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Un libro es una conversación que nunca termina

«Un libro es una conversación que nunca termina. Cuando abres una novela, estás aceptando que un desconocido entre en tu cabeza y reorganice tus muebles. Lo curioso es que, a menudo, el autor sabe mejor que tú dónde deberían estar esos muebles. Leemos para darnos cuenta de que no somos los únicos que sentimos ese miedo o esa alegría ridícula. Escribir es lanzar una botella al mar, y leer es encontrar esa botella y darse cuenta de que el mensaje que contiene estaba escrito para ti, aunque fuera redactado hace cien años en una habitación que ya no existe.»

David Foenkinos «La biblioteca de los libros rechazados»

Libros de segunda mano

Me encantan esos libros de segunda mano que se abren por aquella página que su anterior propietario leía más a menudo. El día en que me llegó el ejemplar de Hazlitt, se abrió por una página en la que leí: «Detesto leer libros nuevos.» Y saludé como a un camarada a quienquiera que lo hubiera poseído antes que yo.

Helene Hanff «84, Charing Cross Road»

No se puede leer un libro por completo sin estar solo

«No se puede leer un libro por completo sin estar solo. Pero a través de esta soledad, te involucras íntimamente con personas que de otra manera nunca habrías conocido, ya sea porque llevan siglos muertas o porque hablaban idiomas que no entiendes. Y, sin embargo, se han convertido en tus amigos más cercanos, tus consejeros más sabios, los magos que te hipnotizan, los amantes con los que siempre has soñado».


Antonio Muñoz Molina

Cuando la lectura falla en las aulas: las bibliotecas públicas son la solución

Bejdo, M. (2024, 2 de julio). Students Are Struggling With Literacy. The Public Library Can Help. Education Week https://www.edweek.org/teaching-learning/opinion-students-are-struggling-with-literacy-the-public-library-can-help/2024/07

Un número importante de estudiantes en Estados Unidos —y en muchas comunidades— enfrentan serias dificultades con la lectoescritura. Por ejemplo, en 2019 apenas un 37 % de los estudiantes de 12.º grado alcanzaban un nivel “proficiente” según los datos del National Assessment of Educational Progress (NAEP).

La autora, una educadora de primera infancia, propone que las bibliotecas públicas representen un aliado clave en la mejora de la alfabetización, especialmente cuando las bibliotecas escolares no son suficientes —o directamente no existen—.

Las bibliotecas públicas ofrecen una enorme variedad de recursos: colecciones extensas en varios idiomas, espacios para leer o hacer tareas, acceso a ordenadores y servicios de impresión, programas de alfabetización, cuentacuentos, actividades para niños, adolescentes y familias, clases, etc.

La colaboración entre escuelas y bibliotecas públicas, puede abrir un “nuevo mundo” para los estudiantes, particularmente para aquellos con dificultades lectoras, estudiantes multilingües o de entornos vulnerables. Ese tipo de alianza permite ofrecer a todos los alumnos —no solo a los de escuelas con buenos recursos— acceso a libros, oportunidades de lectura y un entorno favorable al aprendizaje.

El artículo subraya que las bibliotecas públicas poseen una riqueza de recursos difícilmente igualable por la escuela media:

  • Colecciones amplias, actualizadas y multilingües, incluyendo libros impresos, ebooks, audiolibros y materiales accesibles.
  • Programas de alfabetización temprana, como cuentacuentos, clubes de lectura, talleres familiares o actividades STEM conectadas con la lectura.
  • Apoyo a tareas y estudio, con espacios tranquilos, personal capacitado y acceso a materiales suplementarios.
  • Tecnología accesible, especialmente importante para estudiantes de bajos ingresos: ordenadores, tabletas, Wi-Fi libre, impresión y bases de datos.
  • Programas orientados a adolescentes, no habituales en bibliotecas escolares, que fomentan la lectura desde intereses propios.
  • Acceso gratuito y universal, sin barreras socioeconómicas.

Se proponen acciones prácticas para promover esta colaboración: organizar visitas escolares a bibliotecas públicas, promover que las familias conozcan los recursos disponibles, invitar bibliotecarios para sesiones de cuentacuentos en clase, etc. Todo con el fin de fomentar la lectura, mejorar la alfabetización y ofrecer oportunidades igualitarias de acceso al conocimiento.

  • Visitas regulares de estudiantes a la biblioteca, para obtener su carné, descubrir secciones, conocer servicios digitales y generar vínculo afectivo con el espacio.
  • Bibliotecarios que visitan las aulas, ofreciendo sesiones de lectura, presentaciones temáticas o introducción al uso crítico de la información.
  • Promoción de bibliotecas “familiares”, que ayudan a que madres, padres y cuidadores conozcan los recursos que pueden utilizar en casa.
  • Programas compartidos, como lecturas de verano, retos lectores o clubs interinstitucionales.
  • Acompañamiento en alfabetización digital, que permite a los estudiantes navegar recursos electrónicos de manera autónoma.

Libros bomba

«Quisiera construir libros bomba, es decir, libros que fueran útiles precisamente en el momento en el que alguien los escribe o los lee. Y que desaparecieran luego. Esos libros estarían hechos de tal modo que desaparecerían poco tiempo después de haber sido leídos o utilizados. Los libros deberían ser una especie de bombas y nada más. Tras la explosión, las gentes podrían recordar que esos libros produjeron unos hermosos fuegos artificiales. Más tarde los historiadores y demás especialistas podrían decir que ese libro o tal otro fue tan útil como una bomba y también tan hermoso como unos fuegos artificiales».


