could Your Beach Reads Actually Be Therapeutic? Bibliotherapy Suggests They Might.» CBC News, June 30, 2024. https://www.cbc.ca/news/health/bibliotherapy-health-1.7577698.

El artículo explora cómo la biblioterapia —el uso de la lectura como herramienta de sanación emocional— está siendo cada vez más reconocida por su valor terapéutico. Expertos y lectores descubren que ciertos libros pueden ayudar a procesar emociones difíciles, como el duelo, la ansiedad o la soledad, facilitando la reflexión y el bienestar. Profesionales en salud mental están integrando esta práctica en sus tratamientos, mientras que muchas personas recurren a ella como forma personal de autocuidado.

La biblioterapia, una técnica que consiste en utilizar la lectura como herramienta terapéutica, está ganando cada vez más reconocimiento en el ámbito de la salud mental. Aunque a primera vista pueda parecer una forma de entretenimiento o evasión, diversos estudios y experiencias clínicas sugieren que leer ciertos libros puede ayudar a las personas a gestionar emociones complejas, afrontar situaciones difíciles o simplemente a comprenderse mejor a sí mismas. Esta práctica puede adoptar múltiples formas: desde la lectura guiada por un profesional de la salud mental hasta la exploración personal de textos literarios que resuenan emocionalmente con el lector.

El artículo publicado por CBC destaca cómo esta forma de terapia ha sido utilizada tanto en contextos informales como clínicos. Históricamente, sus raíces se remontan a la Primera Guerra Mundial, cuando se comenzó a emplear la lectura como herramienta de apoyo emocional para los soldados con trastornos psicológicos derivados del conflicto. Desde entonces, su evolución ha sido significativa. Hoy, la biblioterapia abarca desde listas de libros recomendados por psicólogos hasta programas estructurados aplicados por psiquiatras como Martina Scholtens, quien utiliza la narrativa como complemento a los tratamientos médicos. La lectura, en estos casos, no se prescribe al azar, sino que se adapta cuidadosamente a la situación emocional del paciente.

Uno de los aspectos más destacados de la biblioterapia es su capacidad para crear identificación y distancia emocional al mismo tiempo. Los lectores pueden reconocerse en personajes de ficción y, gracias a esa identificación, observar sus propios problemas desde otra perspectiva. Esto les permite examinar emociones complejas como la culpa, el miedo o la tristeza, sin la presión directa de hablar sobre sí mismos. La historia se convierte en un espejo emocional que facilita la introspección. Además, el ritmo de lectura permite que este proceso sea paulatino y controlado por el lector, lo que da una sensación de seguridad y agencia.

El artículo también muestra cómo la biblioterapia no se limita a quienes padecen trastornos diagnosticados. Muchas personas recurren a la lectura como forma de procesar duelos, transiciones vitales o períodos de estrés. Un caso citado es el del periodista Cody Delistraty, quien encontró en la lectura un apoyo invaluable tras la muerte de su madre. Según su testimonio, leer historias sobre pérdida y resiliencia no solo le ofreció consuelo, sino también una manera de resignificar su experiencia personal. Así, la literatura actúa no solo como un bálsamo, sino también como una guía silenciosa.

La biblioterapia puede ser especialmente útil en momentos en que otras formas de terapia no son accesibles o deseadas. En un mundo en el que la salud mental sigue estando estigmatizada en algunos sectores, recurrir a los libros puede ser una vía discreta y efectiva de cuidado personal. Además, la facilidad de acceso a libros —ya sea en bibliotecas, librerías o formatos digitales— convierte esta práctica en una opción inclusiva y económica. El acto mismo de sentarse a leer, concentrarse en una historia y dejarse llevar por ella tiene, en sí, un efecto calmante que puede ser terapéutico.