MICHEL FOUCAULT, «Dialogue on Power», 1975/78.

Abrir un libro

<<Cuando yo abro un libro, lo abro como puedo abrir un paquete de chocolate, o entrar en el cine, o llegar por primera vez a la cama de una mujer que deseo; es decir, es una sensación de esperanza, de felicidad anticipada, de que todo va a ser bello, de que todo va a ser hermoso».

Julio Cortázar

El fin del libro barato: cómo la industria expulsa a sus propios lectores

Nassor, R. “We’re in a Book Affordability Crisis.” Book Riot, 21 de octubre de 2025. https://bookriot.com/were-in-a-book-affordability-crisis/

El artículo sostiene que en Estados Unidos se ha consolidado una crisis de asequibilidad que afecta directamente al acceso a los libros. Esta crisis se explica, principalmente, por la desaparición progresiva del formato mass market paperback, tradicionalmente la opción más barata del mercado.

Estos libros de bolsillo, pequeños, portátiles y económicos, habían sido durante décadas la puerta de entrada a la lectura para millones de personas, especialmente para quienes tenían menos recursos. Su reemplazo casi total por ediciones trade paperback —más grandes, mejor impresas y bastante más caras— ha elevado el precio base de los libros físicos hasta niveles que muchos lectores ya no pueden asumir.

El texto repasa la larga historia de los formatos populares y baratos, desde los folletines y publicaciones de a penique hasta las novelas pulp del siglo XX. Todos estos modelos editoriales tenían algo en común: democratizaban la lectura. Permitían comprar libros nuevos por muy poco dinero, algo que hoy prácticamente ha desaparecido. La autora subraya que, ajustando por inflación, durante décadas los libros de bolsillo costaban en torno a diez dólares, mientras que ahora las ediciones estándar superan con facilidad los dieciocho. Este incremento crea una barrera económica en un contexto donde los salarios permanecen estancados y el coste de vida se dispara.

El artículo también explora por qué la expansión del libro electrónico no ha supuesto una alternativa real para garantizar la asequibilidad. Aunque los e-books son, en muchos casos, más baratos que los libros en papel, no ofrecen propiedad plena: están sujetos a licencias, restricciones de uso y posibles pérdidas de acceso. Las suscripciones digitales, por su parte, tampoco resuelven el problema, porque funcionan como alquileres que dependen de plataformas y catálogos variables. Además, la lectura digital no sustituye la importancia del libro físico para coleccionistas, bibliotecas personales o lectores que necesitan formatos tangibles.

Como consecuencia, la autora alerta de que la industria editorial está dejando atrás a un amplio sector de lectores. En ausencia de un formato realmente económico, muchas personas dependen cada vez más de bibliotecas públicas, compras de segunda mano o simplemente renuncian a adquirir libros nuevos. Esta tendencia, advierte, tiene implicaciones culturales profundas: reduce la bibliodiversidad accesible, dificulta la entrada de nuevos lectores y limita la circulación de historias, especialmente en géneros como la novela romántica, históricamente vinculada al mass market paperback.

El artículo concluye reclamando que las editoriales recuperen un formato físico realmente asequible. No se trata sólo de nostalgia por un tipo de libro, sino de garantizar que la lectura siga siendo un derecho cultural y no un lujo. Según la autora, si la industria no revierte esta tendencia, la brecha entre quienes pueden comprar libros y quienes no podrá ampliarse aún más, perjudicando tanto a los lectores como al ecosistema editorial.

Las bibliotecas son el corazón del ecosistema de la lectura.

Rainwater, Brooks. “Libraries Are at the Heart of the Reading Ecosystem.” EdTrust, 22 de septiembre de 2025.

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El artículo destaca que, en un momento en el que solo el 31 % de los alumnos de cuarto grado en EE. UU. leen con soltura, las bibliotecas públicas se enfrentan a ataques y recortes, a pesar de ser piezas fundamentales para la alfabetización. Según Brooks Rainwater, presidente y director general del Urban Libraries Council, el aprendizaje –y especialmente la lectura– no ocurre únicamente en la escuela; gran parte del tiempo de los niños está fuera del aula, y las bibliotecas comunitarias ofrecen recursos esenciales durante todo el año para apoyar a los jóvenes lectores y sus familias

Lejos de ser depósitos pasivos de libros, las bibliotecas son espacios activos de aprendizaje y encuentros. Se describen como núcleos comunitarios que fomentan la lectura temprana, apoyan a educadores y cuidadores, y construyen lo que el autor denomina un “ecosistema de alfabetización” sólido y resiliente.

La entrada también denuncia amenazas serias, como el veto de libros y los recortes en la financiación de entidades como el Institute of Museum and Library Services, que ponen en peligro la libertad intelectual y la capacidad de las bibliotecas para innovar y ofrecer servicios adaptados a sus comunidades

A pesar de estas dificultades, el artículo presenta ejemplos esperanzadores: bibliotecas que crean colecciones de textos cortos para reforzar lecciones de fonética, programas de lectura para principiantes, tutorías y cursos en línea para profesores, demostrando cómo las bibliotecas continúan cumpliendo un papel vital para lectores emergentes en entornos diversos.

Se propone la necesidad de acciones estratégicas a nivel comunitario: capacitar al personal bibliotecario, colaborar con escuelas, diseñar programas junto a familias y desarrollar colecciones multilíngües y culturalmente relevantes. Todo ello con un enfoque de equidad, para asegurar que todas las comunidades tengan acceso a recursos de lectura de alta calidad.